Vito De Palma, candidato a diputado por Fratelli d’Italia: “Acá la cultura italiana se mantuvo fiel a sus principios”

Usted es un periodista deportivo que se ocupa mucho de los partidos de la Serie A italiana. ¿Cuál es la razón de su interés en la política de estas elecciones?

A los 63 años, todavía sentía que había algo más que podía hacer en mi vida. Desde el punto de vista profesional llegué lo más alto posible, ya no había margen de mayor crecimiento. Cuando me llegó la propuesta del mismo partido por el que había militado cuando era joven, me fijé en el programa y encontré todas mis ideas perfectamente reflejadas en el mismo. No hubiera aceptado de otra manera, pero ahora siento que encontré la cereza para decorar el pastel de mi vida.

¿Qué opina de los problemas de Italia? ¿De la falta de gas y de energía?

Las políticas criminales de los últimos 11 años, por otra parte políticas de gobiernos sin verdadera representatividad popular, con Primeros Ministros que no habían recibido ni un voto en las elecciones, dejaron al país en una situación de enorme fragilidad. No extraemos el gas en el Adriático y las naciones vecinas nos depredan las reservas con perforaciones inclinadas, sólo para hacer un ejemplo. Al no tener recursos propios, tampoco se supo diferenciar el riesgo eligiendo diferentes proveedores y ahora se acerca un invierno, como en la famosa serie televisiva, realmente muy complicado.

¿Qué piensa de la poca empatía de los italianos hacia los demás?

Ese es el resultado de casi medio siglo de políticas materialistas y confrontativas. El italiano, que históricamente era un ser amable, galante, divertido, alegre y romántico se ha vuelto egoísta y amargado, porque la promesa de felicidad por la vía económica y material se ha revelado una gran mentira y ahora es demasiado tarde para volver atrás.

Como usted dijo “Aquí nadie se siente extranjero”, me parece que allá es algo diferente. ¿Es una impresión mía?

Obviamente es así. Acá la cultura italiana se mantuvo fiel a sus principios y supo contagiar a los pueblos sudamericanos, que nunca vieron en los inmigrantes una amenaza. En cambio el egoísmo imperante en Italia hace sentir la inmigración como un peligro para el propio bienestar económico. Por 50 años serrucharon las raíces de nuestra cultura y ahora nos estamos volviendo un país sin identidad

Todos prometen una mejoría en el servicio consular, ¿pero cuál es su plan para lograrlo?

El plan es muy simple, de hecho en Buenos Aires ya se hizo en 2004: para acelerar los trámites, hay que tomar personal local entre los chicos más preparados de la comunidad italiana, obviamente bajo las condiciones establecidas por la leyes de trabajo locales y esta vez posiblemente sin quedarse con ningún vuelto, como pasó en ese entonces. Una operación que se pagaría sola: el incremento del volumen de trabajo realizado pagaría con creces los sueldos. Además, la posibilidad de recibir los documentos en el idioma original abarataría sensiblemente el costo para el solicitante. No es un problema de recursos, es un problema de voluntad política. Yo represento la coalición que introdujo la ley para que los italianos en el exterior pudieran votar y además instituyó el Ministerio de los Italianos en el Exterior, que luego otros gobiernos dejaron caer y que se volverá a proponer en el nuestro gobierno, porque nosotros sí tenemos la voluntad política de hacerlo.

Sabe que en las otras listas hay candidatos que son excelentes estrategas, ¿como piensa ganarles en tan poco tiempo?

Le preguntaron al sabio: ¿cuánto vale un hombre ético? El sabio contestó 1. Luego le preguntaron cuánto vale un hombre lindo y elegante y el sabio contestó 10. La siguiente pregunta fue cuánto vale un hombre lindo y rico y la respuesta fue 100. Por último, preguntaron cuanto vale un hombre rico y con poder, y la respuesta fue 1000. Pero, advirtió el sabio, si sacamos en 1 de adelante, sólo quedan ceros sin valor.

Veo adversarios ricos, potentes y estrategas, pero no veo ningún número 1 entre ellos. Espero que mi simple “unidad” me alcance para ganar. Gracias.

Edda Cinarelli