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octubre 2020

La entrada del terrorista de Niza por Lampedusa agita la política italiana

La entrada a Europa por Lampedusa del terrorista tunecino que perpetró el atentado que dejó tres muertos en Niza (Francia) ha sacudido la política italiana y ha colocado a la oposición, encabezada por Matteo Salvini, en pie de guerra contra el Gobierno. Los principales partidos de la derecha –la Liga, de Salvini; Hermanos de Italia, de Giorgia Meloni, y Forza Italia, de Silvio Berlusconi– han cargado contra la política migratoria del Ejecutivo y han pedido al primer ministro, Giuseppe Conte, que cierre los puertos a los migrantes. Salvini y Meloni han ido más allá y han reclamado la dimisión de la ministra de Interior, Luciana Lamorgese.

“Conte y Lamorgese tienen la responsabilidad moral de lo que ha ocurrido en Niza. Deberían pedir perdón al pueblo francés y al italiano”, ha acusado Salvini en sus redes sociales. “Este tipo no debería haber desembarcado y no debería ser libre de circular por Europa y derramar sangre”, ha añadido. Y ha aprovechado también para reivindicar su política de puertos cerrados cuando estuvo en el Gobierno, acciones por las que tiene abiertas dos causas con la justicia del país por presuntos delitos de secuestro de personas.

La ministra de Interior ha respondido a las acusaciones y ha rechazado cualquier responsabilidad de Italia sobre el asesino que el jueves mató a tres personas en la catedral de Notre-Dame de Niza. “Este es un ataque a Europa, no hay ninguna responsabilidad por nuestra parte”, ha dicho en una declaración institucional. “No olvidemos que Lampedusa es la puerta de Europa”, ha agregado. Y ha explicado el recorrido de Brahim Aoussaoui, de 21 años, en suelo italiano, hasta que se le perdió la pista.

El joven llegó a Lampedusa el pasado 20 de septiembre, a bordo de una pequeña embarcación, junto a otros migrantes. Ese día, también arribaron a las costas de la isla más de veinte barcazas, la mayoría con tunecinos a bordo. Todos fueron trasladados a un barco dispuesto por el Gobierno para pasar las dos semanas de cuarentena que Italia impone a los inmigrantes que llegan a través del mar para prevenir contagios de coronavirus. Allí recibieron atención sanitaria y humanitaria de la Cruz Roja italiana. Cuando fue detenido en Niza, Aoussaoui aún conservaba el documento emitido por esta organización en el que se leía que era ciudadano tunecino nacido en 1999.

La ministra ha señalado que el asesino de Niza no figuraba en ninguna lista de sospechosos ni de las autoridades de Túnez ni de los servicios de Inteligencia de Italia, por lo que no se adoptó ninguna medida particular. De la nave donde guardó cuarentena fue trasladado el día 8 de octubre a un centro de acogida de la ciudad meridional de Bari, donde se le realizó una prueba de coronavirus. El 9 de octubre se emitió un decreto ordinario de expulsión en su contra, como es habitual con los inmigrantes económicos que entran de forma ilegal al país y que otorga el plazo de una semana para abandonar Italia.

“Es hora de cerrar esta polémica”, ha remarcado Lamorgese, que también ha manifestado su solidaridad con Francia y reprochado a la oposición que en otros atentados, como los del metro y el Puente de Londres o el de las Ramblas de Barcelona de 2017, no se acusó a los Gobiernos por la llegada de los terroristas.

También ha cargado contra las polémicas leyes antiinmigración –conocidas como decretos seguridad– que Matteo Salvini impulsó en su etapa como ministro de Interior y que el Gobierno actual ha modificado recientemente. Las normas, en origen, endurecían las condiciones para los solicitantes de asilo y limitaban la protección de los inmigrantes vulnerables, lo que en la práctica ha supuesto la expulsión de los centros de acogida de miles de inmigrantes que han quedado en una especie de limbo y fuera del radar de las autoridades.

“Quiero decir que los decretos seguridad han creado inseguridad: veinte mil personas tuvieron que salir de los centros de un día para otro”, ha señalado Lamorgese. El Ejecutivo de coalición del Movimiento 5 estrellas y el Partido Democrático tumbó hace tres semanas ese y otros puntos de los decretos. “Nosotros hemos creado un proyecto propio teniendo en cuenta las necesidades de seguridad de nuestro país y no dispersando a todos [los migrantes] por el territorio nacional. Hemos decretado que puedan permanecer en los centros de acogida durante un periodo limitado pero que, de todas formas, permanezcan después en los radares de las fuerzas del orden”, ha añadido la ministra de Interior.

Lamorgese y el jefe de la Policía, Franco Gabrielli, deberán comparecer próximamente ante el comité parlamentario para la seguridad de la República, para aclarar la cuestión de la llegada del tunecino a Italia y su traslado a Francia. El alcalde de Lampedusa, Totò Martello, ha pedido un mecanismo de gestión de los flujos migratorios y controles más exhaustivos con reglas compartidas en el ámbito comunitario.

Lorena Pacho (publicado por El País el 31/10/2020)

Fuente https://elpais.com/internacional/2020-10-30/la-entrada-del-terrorista-de-niza-por-lampedusa-agita-la-politica-italiana.html

A 500 años del paso de Magallanes por el Estrecho: cómo fue la proeza que la Argentina no conmemoró

El escritor Stefan Zweig le dedicó una apasionada biografía al hombre que “realizó la más grande proeza en la historia de la exploración de la tierra; Fernando de Magallanes, quien salió con cinco diminutos cúteres de pescadores, de Sevilla, para dar la vuelta al mundo, la odisea más espléndida en la historia de la humanidad…”

En Magallanes, la aventura más audaz de la humanidad (Editorial Claridad, 2019), el novelista austríaco compara la travesía del Pacífico con el cruce del Atlántico de Cristóbal Colón. “Colón navega con sus tres carabelas recién botadas, aparejadas de nuevo y bien provistas, durante un total de sólo treinta y tres días”, dice. Además, una semana antes de tocar tierra, las señales son claras: aves terrestres, hierbas y troncos flotando alrededor de las naves son indicio de la cercanía de las “Indias”…

Magallanes en cambio, destaca Zweig, “se dirige absolutamente a lo desconocido, y no parte de una Europa familiar con sus puertos y su patria, sino que sale de la Patagonia extraña e inhospitalaria”. Es algo injusta la comparación, considerando que la incertidumbre con la cual navegaba Colón era inmensa en ese viaje inicial hacia lo desconocido, pero habla de la admiración que sintió Zweig al tomar contacto con la epopeya de Magallanes.

Cuando emprende la travesía del Pacífico, éste conducía tres naves ya desgastadas por un año y medio de viaje y mal abastecidas. Hacía semanas que no veían humanos; el último indicio de vida que atisban antes de salir al mar abierto son los fuegos que encienden los aborígenes y que lo llevarán a elegir el nombre de Tierra del Fuego para ese confín del mundo. Vienen de meses de espera entre San Julián y la desembocadura del río Santa Cruz. Un tiempo ensombrecido por motines y discordias, y coronado con la deserción de la nave más grande y mejor equipada de la flota.

En esas condiciones navegan desde el extremo sur de nuestro continente hasta las Filipinas, durante cien días, “tres veces el tiempo en que Colón cruzó el océano”, dice Zweig.

Ese cruce fue una verdadera agonía, con los víveres agotados y comiéndose hasta la suela de los zapatos, literalmente, “…irremisiblemente solos en ese despiadado desierto de agua…”, como poéticamente lo describe el biógrafo y admirador. Es casi imposible ponerse hoy en la piel de esos hombres que ignoraban distancias y mapas; el propio Magallanes, un experto navegante, con varias expediciones encima, conocedor del Lejano Oriente, tenía una idea muy errada de las dimensiones reales del planeta que iba a circunvalar.

Esta es la proeza que lamentablemente las autoridades argentinas decidieron ignorar en su 500 aniversario, ni más ni menos. El comienzo de la pandemia, con las medidas más estrictas de confinamiento, opacaron las celebraciones que la Iglesia argentina había previsto para evocar, el 1° de abril, la primera misa oficiada en territorio argentino, justamente por orden de Magallanes, en puerto San Julián (hoy provincia de Santa Cruz).

El pasado 21 de octubre, buques de las armadas de España y Chile confluyeron hacia la salida del Estrecho para un ejercicio conjunto de homenaje, que debía ser tripartito, pero del que la Argentina, pese a estar invitada, declinó participar “por razones presupuestarias” y por la “pandemia”. Se trataba sólo de enviar una fragata, aclaremos. En consecuencia, como puede verse en el video, en este acto sólo flamearon en el Pacífico sur las banderas chilena y española.

Es lamentable por otra parte que hoy la corrección política y la leyenda negra nos priven de repasar y conmemorar en su justa dimensión las hazañas de esos primeros aventureros.

El viaje de Magallanes y El Cano fue el más largo en tiempo y espacio: duró tres años y cruzó todos los mares, el Atlántico, el Pacífico y el Índico. De los 250 hombres que se embarcaron, solo regresaron 18.

Una sola generación ha realizado tan grande obra -escribe Stefan Zweig en referencia a Colón y los demás conquistadores anteriores a Magallanes-; sus navegantes han vencido todos los peligros para las generaciones futuras; sus conquistadores tomado países y mares y sus héroes resueltos todos o casi todos los problemas. Sólo ha quedado por realizarse una misión, la última, la más hermosa, la más difícil [la vuelta al mundo]. Esta será la idea vital y el designio [de] Fernando de Magallanes”.

Esta hazaña le debe mucho a la férrea voluntad de Magallanes, que no se dejó vencer por obstáculos, pero también al apoyo incondicional que le dio Carlos I de España, luego Carlos V como emperador, quien siguiendo la tradición de sus abuelos, Isabel y Fernando, los Reyes Católicos, hizo la apuesta de riesgo de equipar la incierta expedición de este portugués.

El descubrimiento de América, luego de cubrir de gloria a España, había traído cierta desilusión, cuando esas Indias a las que creían haber llegado no proveían las codiciadas especies; mientras que Portugal se seguía beneficiando de sus rutas hacia la India, bordeando el África. Recién cuando Hernán Cortés y Francisco Pizarro conquistan México y Perú y sus riquezas, empieza el Continente a ser visto con otros ojos. Pero cuando Magallanes planifica su expedición, el desideratum seguían siendo las islas Molucas y sus especies.

Fernao de Magalhaes era un portugués de noble cuna, nacido en 1480. Era marino y militar. Había participado de varias expediciones de exploración y de campañas de conquista con las cuales los portugueses, doblando el cabo de buena Esperanza, fueron abriendo y consolidando la ruta hacia las codiciadas especias. Tomó parte de las batallas contra los turcos por el dominio de las Molucas (actual Indonesia). A los 30 años ya era capitán.

También participó de una expedición a Malaca (Singapur) en 1509. De esa región trajo un esclavo, Enrique, que luego lo acompañaría en su aventura americana. Años después también luchó contra los moros en Marruecos.

Del Asia, de Japón, entonces llamada Cipango, de China (Catay), de la India y de las islas circundantes, llegaban a Europa la seda y otras telas más finas que las que se producían localmente, además de perlas, tapices, esencias y perfumes y, sobre todo, las especies: nuez moscada, canela, clavo de olor y la muy apreciada pimienta. A tal punto eran importantes estos productos que en el escudo que recibe Juan Sebastián Elcano al completar la vuelta al mundo, además de la frase “Primero en circundarme” aparecen representadas en la parte inferior el clavo de olor, las ramas de canela y las nueces moscada.

Decepcionado por la falta de reconocimiento del rey de Portugal a sus méritos, Magallanes decidirá ofrecer sus servicios a otra corona. Tenía entonces 35 años y, por sus conocimientos y sus viajes, estaba convencido de que las Molucas, o al menos una parte de ella, eran territorio español; sólo había que encontrar una ruta alternativa. Y para ello había que navegar hacia el oeste. En 1513, Vasco Núñez de Balboa había descubierto el Pacífico, que llamó Mar del Sur. El desafío era encontrar el paso navegable hacia ese mar y Magallanes creía saber dónde estaba, aunque sus cálculos se verificaría como muy errados en cuanto a la distancia que debía recorrer.

Se traslada a España en 1517. Allí, Diego Barbosa, otro portugués exiliado como él, lo ayudó a encontrar contactos y respaldo en la Casa de Contratación de Sevilla, y también lo convirtió en su yerno al darle la mano de su hija Bárbara. Castellaniza su nombre y pasará a la posteridad como Fernando de Magallanes.

“En un mes ha alcanzado en el extraño país de España, más que en su patria en diez años de abnegados servicios”, dice Zweig.

Las especies del este eran una carga muy valiosa y que ocupaba poco espacio: un comercio muy rentable, siempre que la ruta fuese segura. Y ese era el problema para España o para Europa en general. Parte de esa ruta estaba bajo control de los moros, por eso Portugal se dedicó a consolidar militarmente su hegemonía en la zona que el Tratado de Tordesillas, avalado por el Papa, le había concedido.

Inicialmente, la Casa de Contratación rechaza el plan de Magallanes. Pero él logra entrevistarse con el joven rey Carlos I. Le explica su certeza de que existe otra ruta a las Molucas, que, le asegura, estaban en la zona atribuida a España por el Tratado de Tordesillas de 1494; él encontrará navegando hacia el oeste una ruta libre de portugueses, un paso que uniría el Atlántico con el Asia.

Seguramente las bitácoras de viajes anteriores alentaban esta idea que, como se verá, era, si no falsa, como mínimo muy errada en cuanto a la ubicación de ese pasaje. Hasta el momento en que Magallanes emprende su aventura, la desembocadura del Río de la Plata era la más austral de las ubicaciones exploradas por los adelantados.

El 22 de marzo de 1518, Carlos I firma, en su nombre y en el de su madre, Juana la Loca, la capitulación por la cual concede a Magallanes la exclusividad por diez años en el recorrido que se propone hacer -en ese lapso no otorgará otros permisos-, y el título de adelantado o gobernador de los países e islas que descubra.

La corona se compromete a armar cinco barcos con tripulación, provisiones y armamento para dos años. Todo parecía resuelto y sin embargo se abre entonces un largo período de un año y medio durante el cual se suceden las dificultades, naturales en una empresa de esta magnitud, pero también artificiales, porque Portugal hará todo lo posible por impedir el viaje. Cuando fallan los intentos de hacer volver a Magallanes por las buenas o de convencer a Carlos I de desistir de un viaje que lo enemistaría con el rey Manuel, empieza el sabotaje. Lo primero, incentivar el resentimiento nacional entre los capitanes que participarán de la empresa, que son todos españoles, predisponiéndolos en contra del portugués Magallanes; una siembra envenenada que, como veremos, dará su fruto diabólico en Puerto San Julián.

Magallanes queda en el medio de un tironeo entre ambas coronas -además, emparentadas por alianzas matrimoniales- y su empresa sólo verá la luz porque el joven Carlos I se pone siempre de parte del expedicionario cada vez que el sabotaje de Portugal o los celos de otros españoles ponen en peligro los preparativos.

Los portugueses llegan hasta a provocar una insubordinación popular en el puerto de Sevilla donde se están alistando las naves, que será rápidamente sofocada, pero que instala en Magallanes una profunda desconfianza de su propia tripulación que llevará a este hombre de carácter muy reservado a encerrarse más aun en sí mismo.

El rey Carlos limita al mínimo el número de portugueses en toda la tripulación para no enojar tanto al rey Manuel, y coloca a Juan de Cartagena como una suerte de veedor con el mismo nivel de mando que Magallanes. Una suerte de co-jefatura de la expedición obligando al navegante portugués a compartir con él toda la información y los planes. Esta decisión tendrá consecuencias funestas.

El embajador de Portugal, Álvaro da Costa, hace un último intento para evitar la partida de Magallanes: la amenaza. Se lo informa de puño y letra al rey Manuel: “Lo encontré [a Magallanes en su casa] ocupado en empaquetar provisiones… (…) Le expuse que el camino delante de él albergaba tantos peligros [y] cuánto mejor haría en regresar a su patria y a la gracia de Vuestra Majestad, con cuya benevolencia podía contar… Lo invité a reflexionar que todos los castellanos de rango en esta ciudad hablaban de él, sin excepción, como de un hombre de baja estofa y de mala educación… y que, en general, se lo consideraba como a un traidor desde que se ha puesto contra el país de Vuestra Majestad”.

Hipócrita, se dice preocupado por la seguridad de Magallanes, lo que implica que ya Portugal ha dado orden de tratar de interceptarlo. Algo que se reiterará cuando lo que queda de la expedición de Magallanes llegue a Filipinas y deba emprender la ruta de regreso pasando por zonas controladas por los portugueses.

Contra todos los pronósticos y boicots, tras casi un año y medio de preparación, el 10 de agosto de 1519 los cinco barcos con 265 tripulantes dejan el puerto de Sevilla y bajan por el río Guadalquivir hasta Sanlúcar de Barrameda desde donde se adentrarán en el mar. Antes de embarcar, en la Iglesia Santa María de la Victoria, Magallanes jura fidelidad al rey y recibe el estandarte real que promete defender con su vida.

Un joven veneciano, Antonio Pigafetta, se suma a la expedición como cronista. Su relato del viaje será una de las escasas fuentes directas de la expedición y por cierto la más completa dado que su autor es uno de los 19 que llegan a destino, completando la vuelta al mundo. La bitácora de Magallanes se perdió, posiblemente adrede, por los sobrevivientes del viaje a los que no dejaba bien parados.

Además de las provisiones para dos años de viaje y del armamento, los barcos llevan mercadería para el trueque con los nativos: espejos, cascabeles, cuchillos, tijeras, pañuelos de colores y joyas de imitación.

La expedición pone rumbo a las islas Canarias, se adentra en el Atlántico, en dirección de Río de Janeiro. Luego de dos semanas estacionados en Brasil, donde se reaprovisionan, toman la dirección del sur. Llegan al Río de la Plata el 10 de enero de 1520. “Anteriormente se había creído que esa agua no era la de un río sino un canal por el cual se pasaba al Mar del Sur -escribe Antonio Pigafetta, el cronista de la expedición-; pero se vio bien pronto que no era sino un río que tiene diecisiete leguas de ancho en su desembocadura. Aquí fue donde Juan de Solís, que andaba como nosotros descubriendo nuevas tierras, fue comido con sesenta hombres de su tripulación por los caníbales, en quienes se había confiado demasiado”.

La siguiente estación es en ya en la Patagonia, que le debe el nombre a esta expedición. “Llegamos (31.03.1520) a los 49º y medio de latitud meridional donde encontramos un buen puerto, y como el invierno se aproximaba, juzgamos a propósito pasar allí la mala estación”, anota Pigafetta en su diario, en referencia a la bahía y Puerto de San Julián, bautizado así por Magallanes. Decepcionado al comprobar que este sitio no es el pasaje tan esperado, decide pasar el invierno en el lugar, a sabiendas de que debe ir más al sur y que por lo tanto lo más sabio es esperar el verano.

Contra lo dispuesto por la Casa de Contratación, Magallanes no compartía sus planes con el veedor ni con los demás capitanes de las naves. Lo más probable es que el marino portugués no poseyera en realidad ningún dato certero sobre el paso, contra lo que había asegurado al Rey, a sus financistas y a toda la tripulación. De hecho, algunos de los mapas que circulaban por la época, mostraban a los continentes soldados en el sur. Lo de Magallanes era casi con seguridad sólo intuición, y no podía decirlo. Prueba de ello es su decisión de estacionarse por varias semanas en San Julián, cuando el paso que tanto busca está a solo 400 kilómetros al sur…

Impacientes ante el mutismo de Magallanes, al que no le encuentran explicación, los capitanes españoles, Juan de Cartagena, Gaspar Quesada y Luis de Mendoza, se amotinan.

El primer signo lo recibe Magallanes el 1° de abril. Es el domingo de Ramos, y el jefe de la expedición manda oficiar una misa -la primera en lo que será el territorio argentino- a la que invita solemnemente a los demás capitanes. Éstos lo desairan, exponiendo tontas excusas para no asistir. Están ocupados en su conspiración.

Los amotinados logran apoderarse de tres naves pero el marino portugués, más curtido que ellos en el combate y con un carácter evidentemente decidido, logra reprimir el movimiento.

Así lo relata Antonio Pigafetta: “En este puerto, el cual pusimos el nombre de San Julián, gastamos cinco meses, durante los cuales no nos acontecieron más accidentes que aquellos de que vengo de hablar. Habíamos apenas fondeado en este puerto cuando los capitanes de las otras cuatro naves formaron un complot para matar al comandante en jefe. Estos traidores eran Juan de Cartagena, veedor de la escuadra; Luis de Mendoza, tesorero; Antonio Coca, contador, y Gaspar de Quesada. El complot fue descubierto: se descuartizó al primero y el segundo fue apuñalado. Se perdonó a Gaspar de Quesada, quien algunos días después meditó una nueva traición. Entonces el comandante, que no osaba quitarle la vida porque había sido creado capitán por el Emperador en persona, lo arrojó de la escuadra y lo abandonó en la tierra de los patagones con cierto sacerdote su cómplice”.

Magallanes condenó a muerte a 40 hombres más pero no ejecutó la pena, al parecer disuadido por otros miembros de la tripulación. Sebastián Elcano, que había tomado parte activa en el motín, salvó así su vida. El destino le tenía reservadas otras tareas. Desde ese momento, tendrá perfil bajísimo hasta que en Filipinas las sucesivas pérdidas de oficiales lo convierten en jefe de lo que queda de la expedición y le corresponde a él la gloria de completar la vuelta al mundo.

Durante esos largos cinco meses en San Julián, la expedición toma contacto con los nativos, que Magallanes llamará patagones, y a los que encuentran extremadamente altos y describen casi como gigantes. Los ibéricos de entonces eran de talla pequeña, 1,50 o 1,60 promedio, y los patagones debían medir 1,80 o 1,90.

“Un día en que menos lo esperábamos -cuenta Pigafetta- se nos presentó un hombre de estatura gigantesca. (…) Al vernos, manifestó mucha admiración, y levantando un dedo hacia lo alto, quería sin duda significarnos que pensaba que habíamos descendido del cielo. Este hombre era tan alto que con la cabeza apenas le llegábamos a la cintura. Era bien formado, con el rostro ancho y teñido de rojo, con los ojos circulados de amarillo, y con dos manchas en forma de corazón en las mejillas. (…) Su vestido, o mejor, su capa, era de pieles cosidas entre sí (…). Llevaba en la mano izquierda un arco corto y macizo, cuya cuerda, un poco más gruesa que la de un laúd (…); y en la otra mano, flechas de caña, cortas, en uno de cuyos extremos tenían plumas…”.

El intento de cumplir la orden de la Casa de Contratación de llevar “ejemplares” de nativos termina en tragedia: los dos indígenas atrapados mueren en la travesía pero además su captura es una agresión que pone fin a la buena convivencia inicial.

Para calmar la ansiedad de la espera, Magallanes envía a una de las naves, la Santiago, en misión de exploración. Sin suerte, ya que en la desembocadura del río Santa Cruz una tempestad destroza la embarcación. La tripulación es rescatada.

El 24 de agosto termina esta etapa sombría cuando Magallanes da la orden de retomar el viaje. Pero al llegar al río Santa Cruz, sin saber lo cerca que está de su meta, ordena otros dos meses de espera hasta bien entrada la primavera. La expedición se encuentra a sólo dos días de navegación del Estrecho que hará célebre a su capitán.

El 18 de octubre, antes de reanudar el viaje, ordena celebrar una misa solemne. Tres días después, el 21 de octubre, llegan a cabo Vírgenes. Los pilotos sugieren no adentrarse, pensando que nuevamente se trata de una vía muerta. Pero Magallanes intuye que no y ordena a dos de las naves iniciar un reconocimiento de cinco días y regresar.

A los cinco días, regresan ambas naves con la confirmación de la noticia tan esperada. El agua salada, el estrecho que se ensancha cada vez más y se vuelve más profundo… no hay duda, es el paso tan buscado. Empieza entonces el cruce de toda la expedición, las cuatro naves se adentran en el Estrecho que, por la cercanía de la fecha, Magallanes, que seguía el almanaque para todas las denominaciones, bautiza como “de Todos los Santos”.

El Estrecho, vale recordar, mide 500 kilómetros y tiene muchas bifurcaciones. Al llegar a una de ellas, Magallanes decide dividir la flota. Poco antes había mantenido, quizás por primera vez, un conciliábulo con los capitanes en torno al rumbo a seguir. Uno de ellos, Esteban Gómez, piloto de la San Antonio, único portugués, proponía volver a España y recomenzar el viaje con una flota nuevamente aprovisionada, en vez de continuar con la menguada carga que tienen. Pero Magallanes está decidido a seguir y ordena ocultar a la tripulación la escasez de víveres.

Siguen viaje y al tercer día ven al fin el Mar del Sur. Por primera vez, Magallanes deja ver sus emociones. “El Capitano Generale lacrimó per allegrezza”, escribe el italiano Pigafetta.

Pero entonces, una puñalada: la San Antonio, la nave más grande, la mejor y la más provista, ha desertado y, dando media vuelta, emprende el regreso a España.

Magallanes no desiste. Les lleva 36 días atravesar el Estrecho. El 28 de noviembre inician las tres naves que quedan el incierto cruce del océano que Magallanes llamará Pacífico y cuyas dimensiones desconoce por completo.

Tres meses y 20 días tomará la agónica travesía. Para llegar en primer término a una isla inhabitada.

Recién el 6 de marzo de 1521 arriban a otra isla que Magallanes cree forma parte de las Molucas, pero en realidad ha descubierto las Filipinas. El resto es sabido. Magallanes encontró la muerte en una de esas islas en un combate con tribus locales.

Había encontrado la ruta tan buscada, pero sobre todo, había cambiado la geografía de su tiempo. “Ha quedado superada definitivamente la cosmografía de los griegos y romanos, y para siempre desechadas (…) las ingenuas fábulas de las antípodas que caminan cabeza abajo. Se ha determinado para siempre la latitud de la tierra”, escribe Zweig.

Sólo 18 hombres de la tripulación inicial regresan a España 3 años después habiendo completado la expedición: “Gracias a la Providencia, el sábado 6 de septiembre de 1522 entramos en la bahía de San Lúcar… -escribe Pigafetta-. Desde que habíamos partido [hasta] que regresamos a ella recorrimos, según nuestra cuenta, más de catorce mil cuatrocientas sesenta leguas, y dimos la vuelta al mundo entero”.

Dos días después, una multitud se agolpa en el puerto de Sevilla para ver cómo 18 hombres andrajosos, hambrientos, prematuramente envejecidos, descienden tambaleantes de la nave Victoria, la única de las cinco embarcaciones de Magallanes que regresa al puerto de partida. Cada uno con una vela en la mano, peregrinan hacia la Iglesia de Santa María de la Victoria.

Claudia Peiró (publicado por Infobae.com el 30/10/2020)

Fuente https://www.infobae.com/sociedad/2020/10/30/a-500-anos-del-paso-de-magallanes-por-el-estrecho-como-fue-la-proeza-que-la-argentina-no-conmemoro/

Egipto, Italia y Turquía vierten la mitad del plástico que contamina el Mediterráneo

Cada año 229.000 toneladas de plástico acaban en el Mediterráneo. Es una de las conclusiones más contundentes del informe de síntesis que ha elaborado la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) a partir de la literatura científica existente sobre un tipo de contaminación marina que va en aumento. Esta organización advierte de que esa cantidad se puede duplicar en los próximos 20 años si no se ponen medidas ya, como la prohibición de determinados productos plásticos y la mejora del tratamiento de las basuras.

El estudio presentado este martes desglosa las estimaciones de vertidos de plásticos de 33 países de la cuenca mediterránea, entre los que figura España. Y concluye que tres de ellos —Egipto, Italia y Turquía— son responsables de más de la mitad del plástico que cada año llega a este mar desde tierra. Esto se debe, apunta la UICN, a que en estos países existen “grandes cantidades de residuos mal administrados”, además de “grandes poblaciones costeras”.

El problema más voluminoso está en los llamados macroplásticos (como botellas o bolsas), que representan el 94% de las entradas de este contaminante al Mediterráneo. El 6% del plástico restante vertido entra dentro de la categoría de microplásticos primarios (las piezas de menos de cinco milímetros que se emplean, por ejemplo, en cosméticos y productos textiles). Los vertidos de macroplásticos están vinculados fundamentalmente al deficiente tratamiento de las basuras. Según la UICN, el 67% de los residuos de la cuenca del Mediterráneo están “mal gestionados”. Y la vía de “transporte” más común para que lleguen hasta este mar son los ríos, explica Julien Boucher, uno de los autores del informe. Según este análisis, el Nilo es responsable de alrededor del 25% de todos los plásticos que entran en el Mediterráneo.

Los ríos arrastran las basuras de las localidades tierra adentro. Pero desde las poblaciones costeras también se generan importantes vertidos. “Las zonas costeras son responsables del 30% y el 35% de las fugas de microplásticos y macroplásticos, respectivamente”. Los autores del informe han realizado una clasificación de las 100 ciudades de la cuenca que más macroplásticos vierten. Ese listado lo encabeza Muntazah, en Alejandría (Egipto), seguida de Roma y Podgorica, las capitales de Italia y Montenegro, respectivamente. La clasificación del centenar de urbes más contaminantes, en la que no figura ninguna ciudad española, está copada por Egipto. “Los países con los niveles más bajos de tratamiento de basuras son los grandes contribuyentes de los vertidos”, abunda Guillaume Billard, autor también del estudio.

Si solo se tiene en cuenta el volumen total de fugas, Egipto, Turquía, Italia, Argelia y Túnez son los que más aportan a la contaminación por plástico del Mediterráneo. Pero si se analizan los vertidos per cápita, el listado lo encabezan Montenegro, Macedonia del Norte, Albania, Bosnia y Herzegovina y Bulgaria. En ambas clasificaciones España ocupa los últimos puestos de los 33 países examinados.

Microplásticos

El estudio analiza además los microplásticos primarios, esas piezas de menos de cinco milímetros que también se vierten al Mediterráneo. Del total de estas fugas, el polvo de neumáticos es la principal fuente de vertido (un 53%), seguido de los microplásticos textiles (33%) y las microperlas en los cosméticos (12%). Los tres países que más contribuyen son Italia, Egipto y Uganda, que se incluye en el informe como, otros países africanos, por estar en la cuenca del Nilo. El listado de las 10 ciudades que más contaminan el mar con microplásticos lo encabezan Roma, Milán y Turín. También aparecen entre esos 10 primeros lugares Valencia, Zaragoza y Málaga.

Minna Epps, directora del programa mundial marino y polar la UICN, ha incidido este martes en el gran “potencial para la reducción de los vertidos” de la mejora en la gestión de las basuras. El informe también recomienda extender los vetos a los productos plásticos: “Una prohibición completa de plástico en la cuenca reduciría las fugas en un 23%”. Además, el informe apuesta por frenar la entrada al mar de los vertidos desde los ríos.

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Manuel Planelles (publicado por El País el 27/10/2020)

Fuente https://elpais.com/sociedad/2020-10-27/egipto-italia-y-turquia-vierten-la-mitad-del-plastico-que-contamina-el-mediterraneo.html

Italia estalla en una ola de protestas violentas contra las restricciones por el coronavirus

Las nuevas restricciones para frenar los contagios de Covid-19, entre ellas, el cierre a las seis de la tarde de bares, restaurantes y lugares dedicados a la cultura, han provocado una ola de protestas en Italia que se extiende ya por varias ciudades, de norte a sur del país, y que ha colocado el nivel de descontento social en unos umbrales inauditos en los últimos tiempos. La pasada primavera, la población acató con resignación y obediencia el confinamiento severo, salvo episodios aislados, fundamentalmente en el sur de Italia, donde es muy elevado el número de trabajadores que cobran sus sueldos en negro, y por tanto, no pueden acceder a las ayudas oficiales. Este lunes se registraron 17.012 nuevos contagios y hubo 141 fallecidos. Con una economía cada vez más deteriorada, una creciente rabia e incertidumbre que se da en muchos sectores, y con la sombra de un nuevo cierre general, el malestar social amenaza con convertirse en un polvorín para el Gobierno italiano.

En algunos lugares, como Roma, Nápoles o Trieste, comerciantes y trabajadores de los sectores más castigados, como son los taxistas, los empleados de la hostelería, de centros deportivos o comerciantes han salido a la calle estos días para protestar pacíficamente contra la clausura de cines, teatros y gimnasios. También contra el cierre de bares y restaurantes a las seis de la tarde. Pero en varias ocasiones las manifestaciones han desembocado en disturbios violentos con choques con la policía, saqueos a negocios, quema de contenedores, lanzamientos de cócteles molotov. Hay al menos una decena de detenidos.

En Milán, este lunes varios centenares de personas se manifestaron contra las restricciones y algunos grupos lanzaron bengalas y petardos contra la policía. Algunos manifestantes, la mayoría con el rostro tapado, llegaron hasta el edificio de la sede del Gobierno regional de Lombardía y lanzaron piedras, botellas, petardos. También volcaron varios contenedores de basura que se encontraron a su paso. Durante los enfrentamientos resultó herido un policía y dos manifestantes fueron detenidos, según apuntan los medios locales.

En Turín, un grupo de ultras encapuchados lanzó bengalas y petardos contra las fuerzas del orden en la céntrica Plaza Castello, destrozó a pedradas los cristales de los escaparates de varias tiendas de los alrededores e hirieron a un fotógrafo. La policía utilizó gas lacrimógeno para dispersar a los violentos.

En la norteña Trieste, donde salieron a la calle asociaciones de pequeños empresarios y comerciantes, también se vivieron momentos de tensión cuando varios manifestantes lanzaron objetos en dirección al edificio de sede de la Delegación del Gobierno.

“¡Libertad, libertad, queremos trabajar!”, es el principal grito que se repite en las protestas. Este tipo de manifestación prendió en Nápoles este fin de semana y desde allí se ha ido extendiendo a otros puntos del país.

El ministerio de Interior ha alertado de la infiltración en las protestas de clanes criminales y de grupos de extrema derecha, a los que se suman también negacionistas del virus, con el objetivo de provocar el caos. El primer ministro, Giuseppe Conte trató de llamar a la calma el pasado domingo, cuando anunció las nuevas restricciones e informó sobre las medidas de apoyo económico para los damnificados. “Si yo estuviera del otro lado, probablemente también sentiría rabia contra el Gobierno” dijo.

Un primer ministro cada vez más acorralado

La oposición se desmarca de los disturbios, pero se suma a la ola del descontento presionando al Gobierno para que apruebe nuevas ayudas para los colectivos más castigados. No es la primera vez que los ultraderechistas Matteo Salvini, de la Liga y Giorgia Meloni, de Hermanos de Italia, que ya han organizado protestas pacíficas y flashmobs en las plazas, tratan de sacar rédito político a las revueltas en las calles.

Giuseppe Conte, que disparó su popularidad dentro y fuera de Italia con su gestión de la primera ola de la pandemia, cada vez se encuentra más solo, entre los ataques de la oposición, de sus propios aliados de la coalición y con cada vez más sectores en contra. Como la patronal, los sindicatos, los trabajadores del mundo de la cultura, el espectáculo o los restauradores y comerciantes.

Matteo Renzi, de Italia Viva, uno de sus socios en el Gobierno, le ha pedido que cambie su último decreto y ha deslizado que de lo contrario podría desmarcarse de la coalición y dejar caer al Ejecutivo. “Cerrando bares y restaurantes a las 18.00 y los lugares de cultura no disminuyen los contagios, aumentan los desocupados”, ha declarado. Algunos flancos del Movimiento 5 Estrellas, el partido que alzó a Conte como primer ministro, también han clamado contra las nuevas medidas. Pero el premier no piensa en aflojar las restricciones. Su convicción es aguantar este mes de cierre parcial para tratar de salvar la Navidad.

Lorena Pacho (publicado por El País el 27/10/2020)

Fuente https://elpais.com/internacional/2020-10-27/italia-estalla-en-una-ola-de-protestas-violentas-contra-las-restricciones-por-el-coronavirus.html

Raffaella Carrà: “Ni bebo ni me drogo, por eso Hollywood no era para mí”

Su palabra favorita siempre ha sido libertà, pero desde que la pandemia por el coronavirus se ha instalado en las vidas de todos Raffaella Carrà (Bolonia, 1943) utiliza más el vocablo respeto. Así lo asegura en conversación telefónica con EL PAÍS desde su casa de Roma, donde se recluyó al inicio de la cuarentena y desde donde mira con expectación todo lo que sucede en el exterior. “Estoy un poco revuelta y tengo miedo, como es normal. Esta pandemia es muy testaruda”, dice quien ha viajado por casi todos los países del mundo rompiendo moldes a golpe de melena y con un vestuario lleno de lentejuelas y brillos y con el ombligo al aire en años de censura.

Ahora apenas sale de casa excepto para lo imprescindible. La fama en estos momentos no es buena compañera porque, dice, no es momento para que te paren por la calle a pedirte una foto. Esa cercanía con el otro es lo que la llevó a decidir posponer su regreso a A Raccontare comincia tu, el programa de la televisión pública italiana, la RAI, inspirado en el formato español de Bertín OsborneMi casa es la tuya, donde la diva entrevista a personajes del mundo de la cultura, el espectáculo o el deporte. “Si me tengo que sentar a dos metros de mi entrevistado y no puedo tocarlo o abrazarlo, se pierde parte de la esencia. Y hay que cumplir las normas”, asegura concienciada con la situación. El país transalpino, foco inicial de la pandemia en Europa, fue el más golpeado en los meses de marzo y abril y, aunque había resistido mejor que sus vecinos los embistes de la segunda ola, esta ya golpea con fuerza de nuevo a los italianos. Para ella, cumplir las normas básicas —mascarilla, lavado de manos y distancia de seguridad— es lo mínimo que los ciudadanos deben hacer. “Ahora están diciendo que hay que tener sexo con distancia, ¿cómo le explicas eso a los jóvenes? ¡Que me lo expliquen a mí!”, ríe quien cantaba que en el sur es donde mejor se hace el amor.

La cantante, actriz y presentadora sigue igual de incombustible que siempre. La película musical Explota explota de Nacho Álvarez la ha traído de vuelta a la actualidad y aunque está encantada con esta especie de homenaje en la gran pantalla, donde hace un cameo, admite que no le ha picado de nuevo el gusanillo de la interpretación. Su sueño era ser bailarina coreógrafa, pero su maestra le chafó esa fantasía al considerar que sus tobillos eran demasiado finos. Debutó en el cine a los nueve años y aunque la televisión fue su mayor escaparate, probó suerte en algunas películas en su Italia natal y dio el salto a Hollywood. Pero ese mundo no era para ella. “Cuando termina el trabajo a las cinco de la tarde todo el mundo sale de fiesta. Y yo ni me drogo ni bebo”, admite quien rompió un contrato con la Fox para regresar a casa junto a su madre. “Allí todo el mundo te dice ‘I love you’ enseguida. Para querer a alguien primero tienes que conocerlo, ¿no?”, añade sobre esa hipocresía instalada en la meca del cine.

Esta artista polifacética que se convirtió en todo un símbolo de libertad en los años sesenta y setenta cuenta que ser ella misma nunca le ha resultado difícil porque “no es nada impostado, es todo natural”, aunque admite que sí le ha costado alguna batalla en el pasado. “No solo era mostrar mi cuerpo, era hacer entender que el cuerpo de una mujer siempre está unido a su cabeza. La sensualidad no está reñida con la inteligencia, la simpatía, la ironía…”, explica sobre aquellos años en los que hasta el mismo Vaticano censuró su estilo en su histórica coreografía en la RAI del Tuca Tuca. Celebra que el feminismo se haya instalado por fin en la sociedad, aunque cree que todavía queda mucho por hacer: “Se hace bien en descubrir estos velos tupidos. Es importante, y no siempre pasa, que valoren tu talento y que no digan de ti que has hecho algo por acostarte con o ser novia de”.

Asegura que esta nueva película inspirada en sus canciones no es biográfica. “No es mi historia. Yo nunca he dejado a un hombre plantado en el altar porque nunca he tenido intención de casarme”, aclara sobre una de las diferencias con la protagonista de la cinta que interpreta Ingrid García-Johnsson, que abandona a su novio el día de su boda para seguir su sueño de ser bailarina en la televisión a través de las canciones más conocidas de la diva. A Raffaella, que ha contado en varias entrevistas que dio calabazas a Frank Sinatra, ahora no se le conoce pareja y no tiene hijos, pero le encanta la vida familiar y disfrutar de su sobrino.

Alejada de todo y de todos, su gente es su único entretenimiento. A sus 77 años no piensa en la jubilación —”no me gusta esa palabra”—, pero está feliz por todo lo que ha hecho en el pasado. “He tenido tantas satisfacciones que puedo decir que podría no hacer más”, dice en un perfecto castellano. Bromea con que su español no tiene la perfección del de la Real Academia, pero lo habla muy bien. Recibió clases para los programas españoles Hola Raffaela En casa con Raffaella, con los que conquistó a los españoles en los años noventa y a ella le permitió enamorarse de este país. Aquí espera regresar en cuanto todo vuelva a su cauce para disfrutar de la gente y, sobre todo, de la gastronomía. Es bellissimo”, suelta entusiasmada por recuperar pronto su vida. A la diva de la eterna media melena rubia y los dientes separados todavía le queda mucha mecha.

Maite Morate (publicado por El País el 26/10/2020)

Fuente https://elpais.com/gente/2020-10-25/raffaella-carra-ni-bebo-ni-me-drogo-por-eso-hollywood-no-era-para-mi.html

Coronavirus: para evitar rebrotes, el Gobierno porteño ya trabaja en los protocolos que deberán cumplir quienes entren y salgan de la Ciudad durante el verano

Horacio Rodríguez Larreta anunció este viernes una nueva batería de flexibilizaciones y avanza en su plan de “puesta en marcha” de la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, por estas horas el Gobierno porteño concentra su atención en los protocolos que implementará para controlar a quienes entren y salgan de la capital durante la temporada de verano.

Las negociaciones de la última semana con el Gobierno nacional se dieron en un clima mucho más distendido que lo habitual. Según revelaron fuentes porteñas, los datos epidemiológicos les dieron muchos más argumentos a la hora de proponer nuevas excepciones a la cuarentena, como gimnasios y restaurantes con cupo limitado. También tranquilizaron a sus pares nacionales.

A diferencia de otras oportunidades, el alcalde porteño y el Presidente no se reunieron, sólo conversaron telefónicamente en la mañana del viernes. Intercambiaron información y acordaron los horarios de los anuncios. Por su parte, los jefes de Gabinete Santiago Cafiero y Felipe Miguel tampoco se juntaron personalmente, bastaron algunos llamados y unos cuantos mensajes para acordar todo. En esta oportunidad Nación aprobó la habilitación de todas las actividades propuestas por las autoridades porteñas.

Los últimos datos revelaron que la Ciudad tiene un promedio de casos diarios -de las últimas dos semanas- que se mantiene en 800 a pesar del incremento de las actividades. Eso ayudó a relajar el clima con los funcionarios del Gobierno nacional, tras los momentos de tensión que se vivieron semanas atrás por la poda en la coparticipación. “Además están más preocupados por las provincias del interior del país”, señalaron en la sede de Uspallata.

Con cierto temor luego de las noticias de rebrotes en las principales capitales de Europa, en la sede de Uspallata ahora analizan tres variables de cara al verano: los turistas de otros países, los turistas del interior y los porteños que salgan de vacaciones y luego regresen a la capital.

A su vez, cada grupo está atravesado por otras cuestiones como por ejemplo el medio de transporte que utilicen (avión, micro o auto). Esta situación vuelve necesario implementar una amplia serie de protocolos sanitarios que abarquen todos los casos.

Hasta el momento, el Gobierno porteño mantuvo reuniones internas con sus ministros y también encuentros con las autoridades de Turismo y Jefatura de Gabinete nacional. Para más adelante quedará la coordinación con la provincia de Buenos Aires. El objetivo es ampliar lo más posible la capacidad de testeo, una estrategia que probó ser de las más efectivas para cortar la cadena de contagios. En el caso de los que ingresen de otras provincias o países, se apuntará a testearlos a todos.

Por el momento se evalúa algún sistema con testeo en origen para que luego los turistas muestren los resultados al entrar a la jurisdicción. “Si viajan en avión tal vez se podría implementar alguna normativa que obligue a tener resultados para poder abordar”, detalló un funcionario, aunque aclaró que todavía no hay nada definido y todas las medidas siguen en estudio.

También se analiza la forma de imponer cupos y restricciones a la cantidad de vuelos y servicios de ómnibus para “regular el volumen de turistas” y que se mantenga dentro de parámetros manejables para las capacidades sanitarias.

Sin embargo, en la sede de Uspallata reconocen que el principal desafío, y problema, son los porteños que viajen a la Costa Atlántica, ya que pueden ser muchísimos y además se suelen viajar todos juntos a principios y mediados de mes (con el cambio de quincena). “Vuelven todos juntos de un día para el otro”, graficaron.

Las cuestiones logísticas para testear y llevar adelante un seguimiento de miles de autos será una tarea titánica para las autoridades sanitarias. Desde el Gobierno porteño adelantaron que a fines de la semana que viene habrá definiciones más concretas. Por ahora siguen analizando posibilidades y evaluando los datos epidemiológicos.

“Sabemos que puede haber un rebrote, y volver para atrás como pasó en España sería durísimo”, aclara uno de los miembros de la mesa chica del gobierno.

En diálogo con CNN radio, el jefe de gabinete porteño, Felipe Miguel sostuvo este sábado a pesar de las restricciones por la pandemia, el gobierno de la Ciudad implementará en el verano Buenos Aires Playa, la tradicional alternativa diseñada con amplios espacios con arena, sombrillas, reposeras y entretenimiento para pasar el verano en la Capital en algunos de los parques más importantes. Sin embargo -aclaró el funcionario- le maedida estará adecuada a la dinámica del virus.

“Estamos previendo implementar Buenos Aires Playa y va a tener algunas adecuaciones. Arranca los primeros días de enero y va hasta fines de febrero. Vamos a tener algunas adecuaciones porque estamos en un contexto de pandemia, pero también estamos pensando cómo prepararlo para que tenga la flexibilidad necesaria para acomodarse a la evolución sanitaria que se produzca desde ahora hasta febrero. Por lo tanto lo estamos planificando con bastante flexibilidad, pero sí va a volver Buenos Aires Playa a la Ciudad”, explicó.

Federico Millenaar (publicado por Infobae.com el 24/10/2020)

Fuente https://www.infobae.com/politica/2020/10/24/coronavirus-para-evitar-rebrotes-el-gobierno-porteno-ya-trabaja-en-los-protocolos-que-deberan-cumplir-quienes-entren-y-salgan-de-la-ciudad-durante-el-verano/

La fuente de “Las Nereidas” de Lola Mora

En la mitología griega, los dioses Nereo y Doris tuvieron un hijo varón, Nerites, y cincuenta mujeres, a quienes se las conoce como las Nereidas. Son las ninfas del Mar Mediterráneo, viven en las profundidades y emergen a la superficie para ayudar a los marineros que intentan surcar las difíciles aguas yendo de una orilla a la otra. Simbolizan lo hermoso del mar.

Cuando nació Venus, la diosa del amor, la belleza y la fertilidad de la mitología romana según la mitología griega, es Afrodita—, las Nereidas asistieron. Fue un momento único, glorioso, bellísimo y esperanzador. Cientos de artistas de la historia han representado este momento, desde el italiano Sandro Botticelli hasta los franceses François Boucher Alexandre Cabanel.

Y en Argentina, una artista que cristalizó ese épico momento desde la escultura fue Dolores Candelaria Mora Vega de Hernández, más conocida como Lola Mora. La fuente monumental Las Nereidas es una obra realizada en mármol blanco de Carrara que actualmente está en la Costanera Sur de la Ciudad de Buenos Aires.

Es una escultura preciosa de filiación renacentista y formas barrocas. Su base representa una gran valva de molusco rodeada de tres grupos formados, cada uno de ellos, por un corcel sumergido en el agua. En el centro, Venus, nacida de la espuma de mar.

Lola Mora nació en Tucumán el 17 de noviembre de 1866. Por ella, el 17 de noviembre se festeja el Día Nacional del Escultor y las Artes Plásticas. Tercera de siete hermanos, hija de un catalán y una salteña, al cumplir 18 quedó huérfana: su madre murió de neumonía y su padre, de un infarto, dos días después.

Su ingreso formal al arte fue a los 21, cuando llegó a Tucumán el pintor italiano Santiago Falcucci a dictar clases. Ella, por supuesto, asistió y desde entonces nunca dudó de su pasión: el arte. Luego de unas cuantas clases intensivas, comenzó a pintar retratos de las personalidades de la sociedad tucumana. Todos decían lo mismo: su trabajo era excelente.

Y cuando la carrera de un artista de esa época resultaba prometedora, debía continuarla en Europa. Llegó a Roma en 1897 y continuó sus estudios con el pintor Francesco Paolo Michetti. Allí conoció la escultura, su materialidad, sus técnicas, disciplina que profundizó con los maestros escultores Constantino Barbella y Giulio Monteverde. Desde entonces, se dedicó a esculpir.

Su trabajo llamó la atención de los círculos artísticos europeos un autorretrato hecho en mármol de Carrara se exhibió en la Exposición Universal de París de 1900 y ganó una medalla de oro— pero también de la prensa argentina. Cumplida su tarea en el viejo continente, decidió volver.

¿La habrán acompañado las hermosas nereidas en su viaje en barco por el Océano Atlántico?

En Argentina realizó varias esculturas como una estatua de Juan Bautista Alberdi por encargo de la gobernación de Tucumán. Pero sin dudas la más importante es Las Nereidas, un pedido de Adolfo J. Bullrich, entonces intendente de la Ciudad de Buenos Aires, que finalmente fue una donación. Lola Mora sabía que podría ser la gran obra de su vida, así que volvió a su taller de Roma para realizarla.

El lugar pensado para ser emplazada era la Plaza de Mayo, pero como la Iglesia catalogó de ofensivos los desnudos de la obra, comenzó un largo debate sobre dónde instalarla. Finalmente el 21 de mayo de 1903 se inauguró en el Parque Colón (en la actualidad: Avenida Leandro N. Alem y Juan Domingo Perón). De todos modos era un lugar céntrico.

Al acto no asistió ninguna mujer. Sólo ella, Lola Mora, en representación de todas, con su obra heroica y femenina, celebrando el nacimiento de una mujer, Venus, rodeada de más mujeres, las Nereidas. La sociedad de entonces no sólo criticó los cuerpos “licenciosos” y “libidinosos” esculpidos, también decía que el trabajo no era de ella, sino de sus ayudantes varones.

La presión de los moralistas fue tal que en 1918 se decidió trasladar la obra a un lugar más alejado, donde hoy está, en la Costanera Sur, que en aquel momento recién se estaba empezando a urbanizar. El tiempo pasó, Lola Mora siguió apostando al arte pero el Estado dejó de pedirle obras y hasta dejó sin efecto muchas que ya había comenzado a hacer.

Sobre el final de su vida, empobrecida y con la salud frágil, sufrió un ataque cerebral que la dejó postrada. Al año siguiente, en 1936, a los 69 años, murió rodeada de sus tres sobrinas. Su gran talento fue reconocido… tarde. En 1997 la obra Las nereidas fue declarada Bien de Interés Histórico Nacional.

Es una escultura preciosa que brilla delante del Río de la Plata, no importa si hay sol, está nublado o llueve. Siempre brilla, imponente, imbatible.

Fuente https://www.infobae.com/cultura/2020/10/24/la-belleza-del-dia-las-nereidas-de-lola-mora/

Toque de queda en las tres mayores ciudades italianas

El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, no quería ni oír la palabra, y sigue negando que pueda llegar en la misma forma que en el mes de marzo. Pero la realidad se impone y el Gobierno, dividido en tres partidos y varias sensibilidades al respecto, ya no excluye la posibilidad de un confinamiento, aunque pudiese permitirse la movilidad para quien va a trabajar o a la escuela. Los casos en Italia se disparan (el miércoles hubo 15.199 nuevos contagios y 127 fallecimientos) y los hospitales comienzan a notar la presión. Las principales regiones ya han decretado un toque de queda antes de la medianoche y algunas, como Lombardía o Lacio, incluso han reducido sustancialmente la presencia en las aulas de los institutos. Las tres ciudades donde vive más gente de Italia, Milán, Roma y Nápoles, vuelven a situarse frente al abismo y el Gobierno estudia ya un nuevo decreto para las próximas horas.

La última región en tomar medidas ha sido Lacio (Roma). Los números de la capital de Italia comienzan a ser demasiado altos y el gobernador, Nicola Zingaretti, ha firmado una ordenanza que impondrá desde el viernes un toque de queda a partir de medianoche hasta las cinco de la mañana. Estará prohibida completamente la circulación nocturna (salvo justificación que deberá señalarse de nuevo en autocertificaciones). Además, entre un 50% y un 75% de las clases de los institutos (desde los 14 años) se realizarán a distancia. Los alumnos de esa edad, considera el Gobierno, son quienes más han expandido el virus en esta segunda oleada.

En Nápoles y toda la región de Campania la situación también es preocupante. Su gobernador, Vincenzo de Luca, fue el primero en tomar medidas y llegó a cerrar las escuelas (luego dio marcha atrás y volverán a abrirse). En el sur han cambiado las tornas. La primera ola tuvo un menor impacto en Nápoles, cuyo sistema sanitario es mucho más frágil que en las ciudades del norte. Esta vez, sin embargo, los datos son muy distintos y se teme que el coronavirus pueda causar un daño muy superior. Por eso, De Luca también ha prohibido los desplazamientos entre provincias, algo que estudian el resto de regiones que han comenzado a aplicar este tipo de medidas como Liguria (Génova) o Piamonte (Turín). Los científicos querían que los restaurantes cerrasen a las diez de la noche, pero Conte se opuso porque no se podía dar ni un turno completo.

Los datos de Italia siguen siendo mejores que los de sus vecinos europeos. Pero el número de casos se ha triplicado en una semana y nadie oculta ya la gravedad de una situación por la que se irán incrementando paulatinamente las medidas de contención (los gimnasios y las piscinas están ahora en el punto de mira del Gobierno). Según el asesor del Ministerio de Sanidad Walter Ricciardi, la pandemia de coronavirus está ya “fuera de control” en algunas zonas metropolitanas como Milán (norte), Nápoles (sur) y Roma, y por ello se requieren medidas más contundentes. “Tienen números demasiado altos para contenerlos con el método tradicional de pruebas y rastreo”, señaló este miércoles.

En el seno de la coalición de Gobierno crecen distintas visiones sobre lo que debería hacerse. Conte traslada ahora la presión a las regiones. Pero el ministro de Sanidad, Roberto Speranza, y el de Cultura, Dario Franceschini, son partidarios de medidas más duras. En ningún caso se plantean restricciones tan severas como las que se impusieron en el mes de marzo confinando de forma total a la población y paralizando la actividad productiva. Se buscan soluciones para acercarse a esa solución, pero sin bloquear la actividad económica y poder llegar a Navidad con un sector comercial vivo. Ese es ahora el mantra imperante.

Daniel Verdú (publicado por El País el 22/10/2020)

Fuente https://elpais.com/sociedad/2020-10-22/las-tres-grandes-ciudades-italianas-en-toque-de-queda.html

Helenio Herrera: el polémico “mago” argentino hizo famoso el Catenaccio, inventó las concentraciones en el fútbol e inspiró a Bilardo y José Mourinho

Recién cuarenta y cinco años más tarde, en 2010, el Inter de Milán, con el portugués José Mourinho como entrenador, pudo repetir un título de Champions League que ya había conseguido en 1964 y 1965 de la mano de un argentino, Helenio Herrera, también llamado El Mago y considerado el inventor del Catenaccio (cerrojo), un muro defensivo que le daba a sus equipos una personalidad rocosa y oportunista con el objetivo de ganar más allá de las formas, y que influyó con su escuela en otros directores técnicos como Juan Carlos Lorenzo, Osvaldo Zubeldía, y Carlos Bilardo.

Mourinho, campeón de Europa e intercontinental con el Inter en 2010, acaso sea uno de los últimos herederos de esta escuela que provocó un cambio en el fútbol italiano a principios de los años 60 con su personalidad magnética, sus técnicas innovadoras, y un particular encanto en sus gestos y palabras, y fue considerado un revolucionario del aspecto psicológico en el fútbol por sus dotes de motivador, al punto de que consiguió convencer a sus hinchas para que llevaran carteles a los estadios para alentar durante los partidos cuando en Europa.

Uno de los más notables periodistas de la historia, Gianni Brera, sostuvo en 1966, “Siéntase libre de juzgarlo según lo dicten sus estados de ánimo. Bufón y genio, sinvergüenza y asceta, villano y buen padre, sultán y leal, vulgar y competente, megalómano y consciente de la salud. Herrera es todo esto y más, como quizá nos pase a cada uno de nosotros. Lo conocí de mago y lo redescubrí de niño, siguiéndolo contigo por mares y tierras de todos los continentes. Francamente, no sé cómo se las arregló para mostrárselo, por cuántas caras, por cuántos lados. Para mí es importante que el personaje nunca sea falso, ni siquiera cuando intenta serlo. Y H.H. siempre es cierto, sino del todo aceptable”.

Es tan polémico Helenio Herrera que ni algunos aspectos de su nacimiento y su muerte son claros. El Mago, también llamado El Fisura, nació, para muchos, el 10 de abril de 1910 en Palermo, en la calle Thames, en Buenos Aires, aunque él sostenía que había nacido el 16 de abril de 1916 y eso es lo que figuraba en sus tres pasaportes, francés, argentino y español. Era hijo de un anarquista andaluz, Francisco, y de María Gavilán Martínez, quienes a sus nueve años emigraron a Marruecos, que en ese momento aún era un protectorado francés. Al llegar a Casablanca y bajar la familia del barco en un puerto en construcción, su madre, que pesaba 103 kilos, cayó al agua y le exigieron a su padre un pago por adelantado para sacarla de allí. Ya Helenio iría tomando consciencia muy pronto de lo que le esperaba. Por lo pronto, su padre, carpintero experimentado, construyó una pequeña casa sobre pilotes en la playa.

“Mis padres habían llegado a la capital argentina después de treinta largos días de navegación en la cubierta de un barco en el que habían embarcado en Algeciras. Eran andaluces y pobres en caña. Emigraron a la Argentina llenos de esperanza con la intención de dejar atrás la miseria y los amargos recuerdos: tres de sus hijos habían muerto a temprana edad. Mi padre, apodado Paco el Sevillano, conoció a mi madre en Gibraltar. Ella era sirvienta en la casa de los terratenientes ingleses, Pero en Buenos Aires se desvanecieron sus sueños y la suerte con la que habían soñado no era más que un espejismo. Sin embargo, la esperanza de los emigrantes está hecha de un material resistente y partieron de nuevo, uno de esos interminables viajes por mar en los que se intenta engañar al hambre cantando canciones y así mi familia llegó a Marruecos”, relató en su autobiografía, escrita en 1964.

Tanto Helenio como su hermana Aurora –también nacida en la Argentina un año antes- fueron a escuelas francesas y ya en el camino hacía malabares con piedras o con una pelota de medias de su madre o por las tardes jugaba al fútbol en la arena con sus amigos de familias llegadas de todas partes. Luego llevaba los postes de los arcos para tapar la casa para que no les robaran. Quería ser tornero. También aprendió enseguida a boxear y le resultó útil para entender algunas cuestiones fundamentales que aplicaría mucho más tarde como entrenador.

“Los soldados, que nos habían tomado simpatía, me enseñaron a boxear. Me hicieron pelear con otro chico de mi edad. Entonces sucedió algo que constituyó una verdadera revelación para mí. Descubrí el veneno de la popularidad. Me imagino la impresión que deben haber sentido los espectadores de un encuentro de boxeo, que tuvo lugar en el circo de Casablanca. Los nombres de los contendientes habían sido anunciados y estaban a punto de ingresar al ring. ¡La sorpresa debe haber sido enorme! Estaba formado por nada menos que dos niños de ocho años: mi rival y yo. El rugido de la risa de la multitud llegó a mis oídos como el eco de vítores dirigidos a un ídolo. Entre esas cuerdas, tuve la sensación de ser un personaje muy importante. El corazón me latía rápido y me parecía repetirme: hay que ganar, hay que ganar”, cuenta el propio H.H. en su libro “Mi vida”. “Fue entonces que comencé a entender que cuando corría a ciegas tras una pelota, la miseria, la guerra, el miedo, no existían para mí. A partir de ahí empecé a correr”.

Ese niño, con mucha cerveza en el cuerpo, organizaba partidos y jugaba seguido al fútbol hasta que ingresó al Roca Negra (1927-1930), y al destacarse como defensor, tras un comienzo como delantero, fue contratado por el Racing de Casablanca (1931-1932) y ya a los quince años estaba en el equipo titular mientras se ganaba la vida en otros menesteres: fue obrero, almacenista, tornero. Ya con 22 años pasó al CASG (Club Athétique des Sports Genéraux).

Formó parte de la selección marroquí ante Argelia y Túnez y hasta lo seleccionaron para un conjunto del Norte de África para enfrentar a Francia en un amistoso. El deseo de llegar en el fútbol ardía en su interior y los clubes franceses, que buscaban jugadores en África, lo notaron. El París lo invitó a una prueba, pero no tenía dinero para viajar y lo ayudó un amigo. Para contratarlo, le ofrecieron paralelamente un trabajo como vendedor de carbón y luego, como tornero, y mandaba casi todo lo que ingresaba a su familia en Marruecos. Jugó allí en la temporada 1932/33. Luego continuó su carrera en el Stade Français (1933/35), OF Charleville (35-37) y EAC Roubaix (37-39).

En 1939, con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, fue llamado a combatir. Trabajaba en la fábrica de Saint-Gobain como experto en lana de vidrio, material aislante que tenía un importante uso militar y eso lo salvó de ir al frente. Cuando el mariscal Petain asumió el gobierno colaboracionista con el nazismo, ya jugaba en el Red Star Saint Ouen (1940-1942), con el que consiguió la Copa de Francia, su único título como jugador. Volvió por una temporada al Stade Français (1942-1943), y aquí aparecería su vocación por ser DT de fútbol y se graduó como masajista deportivo con la idea de poder entrar a algún plantel de un modo u otro. En 1943/1944 jugó en el EF Paris-Capítale y en la siguiente y última (1944/1945), en el Puteaux. Allí era jugador y DT al mismo tiempo hasta que se retiró. Algunas biografías sostienen que jugó dos partidos con la selección francesa, pero eso no figura en los archivos de la Federación. En realidad, jugó para la selección de París de la Isla de France.

Mientras se las arreglaba vendiendo líquido para pulir poniendo el pie en la puerta de las amas de casa antes de que ésta se cerrara, asistía ya a un curso para entrenadores y, en un año, ya lo tomaron como profesor, y como tal, fue enviado al norte de África para dar lecciones de fútbol. “Recuerdo que una tarde asistí a un partido en un campo de prisioneros e inmediatamente me golpeó un niño negro que corría con la pelota literalmente pegada a sus pies. Un jugador extraordinario. Le pregunté el nombre y me dijo “Larbi Ben Barek, señor”. Después del partido me acerqué al jugador y le dije “mi nombre es Helenio Herrera y algún día vendré a hacerte jugar en Francia. Con lo que puedes hacer, ganarás mucho dinero”. Me respondió con una sonrisa, como si no me creyera y luego supo que yo le hablaba muy en serio”.

En efecto, Ben Barek fue uno de los primeros campeones del fútbol africano que emigró a Marsella en 1937, se nacionalizó francés y jugó en la selección blue. Helenio Herrera, por su parte, se convirtió en entrenador tras la experiencia en el Puteaux, en las afueras de París y su fama se extendió al Stade Français: “El presidente de ese club era una persona muy rica y ambiciosa y tan pronto como asumí en mis funciones, le conté sobre el jugador negro que había visto en el campo de prisioneros de Ain-Seba y le pedí que lo enviaran a buscar. Confió en mí y la contratación de Ben Barek fue uno de los escándalos deportivos de Francia porque a todos les parecía absurdo que se pagara un millón de francos por alguien completamente desconocido y yo era el principal responsable de lo que se describía como una locura y estaba en una situación delicada –describió Herrera- pero nunca me he equivocado con la opinión sobre un jugador. La cuestión es que Ben Barek se transformó en una “perla negra” y en uno de los mejores jugadores de todos los tiempos”. H.H. dirigió al Stade Français entre 1945 y 1948.

A todo esto, para poder dirigirse a África del Norte a buscar jugadores, el equipo quedó en manos de otro DT y se encontraba en posiciones de descenso, pero al regresar Herrera, retomó la dirección técnica y llegó a un milagroso tercer puesto. Para 1946, mientras dirigía al Stade Français, se incorporó al cuerpo técnico de la selección francesa, en el que trabajó hasta 1948, cuando decidió marcharse para tener una experiencia en España, para comenzar en el Real Valladolid, aunque aceptado por los dirigentes del Atlético Madrid, con el que ya había firmado contrato.

En el fútbol español comenzaría una etapa fructífera que se extendió por doce años. Se incorporó al Atlético Madrid en 1949 y en ese ciclo ganó dos ligas españolas (1949-50 y 1950-51) y también la Copa Eva Duarte de Perón (1950-51). También al conjunto de la capital española se llevó a Ben Barek, quien lució en el ataque con Estruch, Pérez Payá, Carlsson y Escudero.

Posteriormente pasó por el Málaga y el Deportivo La Coruña (donde descubrió a un gran talento, como Luis Suárez (hasta hoy, el único Balón de Oro nacido en España, ganado en 1960), hasta que recaló en el Sevilla por otras cuatro temporadas, entre 1953 y 1957, en la que llegó a obtener un segundo, un cuarto y un quinto puesto en la Liga Española, y perdió una final de Copa de España. Fue en Andalucía cuando en una mesa cercana a su cama de hospital, internado por una fractura, encontró un libro sobre misticismo, los “ejercicios espirituales” de Ignacio de Loyola, que terminaron inspirándolo para las largas concentraciones y retiros en el fútbol. Por primeras vez en la historia de este deporte, los jugadores vivirían desde entonces en una comunidad como monjes, en espacios verdes y silenciosos entrenándose, estudiando tácticas y llevando una vida sobria.

Al dejar el Sevilla, una cuestión burocrática no le permitió sentarse en el banco como DT y entonces pasó a dirigir a Belenenses de Portugal en 1957/58, cuando fue tentado por el Barcelona, que vivía un momento de crecimiento con la reciente contratación de una estrella como Ladislao Kubala, el Camp Nou se había inaugurado un año antes y la masa social era más grande que nunca. Herrera llegaba en el momento justo y terminó contribuyendo para que los catalanes ganaran dos Ligas (1958-59 y 1959-60), una Copa del Generalísimo y una Copa de Ferias (el antecedente de la actual Europa League). Fue en esta época en la que acuñó una de sus frases más célebres: “Ganaremos sin bajarnos del micro”, en referencia a la previa un partido ante el Sevilla en Andalucía. Esas declaraciones causaron revuelo. Ese día, antes de comenzar el partido, salió a la cancha en el tiempo de calentamiento, deambuló por varios minutos en los que recibió una tremenda bronca de los hinchas, y al volver al vestuario les dijo a sus jugadores “ya están desgallitados, ahora salid y ganad”. Años más tarde, Lorenzo o Mourinho seguirían cada tanto con estas costumbres para enfriar el clima en partidos calientes.

Ese Barcelona de H.H. contaba con Ramallets en el arco, Joan Segarra, capitán del Barcelona “de las cinco copas” en los años cincuenta, los húngaros Kocsis y Czibor, y con Luis Suárez. Al finalizar la temporada 1959/60, se argumentó que uno de los motivos de su salida fueron los permanentes roces con Kubala, la estrella del equipo, pero hubo algo más: comenzó a reunirse a escondidas, en la Autrostrada del Sole, en Milán, con el magnate Ángelo Moratti, dueño del Inter, quien lo tentaba para dirigir al equipo tras fallar en cada uno de sus intentos de éxito con otros entrenadores. Herrera aceptó el desafío y se marchó a Italia con un contrato que significaba una paga del triple de lo que recibían sus colegas, aunque con una promesa de conseguir el título en tres temporadas.

Nacía entonces la figura del director técnico como preponderante, algo que hasta entonces era un actor secundario. H.H. llevaría al Inter la idea del Catenaccio, un cerrojo defensivo que buscaba principalmente el cero en el arco propio, aunque siempre con talentos arriba que pudieran hacerse cargo de sus equipos. H.H. traía ideas innovadoras que modificarían el ambiente. Sus carteles en el vestuario dominaban la escena: “Al jugar individualmente, jugás para el rival. Jugando colectivamente, lo hacés para vos”, “El fútbol moderno es velocidad. Jugá rápido, corre rápido, pensá rápido, marcá y desmárcate rápidamente”. A esto se sumaban algunas indicaciones que no se conocían. Era habitual escucharle decir a sus jugadores “¡Taca la bala!”, que era una ítalo-hispanización de la frase “Attaquez le ballon” (ataquen la pelota).

Y tal como se comprometió con Moratti, Herrera consiguió la primera Liga en la tercera temporada, tras rozar el Scudetto las dos anteriores, aunque no sin polémicas, y así como tuvo problemas con Kubala en el Barcelona, los tuvo con la gran estrella del Inter, el argentino Antonio Valentín Angelillo, quien terminó yéndose a la Roma al finalizar el primer año en el club, y fue reemplazado una vez más por el gallego Luis Suárez. También llegó otro argentino, Humberto Maschio, desde el Bologna, justo para la temporada 1962-63 y entonces comenzó a conformarse lo que se dio en llamar “El Gran Inter”.

“El primer y segundo año de su milicia en Italia habían sido muy amargos –escribió el gran Gianni Brera-. La gente no estuvo muy bien y a los ritos del vestuario literalmente los hizo basura. Tampoco ayudó que se fuera al Mundial de Chile 1962 como parte del cuerpo técnico de la selección española (como ayudante de Pablo Hernández Coronado) y por eso fue descalificado por algunos jugadores del Inter. Fue cuando Moratti aprovechó para reemplazarlo por el emergente Edmondo Fabbri, pero de repente, como si nada, Helenio regresó y Fabbri se quedó con el fósforo encendido en la mano y ese regreso de 1962 trajo suerte a todos en el Inter y comenzó a ganar, aunque Brera no le atribuía todos los méritos al Mago: “Se estaba gestando el colapso cuando Moratti intervino personalmente escuchando a los jugadores y a unos amigos, y obligó a Herrera a sacar a Buffon y colocar a Bolchi y a Maschio en el medio, pero el verdadero punto de inflexión llegó cuando H.H. puso como titular al bebé Sandro Mazzola, portador del aliento de frescura atlética y técnica que necesitaba el equipo para asentarse en la carrera final”.

H.H. no era un director técnico más. Quería saberlo todo y conocer a todos los jugadores posibles para su equipo. No le alcanzaba ni con todos los profesionales del plantel ni de la reserva. Quiso ver a los juveniles. “Cuando lo encuentro frente a mí siento una fuerte emoción: una gran cabeza negra con dos ojos oscuros y penetrantes, que cavan como para leer en su interior. ‘Este es el hijo de Mazzola, señor’, le dice un gerente. ‘Sí, lo sé. Gran jugador, el padre. Veremos, te veremos jugar’. Seco y conciso en su pintoresco italiano. Así se me presenta Herrera. Casi tengo la sensación de que está un poco molesto. A diferencia de los otros ejecutivos, excluido Giuseppe Meazza, que no han perdido la oportunidad de trompetear a los cuatro vientos que tienen con ellos al hijo del gran Valentín, él no le da ninguna importancia al nombre. Al contrario, con su mirada aguda parece querer hacerme entender de inmediato que las recomendaciones son inútiles y nocivas”. Escribió años más tarde, en 1977, Sandro Mazzola, integrante de ese equipo que marcó una época, en su libro “El primer trozo de pastel”.

Así como acabó “reclutando” a Sandro Mazzola, otro acierto fue recuperar a Giacinto Facchetti, dejado de lado por el Inter y cedido a préstamo al Atalanta. En el verano de 1960, Herrera le avisó a la comisión directiva que él lo quería para el equipo y que sería uno de los pilares, y no se equivocó en absoluto. El gran lateral jugó con los negro-azules 634 partidos, con 75 goles y fue capitán de la selección italiana en la Eurocopa de 1968 y en el Mundial de 1970, luego sería presidente del club y al fallecer en 2006, retiraron la camiseta con el número 3 en su honor.

Con el Inter, H.H. ganaría tres Scudettos (1962-63, 1964-65 y 1965-66), dos Copas de Campeones de Europa (1964 y 1965) y dos intercontinentales (1964 y 1965), y pese a tantos títulos, muchos recuerdan a ese equipo mucho más por sus logros y por su aplicación táctica que por el fútbol que plasmaba en el césped, porque jugaba a destruir el circuito de juego de los rivales con una férrea marca individual y con la implementación de la figura del líbero por detrás de la línea defensiva, que caracterizó al Catenaccio como sistema, colocando allí al discreto lateral Picchi, y otras innovaciones como el llamado “foul táctico” (falta para acomodar al equipo atrás). Su punto más fuerte provenía de la banda izquierda. Comenzaba en la salida por Facchetti y luego continuaba por el talento del español Luis Suárez, casi el único –acaso con Mazzola- que tenía permitido, de alguna manera, salirse del esquema férreo, aunque el perder la pelota, ambos tenían obligaciones defensivas. Otra de las novedades tácticas fue la del uso de los “carrileros” por las bandas.

En aquellos primeros años de la década de los Sesenta, H.H. debió cotejar con un gran Milán, el rival de la ciudad, al que llegó como director técnico Nereo Rocco, de quien se hizo amigo, aunque representaban los valores opuestos dentro y fuera de la cancha. Era la demostración de que se podía triunfar partiendo de ideas opuestas. Ese Milan fue campeón de Europa en 1963, un año antes que el Inter, aunque en la final intercontinental no pudo evitar al Santos de Pelé. Si Herrera era un ciudadano del mundo sin una nacionalidad definida y varios pasaportes, Rocco se vanagloriaba de hablar sólo en dialecto de Trieste. Helenio era un monje del fútbol: yoga, yogurt y el silencio religioso. Nereo era un aficionado a las tabernas, el vino y el salame.

Fue justamente Rocco el mayor testigo de la obra maestra de H.H., el “Gran Inter”, que tras ganar el Scudetto 1962-63 se proyectó a Europa y al mundo. Si alguien osaba discutirle la idea, Herrera le saltaba a la yugular: “¿El Catenaccio? Yo lo inventé en el Stade Français. Estábamos ganando 1-0 en un partido importante pero estábamos en dificultades. Yo era el capitán y decidí cambiar el WM que usábamos. Me coloqué detrás de la defensa y delante del arquero, y le dije al volante que se hiciera cargo de mi lateral. Cuando me hice DT, me acordé de aquel día y comencé a utilizar ese sistema de visitante y me dio resultado. Mis muchachos lo llamaban “le betón” (el cemento) porque garantizaba una defensa impenetrable”.

Para la final de la Copa de Campeones de 1964, en Viena, nadie apostaba por ese Inter. Enfrente estaba el Real Madrid de Alfredo Di Stéfano, Ferenc Puskas y Francisco Gento, que avanzaba con facilidad en cada una de las fases, cuando los italianos ganaban siempre ajustadamente. Si el Inter venció por 4-2 en semifinales al Borussia Dortmund, los españoles golearon 8-1 al Zurich. Pero en la final, el equipo de H.H. hizo lo que mejor sabía, que fue anular a, los rivales y se impusieron por 3-1, ganando por primera vez el título de la máxima copa continental.

Este título le permitió acceder a jugar por primera vez la Copa Intercontinental ante el Independiente de Miguel Angel Santoro, Oscar Ferreiro, Raúl Bernao, Osvaldo Mura y Raúl Savoy, campeón de la Copa Libertadores luego de vencer a Nacional de Montevideo en la final, pero que además había eliminado nada menos que al Santos de Pelé en semifinales, ganándole los dos partidos. Para Herrera, eso significaba volver al lugar donde había nacido. Mientras tanto, en Italia había rozado un nuevo Scudetto pero lo acabó perdiendo en el final.

El Inter perdió 1-0 en Avellaneda con gol de Mario Rodríguez, el mismo que había convertido el tanto del título sudamericano ante Nacional, en Montevideo. En la revancha, en Milán, los italianos se impusieron 2-0 (Mazzola y Mario Corso) y tuvieron que ir a un desempate en el Santiago Bernabeu, en Madrid, que definió otra vez Corso, en el alargue.

Al año siguiente, otra vez el Inter avanzaría en la Copa de Europa sin que le sobrara nada (salvo un 7-0 al Dínamo de Bucarest en octavos de final) y en la definición, prevista de antemano en el Giuseppe Meazza de Milán, donde sería local, tuvo que encontrarse con otro rival de época, el Benfica de Eusebio, Coluna y Simoes, que venía goleando a todos y que en cuartos de final, eliminó al Real Madrid.

Pero como en la final anterior, los italianos hicieron una marca asfixiante, y a los 42 minutos el brasileño Jair Da Costa les dio la ventaja y la administraron hasta el final, para consagrarse por segunda vez consecutiva y tener que volver a enfrentar a Independiente, bicampeón de América, por la Intercontinental. Esta vez, la ida se jugó en Italia y el Inter ganó por un cómodo 3-0 con goles del español Joaquín Peiró y dos de Mazzola, con el arbitraje del alemán Rudolph Kreitlein (el mismo que un año más tarde sería protagonista junto con Antonio Rattín en el Inglaterra-Argentina del Mundial 1966). Una semana más tarde, y una vez más, el Inter administraría la ventaja de la ida para empatar 0-0 en Avellaneda y consagrarse otra vez.

Pese a que en 1966 no podría repetir el título europeo (fue eliminado ajustadamente en semifinales por el Real Madrid, a la postre campeón), repitió el Scudetto, el imperio Herrera seguía y el entrenador ya era todo un personaje. Hablaba en tono lapidario y los suyos no eran discursos sino consignas, e hizo colocar carteles en los vestuarios como “recordá que eres del Inter”, o “Compromiso, compromiso, compromiso”. Si un jugador iba por un pasillo, Herrera se le acercaba por detrás y le susurraba al oído “¿quién eres tú?” y el deportista tenía que responder “¡soy fulano, del Inter, y el Inter es el equipo que ganará el próximo campeonato!”. Creó una atmósfera tal, que hasta muchos periodistas entraron en ella, preguntándole antes de los partidos cuál era el “secreto sensacional” de su nueva táctica para el próximo partido, y él respondía, misterioso, “cada partido requiere de una táctica particular”, según cuenta Luigi Cecchini en su libro “Inter”, de 1991.

El edificio de los éxitos empezó a derrumbarse con el Mundial de Inglaterra 1966, al que El Mago concurrió como ayudante del entrenador de la selección italiana Ferruccio Valcareggi, luego de ocho meses de compartir este trabajo con el Inter, y con malos resultados, especialmente luego de la sorpresiva derrota en el torneo ante Corea del Norte. Moratti, dueño del club, no toleró eso del doble trabajo y hubo quienes lo acusaron de usar a la selección como juguete. H.H. quiso iniciar una renovación del equipo, pero el quinto puesto en la Liga, y el haber perdido la final de la Copa de Europa ante el Celtic de Glasgow, trastocó los planes, y se terminaron cuando poco tiempo después, Moratti decidió dejar su puesto y retirarse con las tres competencias perdidas al final. A los pocos días de caer ante los escoceses en Lisboa (2-1), el Inter quedó eliminado de la Copa Italia ante el Pádova (un equipo de la Serie B) y en la última fecha de la Liga cayó ante Mántova, y la Juventus fue campeona. Un año después, en 1968, decidió aceptar la oferta de la Roma, a la que dirigió hasta 1973, aunque ya sin la misma suerte que en la etapa anterior, aunque en su primera temporada ganó la Copa Italia.

Desde los primeros tiempos, tuvo que enfrentarse con muchos problemas importantes. Tal como con el Inter a su llegada, quiso recurrir a jugadores de las divisiones inferiores pero se encontró con que el presidente Álvaro Marchini (que era quien administraba aunque a él lo había contratado Francesco Ranucci) había transferido a las tres joyas de los juveniles, Spinosi, Landini y Fabio Capello.

Los malos resultados generaron que fuera despedido en abril de 1971 y reemplazado por Luciano Tesalli para las últimas fechas de la Liga, pero las revueltas callejeras oponiéndose a la medida fueron tan duras, que el nuevo presidente del club, Gaetano Anzallone, lo repuso de inmediato en el cargo para calmar los ánimos. El desgaste de Herrera en Roma fue mayúsculo. En 1970 había tenido un accidente en la autopista, en Florencia, al estrellar su Mercedes Benz contra la banquina, lo que le produjo una fractura en las costillas y en la quinta vértebra dorsal, pero no quiso dejar al equipo y apareció sentado en el banco, enyesado desde la cadera hasta el pecho y a veces se veía obligado a levantarse para dar indicaciones, y eso le provocó llagas sangrantes en las axilas, y dolores intensos.

Terminaron echándolo en abril de 1973 y se produjo su regreso al Inter, donde pidió que vendieran a Mario Corso, importante en su esquema de los años 60, algo que con Moratti no habría podido, pero el ahora presidente Ivanoe Fraizzoli lo permitió. Ahora, Herrera les hablaba a sus jugadores en una nueva clave “Ajax”, el equipo de moda en Europa, pero lo miraban sin tanta credibilidad. Tampoco muchos tifosi la tendrían con ellos, cuando tres años más tarde se supo que algunos habían participado en la mafia de las apuestas clandestinas (“Totonero”), y fallaban goles a propósito. Un brote de bronconeumonía en febrero de 1974 lo obligó a ser hospitalizado y tuvo que retirarse. Regresó a Roma, se tomó un descanso, para terminar su etapa italiana en el Rímini en 1978/79 aunque ya lo seguía de cerca desde 1976 en la Serie B y asumió como consultor técnico, debido a que por una situación burocrática estaba impedido de hacerlo como entrenador.

En 1979 decidió aceptar la nueva oferta del vicepresidente del Barcelona, Joan Gaspart, casualmente para sustituir a Kubala, con quien había tenido problemas cuando el húngaro aún era jugador, y volvió a dirigir al equipo catalán por dos temporadas, hasta 1981, cuando ganó la Copa de España, con un plantel en el que se encontraban, entre otros, Tarzán Migueli, Alexanco, el argentino Rafael Zuviría, el alemán Bernd Schuster, el danés Alan Simonsen y el goleador Enrique Castro Quini. Fue allí que decidió poner el punto final a su larga carrera, y la FIFA lo invitó a dar charlas ,por todo el mundo y se dedicó a la actividad periodística.

Herrera tuvo tres matrimonios. En 1937 fue obligado por su madre a casarse en Marruecos con Lucienne Leonard, una chica a la que conoció en un salón de baile y que estaba embarazada de ocho meses y con quien tuvo a Francis, y a Elena, en 1938, y Linda, en 1941. En 1942 nació Daniele, que moriría en 1945 por intoxicación.

En 1952, con María Morilla Pérez (con quien no estaba casado legalmente por no haberse divorciado de su primera esposa). Tuvo a Helenio Ángel y en 1957, a Rocío (fallecida en 2002), En 1976 adoptó a Luna, una niña de dos años, que estaba enferma y a quien encontró en un banco de la Plaza del Pino, en Barcelona, a quien acompañó para que la operaran en Italia. y en Roma conoció a su tercera mujer, Fiora Gandolfi, quien le dio su octavo hijo, Helios (1977)

Fue justamente Fiora (periodista, escritora, pintora) la que debió luchar incluso después de su muerte – el 9 de noviembre de 1997 en Venecia, después de dejar sus apuntes futbolísticos a quien consideraba su discípulo -Facchetti-, para que sus cenizas se alojaran donde Herrera quería, de cara al sol (“se ve que ahora de viejo tengo más frío”) y que cerca de su tumba se escuchara el sonido del mar. Ella, entonces, encargó una de estilo bizantino-veneciano. Sin embargo, apareció el primer problema en el cementerio de San Michele, por el cual tuvo que apelar al alcalde de Venecia, Massimo Cacciari, admirador del Mago: no fue bautizado, era hijo de un anarquista que lo invitaba a alejarse de la Iglesia, pero el reverendo Kleeman dio esperanzas cuando Fiora Gandolfi la explicó la voluntad de su marido. Él examinó el proyecto de la tumba –explicó luego la viuda- lo encontró adecuado y llegó el sí. Y entonces dijo que podían comenzar la operación del sepulcro, pero justo cuando los marmolistas estaban en plena operación, apareció una anciana profesora, Hanna Franzoi, que debió participar del sínodo pero que estuvo ausente, y al enterarse explotó. “¿Quién, ese no cristiano? ¿Quién, un pateador? ¡Fuera, fuera, lejos de nosotros!” y entonces el reverendo Kleeman le explicó a Gandolfi que se necesitaban más reuniones, mientras se seguía esculpiendo la costosa tumba veneciana.

Fachetti llegó a decir en 2001, cuatro años después de la muerte de Herrera, y cuando el problema no se había resuelto, que Massimo Moratti (hijo de Angelo y también presidente del Inter) “está muy amargado por la situación y lo único que hay que esperar es que las conciencias sean sacudidas por la apatía actual y se encuentre la solución deseada por nuestro entrenador”. Incluso deslizó que el Inter estaba pensando en dedicarle el campo de entrenamiento de La Pinetina.

Por fin, tras largas vicisitudes y luchas burocráticas, las cenizas de Helenio Herrera reposan en un nicho de mármol escondido entre la hiedra del cementerio evangélico anglicano de San Michele, y con la lista de todos los clubes y selecciones a los que entrenó, gracias a la intervención de la Reina de Inglaterra, Isabel II, como máxima autoridad de la Iglesia Anglicana a quien acudió Gandolfi (“Vaya, ¿el país que inventó el fútbol no hace un lugar digno a un mago del fútbol?”, le escribió a mano), y luego de que las cenizas estuviesen esperando destino final en una zona alejada del cementerio, con la escritura de “Errera” (sin hache) con un marcador, luego reemplazada por un imperceptible plato, y después de que su viuda organizara una recogida de firmas en internet y enviara una carta al programa “Italiani brava gente” de la RAI-1 para que se conociera la situación de su difunto marido.

Fiora Gandolfi escribió posteriormente el libro “Tacalabala, los pensamientos mágicos de Helenio Herrera”, en el que, además de los principales conceptos de su fútbol, cita algunas de sus mejores frases, como “se juega mejor con 10 que con 11”, o “Juanito (por el delantero del Real Madrid) se marca solo (en vísperas de un clásico contra el Barcelona) o “una vez un periodista me preguntó por qué sólo dirijo a equipos grandes. Pues porque los chicos no pueden pagarme” o “muchos me creen omnipotente porque dicen que conozco todo. Eso no es verdad. Jamás conocí el fracaso y estoy orgulloso de eso”.

En 2005, Herrera fue elegido como el mejor DT de la historia de la Liga Española por el Centro de Investigación, Historia y Estadística del Fútbol Español (CIHEFE) con 293 puntos, por delante de Miguel Muñoz (291) y de Frederick Pentland (255) y en 2013, por la revista inglesa World Soccer como el cuarto mejor DT de la historia y el séptimo en 2019 por la revista France Football.

Francesco Valiutti contó en su libro “Breve historia del Gran Inter”, en 1997, que Herrera le dijo a un periodista “No soy un charlatán. Soy un hombre que llegó al éxito sufriendo y sufriendo. El éxito va para quienes lo merecen. Yo me lo merezco. Tengo el coraje de mis ideas y nunca me detengo. Si los jugadores del Inter me escuchan, pasaremos mucho tiempo juntos, y si no me escuchan, será peor para ellos”.

“El discurso –insiste el gran Gianni Brera- es bastante simple y directo: como H.H. es el mejor de todos, obtiene los mejores resultados de todos. Lo llaman magia y él responde ‘trabajo duro’. Lo consideran tonto en el banco y nunca cambia nada desde el banco a propósito: un jugador ya se equivoca demasiado para hacer lo que tiene que hacer, como para obligarlo a hacer otra cosa. Su método es la lógica y la aplicación, el criterio analítico y la autoconfianza. Nadie en el mundo cree en H.H. tanto como él… Parecerá indigno y anormal. Es sólo normal y humano, con la diferencia de que los demás se esconden y él muestra lo que es”.

Sergio Levinsky (publicado por Infobae.com el 22/10/2020)

Fruente https://www.infobae.com/america/deportes/2020/10/22/hizo-famoso-el-catenaccio-invento-las-concentraciones-en-el-futbol-e-inspiro-a-bilardo-y-jose-mourinho-helenio-herrera-el-polemico-mago-argentino/

Enrico Letta: “Temí un Italexit cuando Salvini gobernaba”

Italia es un país que devora primeros ministros a velocidad de vértigo. Enrico Letta (Pisa, 54 años), un hombre refinado, culto y con una profunda visión política rara en la generación actual de líderes, duró 10 escasos meses (la media son 14). Una treta de salón de Matteo Renzi, de su mismo partido (Partido Democrático, PD), lo descabalgó del Palacio Chigi en febrero de 2014 y lo devolvió a la Universidad. Visto con la perspectiva actual, quizá estuviera sobrecualificado para un cargo por el que han pasado tres políticos más desde entonces. Hoy es decano de Asuntos Internacionales en la prestigiosa Science Po de París y presidente del Instituto Jacques Delors. Pero también dirige el foro Italia-España que lleva dos décadas celebrándose y al que ambos países llegan el martes (se celebra en Roma con la presencia del primer ministro Giuseppe Conte y el presidente Pedro Sánchez) con una sintonía nunca vista. En un mundo en crisis, castigado por la pandemia, Italia y España viven una intensa luna de miel. Letta, promotor de este renacido amor mediterráneo, lo celebra y apunta hacia una alianza de la que pueda salir la Europa del futuro.

Pregunta. ¿Cree que hemos aprendido la lección de los meses de marzo y abril?

Respuesta. Sí, todos los países europeos están buscando una coordinación y tomar medidas adecuadas para proteger la parte débil de la sociedad, pero que eviten un nuevo confinamiento total. El costo económico ha sido inmenso, para Italia son 30 puntos de deuda pública. Algo que pagaremos durante muchos años. Por eso hay que buscar equilibrio entre la exigencia sanitaria y evitar el confinamiento.

P. ¿Entonces no aplicaría medidas más restrictivas que las anunciadas por Italia el domingo?

R. La prioridad debe darse a las escuelas y al trabajo. Hay que explotar al máximo el teletrabajo, pero eso solo es posible si las escuelas están abiertas y permiten a la gente trabajar desde casa. Tengo confianza en quien toma las decisiones y maneja los datos. Ahora todo el mundo critica o sugiere cambios, todos son entrenadores de la Selección.

P. ¿Temió que la UE quedase tocada?

R. Europa estuvo a punto de morir en marzo. Fue un riesgo verdadero y mortal. La imagen más evidente fue la declaración de Jacques Delors advirtiendo de ello: tiene 95 años y no hablaba desde hacía cinco. Pero luego nació la Europa de la solidaridad, que se expresa en el Next Generation EU. Soy muy optimista con la Europa del futuro, y nace de un liderazgo de Italia y España. Junto a Francia, alumbraron una línea que luego aceptó Alemania y siguió toda Europa.

P. Algunos recursos que se pusieron sobre la mesa, especialmente los créditos y el Mede (Mecanismo Europeo de Estabilidad), se ven todavía con inmenso recelo. Parece que nadie quiere tocarlos.

R. Europa gestionó muy mal el episodio de Grecia y provocó en la opinión pública española e italiana un gran problema de confianza. La imagen fue la de un país que en los momentos de dificultad sufrió unas imposiciones demasiado duras y fue abandonado. Eso deterioró la imagen de las ayudas europeas.

P. Entonces, ¿no se usarán esas ayudas?

R. Hay que dar un paso hacia adelante y reformar el Mede. Cambiarlo completamente, también el nombre y las reglas. Hacer que sea comunitario y no solo para los países del euro, además de entregárselo a la Comisión Europea. De otro modo, nadie lo cogerá.

P. Ahora se ve como un caramelo envenenado. Y en Italia tendría un precio político muy alto cogerlo.

R. El Mede es una caja fuerte repleta de dinero, pero por motivos políticos no lo están usando. Italia y España juntas deberían hacer una propuesta para reformarlo. Así se evitará esta paradoja en la que nadie quiere usar los 400.000 millones por la mala fama que tiene a causa del caso griego. Habrá que llamarlo de otro modo, algo como Fondo de Solidaridad Europeo, y entregárselo a la Comisión: de Luxemburgo a Bruselas.

P. Italia y España se han mirado siempre con recelo pese a compartir una agenda e intereses estratégicos. ¿Qué ha sucedido para que eso ya no sea así?

R. No recuerdo unas relaciones mejores que las de ahora, son óptimas. Cuando yo fui primer ministro había una buena relación con [Mariano] Rajoy, pero hoy son más profundas. Creo que se debe principalmente a la crisis de la pandemia y a la respuesta europea que Italia y España han dado juntos. Al hecho de entender que ante los nórdicos solo podemos estar unidos. Además, Conte y Sánchez han trabajado muy bien para crear ese entendimiento que se extiende a otros ministros. Creo que es una situación idílica.

P. ¿Por qué no sucedía antes?

R. Durante 20 años España tuvo la tentación de imaginarse como socio mediterráneo principal del eje Franco-Alemán. Es decir, quería sustituir a una Italia siempre en crisis ofreciendo mayor fiabilidad y una economía que funcionaba mejor con una política ajustable. Por otro lado, Italia siempre ha considerado que tenía un status superior porque pertenecía al G7. Pero el único camino es colaborar para crear un acuerdo que pueda condicionar el resto de decisiones. La agenda italiana y española en inmigración, África o Mediterráneo es muy similar.

P. La salida de Matteo Salvini y la Liga también ayudó a mejorar las relaciones. Y no solo con España. ¿Temió por el papel de Italia en el mundo en aquel periodo?

R. Sí, tuve miedo de un Italexit. Temí que sucediese un incidente como el del Reino Unido. La línea de Salvini estos años ha sido antieuropea y de flirteo con el Italexit. Espero que cambie, pero en ese año de Gobierno tuve mucho miedo.

P. Le he escuchado decir que la salida del Reino Unido de la Unión Europea tiene ventajas.

R. Sí, por supuesto. Y lo digo con toda la fuerza: hay que dejar de llorar por el Brexit. Se ha demostrado que es positivo para Europa. Ahora podemos construir proyectos, como la Europa social, que antes no lográbamos hacer con ellos.

P. ¿Cree que ha pasado la ola soberanista populista?

R. Europa tiene el riesgo interno de que no llegue rápidamente el dinero prometido contra la recesión. Se han creado muchas expectativas y si los ciudadanos italianos y españoles no ven rápidamente ese dinero, se facilitará el mensaje de Salvini o Vox. El segundo condicionante para ese final son las elecciones estadounidenses. Pienso que el populismo en Europa ha crecido gracias a la legitimación que le ha dado [Donald] Trump. Si pierde, como yo espero, será un golpe duro al populismo soberanista europeo.

P. En España últimamente se dice que la política se está italianizando. Sucede también en otros países: parlamentos más fragmentados, múltiples repeticiones electorales, un cierto caos. ¿Qué ha sucedido?

R. Es un problema de agotamiento de las democracias occidentales. Y está ligado a la innovación tecnológica. Gracias a Internet, cada ciudadano está conectado con todas las decisiones y puede expresarse en un minuto. La democracia representativa, basada en delegar ese poder, tiene problemas para avanzar en ese terreno. Es muy importante que se reflexione sobre cómo modernizarla, e Italia y España tienen mucho que hacer juntas. No es solo una italianización de la política europea, es un problema general más importante.

P. En España circula un mito sobre una visita de Giulio Andreotti en plena Transición democrática. Le preguntaron su opinión sobre los trazos de la nueva política. Respondió que faltaba “finezza”. ¿Cómo cree que ha madurado en estos años?

R. Ha vivido el impacto de la crisis económica, como la italiana. Los tonos se han endurecido mucho porque la pobreza ha entrado con fuerza en las familias, en la calle. La política es el espejo del país, y en eso también nos parecemos, porque se ha transformado como consecuencia de este malestar social. Junto a la crisis de la democracia parlamentaria, es un problema que requiere de políticos con una mirada larga.

Daniel Verdú (publicado por El País el 20/10/2020)

Fuente https://elpais.com/internacional/2020-10-20/temi-un-italexit-cuando-salvini-gobernaba.html

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