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septiembre 2020

Coronavirus en el fútbol italiano: 14 jugadores del Genoa dieron positivo

La serie A contiene el aliento después del primer caso importante de contagios en un club de la primera división de fútbol italiana. El Génova informó el lunes que 14 miembros de su plantilla y del personal del club habían dado positivo por covid-19 en las pruebas a las que fueron sometidos. El brote rompe completamente los esquemas previstos por la Federación de Fútbol Italiana y coloca contra las cuerdas al equipo, que perdió el pasado fin de semana 6-0 contra el Nápoles. Pero también a muchos de sus rivales. Si se perdiese el rastro de la cadena de contagios, podría interrumpirse el campeonato, que en Italia había vuelto a comenzar con una parte de público en los estadios y con un protocolo que se ha demostrado fallido.

El club ha intentado controlar la situación y ha emitido un comunicado el que señala que ha activado “todos los procedimientos previstos por el protocolo vigente y ha informado a las autoridades pertinentes sobre los procedimientos”. Pero el elevado número de contagios invita a pensar que no será suficiente. Entre los 14 positivos hay 11 jugadores y tres miembros del staff. Además, los jugadores del Nápoles se han sometido a las pruebas pertinentes para comprobar si pudieron resultar contagiados también durante el encuentro.

El sábado, antes del partido, los jugadores – aparte de Lasse Schöne, que no fue convocado por su positivo- dieron negativo en las pruebas. Fue así porque acababan de contraer el virus y todavía no era detectable. El lunes saltaron todas las alarmas. Según el rastreo del club, había nacido todo en el portero Mattia Perin, que el jueves ya tenía fiebre, que resultó positivo el sábado y ya había contagiado a sus compañeros. El virólogo Fabrizio Pregliasco analizaba en la Gazzetta dello Sport que era posible que el cancerbero hubiera resultado contagiado hace una semana, en el día de descanso del equipo. Un margen de tiempo que permitió que se entrenase durante toda la semana con sus compañeros sin síntomas -hasta la fiebre- y que les contagiase a ellos.

El domingo, a las 9.30 de la mañana, el equipo viajó a Nápoles con varios miembros de la expedición contagiados. Muchos de ellos -no ha trascendido el nombre de los positivos- participaron en el encuentro y pudieron contagiar a sus rivales. Una situación que revela errores en el sistema de prevención. Para empezar, a la luz de la cadena de contagios del Génova, el hecho de realizar las pruebas solo 48 horas antes del partido ya no parece un método suficientemente fiable. Además, Pregliasco también señalaba que debería establecerse una burbuja para la vida social de los jugadores, tal y como sucede en la NBA.

El Génova queda muy tocado para seguir participando en las próximas jornadas. Una parte de la plantilla no podría enfrentarse al Torino el sábado próximo, pero el elevado número de contagios hace pensar que el partido deberá suspenderse y que quedan también comprometidos los siguientes encuentros.

El problema es que si la cadena de contagios avanza, tal y como anunció el viceministro de Sanidad, Pierpaolo Sileri, debería considerarse la posibilidad de parar el campeonato. “Los abrazos y las celebraciones en el campo deberían estar prohibidos. La distancia debe mantenerse. Si de un positivo en un equipo han terminado contagiadas 14 personas quiere decir que el virus se ha transmitido y que no se han mantenido esas distancias”, ha señalado. Además, Sileri aseguró que si hubiera más casos en el Nápoles, como médico diría que lo mejor es parar una semana el campeonato: “Hay que actuar como lo hacemos con los brotes”.

Daniel Verdú (publicado por El País el 29/09/2020)

Fuente https://elpais.com/deportes/2020-09-29/la-plantilla-del-genova-registra-14-positivos-por-covid-19.html

Silvio Berlusconi, el inmortal

“Berlusconi es inmortal, no le quepa duda. Es inmortal…”, susurra al teléfono, quién sabe ya si en broma o en serio, uno de sus colaboradores.

Berlusconi vive estos días blindado por su entorno directo. Hijos, novia, servicio… todos recluidos junto a él en su mansión de Arcore (Milán). El empresario y tres veces primer ministro italiano, de 84 años y fuertemente aquejado del corazón, ingresó en el hospital de San Raffaele el 6 de septiembre tras dar positivo por covid-19. Llegó andando, con Alberto Zangrillo, su médico personal, que días antes había negado la supervivencia clínica del virus. Berlusconi advirtió de que pensaba participar en las elecciones y que tenía intención de marcharse a casa rápido. No fue exactamente así. Tardó 11 días, superó una neumonía bilateral en la suite principal del centro médico sin pasar por la UCI y a la salida reveló que el médico le había confesado que su carga viral era estratosférica. La más alta que había visto, como no podía ser de otra forma tratándose de él. “He superado la prueba más difícil de mi vida”, añadió en la rueda de prensa que certificaba, cuando todos los periódicos italianos tenían ya escrito un obituario de emergencia, el enésimo renacimiento del Caimán.

Berlusconi siempre quiso perdurar, no solo a través de su legado político y empresarial, altamente amenazados últimamente. Antes de la enfermedad había ya perdido 10 kilos. Dejó a su novia de los últimos cinco años y comenzó una relación con Marta Antonia Fascina, una diputada de Forza Italia de 30 años (54 años menor que él). “Eso le da vida”, asegura un diputado de su partido que lo conoce bien. Se hizo vegetariano, defensor a ultranza de los animales. Antes de eso cambió de bando las veces que hizo falta y superó adversidades de todo pelaje con millonarias indemnizaciones y los mejores abogados de Italia. Cinco primeros ministros después de su última aventura al frente del país (fue tres veces presidente del Consejo de Ministros), una operación a corazón abierto en 2016, una salvaje crisis económica que se lo llevó por delante, una inhabilitación por fraude fiscal que lo mantuvo alejado de las urnas durante cinco años y decenas de tormentas y escándalos de corrupción que recorrieron un espectro tan amplio como la acusación de prostitución de menores o de colaboración con la Cosa Nostra, Berlusconi sigue esperando una nueva oportunidad.

La leyenda sobre la inmortalidad de Berlusconi fue acuñada en 2004 por su entonces doctor personal, Umberto Scapagnini, a quien también sobrevivió, claro, pese a tener 12 años más: “Es casi técnicamente inmortal. No se engañen, nos enterrará a todos”, profetizó mientras desgranaba algunos de los compuestos que conforman el secreto de su salud. Por si acaso, el ex primer ministro mandó construir hace 30 años en su mansión de Arcore, un mausoleo de inspiración masónica —ni un símbolo cristiano, solo formas circulares y triángulos esculpidos por el artista Pietro Cascella— donde compartiría eternidad con la familia, sus amigos cercanos, compañeros de correrías y quién sabe si algún futbolista del AC Milan.

El lugar tiene unos 180 metros cuadrados y espacio para otras 30 personas. Berlusconi deseaba emprender su último viaje rodeado de amigos íntimos como Marcello Dell’Utri (en libertad tras pasar cinco años en la cárcel por vínculos con la mafia), Fedele Confalonieri (consejero delegado de Mediaset, con quien cantaba en los cruceros con 18 años), su poderoso jefe de gabinete y muñidor de todas las tramas políticas, Gianni Letta y, seguramente, también el director general del AC Milán, Adriano Galliani. Cuentan que llegó incluso a ofrecérselo con lágrimas en los ojos al periodista Indro Montanelli cuando todavía mantenían una relación cordial y el magnate acababa de comprar el diario Il Giornale. Mientras le mostraba el lugar, completamente alucinado y con las manos en los bolsillos, el periodista solo alcanzó a exclamar: “Domine non sum dignus” [señor, no soy digno].

La pandemia le recluyó, al principio, en casa de su hija Marina en Niza. Su entorno especuló sobre si fue ahí donde pudo haber contraído el virus o, por el contrario, pudo ser su otra hija quien le contagió. Comenzó un juego de acusaciones cruzadas en la prensa que desquició a la familia. Finalmente, todos resultaron positivos y se confinaron en la mansión de Arcore. Hacía tiempo, sin embargo, que Berlusconi se prodigaba poco en el exterior. Hasta hace un par de años, una semana de cada tres se desplazaba a Roma y se instalaba en el Palazzo Grazioli. Pero vendió esa propiedad y trasladó su sede romana a una casa de campo en la preciosa Appia Antica, que había ocupado hasta su muerte hace un año su amigo y legendario director de cine, diseñador y escenógrafo, Franco Zeffirelli. Todavía no la ha pisado y no está claro que lo haga en los próximos meses. La inmortalidad también hay que cuidarla.

Berlusconi nunca cometió excesos alimenticios, de alcohol o drogas. Se relacionó con gente más joven —especialmente mujeres— y alumbró a la mayoría de criaturas políticas de los últimos 30 años. Su revolución política, a diferencia de lo que cantaba el músico y poeta GilScott-Heron, sí fue televisada. Tras la fundación de Forza Italia en 1993 y su salto a la política en 1994 —siempre le sirvió para proteger sus negocios—, dio a luz a toda una generación que hoy sería imposible entender sin su tremenda influencia: desde Matteo Renzi a Matteo Salvini, pasando por el Movimiento 5 estrellas, un fenómeno populista, en gran medida nacido como reacción al magnate.

Hoy, con su partido bajo mínimos, intenta de nuevo salir a flote ondeando la bandera de la moderación en una derecha exaltada con el discurso soberanista y antieuropeo. Su sueño hubiera sido acabar su vida como presidente de la República. Pero a estas alturas se conforma, aseguró interrogado por ello hace poco, con algo quizá más difícil: “Querría que los italianos se den cuenta de todo lo bueno que hice por ellos durante más de 10 años de Gobierno”.

Daniel Verdú (publicado por El País el 27/09/2020)

Fuente https://elpais.com/gente/2020-09-26/silvio-berlusconi-el-inmortal.html

Los éxodos de la Argentina: los momentos históricos que hicieron que muchos se fueran del país

La Historia, la que se dice con mayúsculas, improvisó un rulo. La dinámica migratoria nacional dibujó curvas pronunciadas, ascendentes y descendentes, sobre la línea cronológica. No ensayó un trazo cíclico: no es que volvió a empezar. El rulo rompió un paradigma y supuso una paradoja: el absurdo de haberse convertido en un país de inmigración y de emigración al mismo tiempo. El razonamiento pertenece al doctor en Ciencias Económicas y sociólogo Jorge Graciarena, quien le inyectó a Fernando Osvaldo Esteban, otro sociólogo licenciado en la Universidad de Buenos Aires y doctorado en la Universidad de Salamanca, la idea del mito fundacional de Argentina: la tierra prometida.

En 1914, el 30% de la población no había nacido en el país y el 28% provenía de naciones no limítrofes. Uno de cada tres ciudadanos que habitaban el territorio nacional eran inmigrantesen su mayoría italianos y españoles. Argentina reunía condiciones para ser considerado un lugar benévolo, hospitalario, promisorio, próspero. Un estudio antropológico del país no puede presumirse vasto e integral si no aborda la inmigración masiva: un componente constitutivo del poblamiento y del desarrollo intelectual, cultural, político y económico.

Argentina fue el destino de importantes flujos migratorios transatlánticos. Los estudiosos instauraron el período ventana entre mediados del siglo XIX y la época de la segunda posguerra. El sociólogo Esteban acreditó que los contingentes inmigratorios tuvieron su auge entre 1870 y 1929. El investigador y demógrafo Alfredo Lattes consignó que Argentina se destacó como el segundo país que más ciudadanos recibió en la ola migratoria del sur europeo y el de mayor impacto demográfico en virtud de la ecuación población nativa – emigrantes. La oleada en vísperas y post Segunda Guerra Mundial gana en dimensión pero pierde en términos empíricos en la comparación con los movimientos masivos previos.

La historia no es una cosa lineal ni respeta los presentes sostenidos. Hubo, en los períodos posteriores, un cambio de remitente: Argentina empezó a recibir a inmigrantes por goteo de países limítrofes bajo los mismos argumentos de bonanza y camaradería. Pero la Historia, la que se dice con mayúsculas, guardaba otros planes para el país: también el éxodo, la emigración, el exilio o la expulsión de sus residentes.

Argentina tampoco es una cosa lineal ni respeta los presentes sostenidos. Sus fluctuaciones, sus exageraciones, su imprevisibilidad, su versatilidad, sus recursos convertidos en métodos, sus debacles y también su resiliencia. Así como hubo contextos proclives de pujanza y de esperanza, hubo de los otros.

Susana Novick, doctora en Ciencias Sociales y especialista en sociología de la población, dice en su libro Sur-norte: estudios sobre la emigración reciente de argentinos que la inmigración había sido percibida por los pensadores del siglo XIX como un instrumento de desarrollo asociado al progreso. Y, en contrapartida, repara: “En este contexto, la emigración es sentida o vivida como un fracaso respecto de aquel originario proyecto de país y como una pérdida de recursos humanos valiosos”.

La salida de cada argentino, cualquiera fuese su razón, puede validarse como pequeños fracasos y debilitan la visión de país. Un repaso rápido por la historia moderna argentina advierte al menos cuatro contextos de éxodos, exilios o desplazamientos poblacionales. Lelio Mármora, director de la maestría y carrera de especialización sobre Políticas y Gestión de Migraciones Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, dijo que la primera migración de argentinos es hija del viernes 29 de julio de 1966: “la noche de los bastones largos”, el detonante de la mayor fuga de cerebros.

Un mes antes, el general Juan Carlos Onganía había conducido el golpe militar contra la democracia y el gobierno de Arturo Umberto Illia. Bautizó el alzamiento como “Revolución Argentina”. El día de la usurpación, la Universidad de Buenos Aires difundió un comunicado de repudio firmado por su rector Hilario Fernández Long. Los sesenta fueron años tumultuosos y en el país, y en el continente, las ideologías políticas se enfervorizaron. Horas antes de que las tropas de la guardia de infantería de la Policía Federal al mando del general Mario Fonseca se agolparan en los alrededores de la histórica Manzana de las Luces, por entonces sede de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, el gobierno de facto promulgó el decreto ley 16.912 que determinaba la intervención de las universidades, prohibía la actividad política en las facultades y anulaba el gobierno tripartito, vigente desde la reforma de 1918 e integrado por graduados, docentes y alumnos.

Los actores afectados por la intervención se autoconvocaron en las universidades para coordinar medidas de resistencia. No tuvieron tiempo. “La universidad es una cueva de comunistas”, decía Onganía. La “Operación Escarmiento” orquestó el desalojo de cinco facultades porteñas. Los reprimieron, los golpearon, los detuvieron. El efecto fue el deseado por las fuerzas institucionales. Según un informe especial de la química Silvia Braslavsky y el matemático Raúl Carnota, en la primera semana de agosto de 1966 renunciaron 1.378 docentes391 en Exactas y Naturales, 305 en Filosofía y Letras, 268 en Arquitectura y Urbanismo, 180 en Ingeniería, 66 en Derecho, 35 en Ciencias Económicas, 34 en Medicina, 20 en Agronomía y Veterinaria, 14 en Farmacia y Bioquímica, 2 en Odontología y 63 en los institutos dependientes del rectorado.

Se desmantelaron las escuelas de Biología Marina, Cálculo, Meteorología y Televisión Educativa. Se exiliaron 301 profesionales argentinos: 166 fueron contratados por universidades latinoamericanas, 94 por Estados Unidos, Canadá y Puerto Rico, y 41 por casas de estudio de Europa. El drenaje de talentos comprendió a mentes magníficas: el filósofo Risieri Frondizi; el epistemólogo, físico y meteorólogo Rolando García, que en el exilio desarrolló la epistemología genética junto con Jean Piaget; el historiador Tulio Halperín Donghi; el epistemólogo Gregorio Klimosvsky; la astrónoma Catherine Gattegno; la médica psiquiatra Telma Reca, experta en Psicología Evolutiva; la física atómica Mariana Weissmann; y Manuel Sadosky, el hombre que conectó en la UBA a Clementina, la primera computadora del país.

Fue el primer gran éxodo. Se llevó a personas calificadas, muchos científicos y técnicos. No fue masiva pero no se trató de un acto individual: significó que un grupo de profesionales decidiera emigrar por la pérdida de autonomía de las universidades y la falta de libertad de los investigadores. La segunda fue mucho más grande -explicó Mármora-: el exilio durante la dictadura militar. En esa ocasión, aproximadamente entre 40 y 50 mil argentinos se escaparon del país. Algunos fueron a Europa, otros hacia México e incluso muchos fueron a vivir a Venezuela, que recibió alrededor de quince mil argentinos”.

Mármora repite las cifras sin leer: dirigió la Dirección Nacional de Migraciones de Argentina entre 1973 y 1974. Por sus enfrentamientos con José López Rega, el Brujo, secretario privado y ministro de Bienestar Social de Juan Domingo Perón e Isabel Perón, debió exiliarse con su esposa y sus tres hijos primero en Perú y después en Colombia, donde permaneció hasta regresar al país en 1984 con la restitución de la democracia por gestión de la “Comisión Nacional para el retorno de los argentinos en el exterior”, formulada por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto a través del Decreto 1798/84, como órgano asesor del Poder Ejecutivo. Ese programa, aseguró Mármora, permitió que dos terceras partes de los migrantes volvieran a instalarse en el país.

Elda Evangelina González Martínez es doctora en Antropología Cultural por la Universidad de Uppsala (Suecia), en Historia Contemporánea por la Universidad Complutense de Madrid y profesora de Investigación del Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas del gobierno español. Su estudio se concentra en los estudios de antropología cultural argentina. El escrito Buscar un refugio para recomponer la vida: el exilio argentino de los años ’70 -publicado en 2009- comienza con un párrafo resumen: “El exilio argentino que se produce en la década del setenta del siglo pasado se halla inserto en el marco del proceso de violencia política imperante en el país desde 1974, y especialmente, a partir del terrorismo de Estado impuesto entre 1976 y 1983. La salida forzada de miles de argentinos fue el resultado directo de las prácticas represivas implementadas desde el aparato estatal y paraestatal. Por ello, es que la historia del exilio de ese período presenta características específicas que lo distinguen de cualquier otro proceso demográfico de emigración argentina previa o posterior”.

La antropóloga sugiere que el cálculo de las salidas es un ejercicio tedioso porque las propias características del exilio no permiten estimaciones fiables. La formación de la cultura migratoria argentina, dotada de raíces europeas, tampoco contribuyó a proporcionar una estadística verídica: muchos hijos de italianos y españoles ingresaron a las tierras de sus ancestros como coterráneos y no como argentinos. En su investigación, González Martínez, se aventura en las cantidades: “En general algunos investigadores que se han ocupado de esta temática estipulan que entre 1970 y 1980 fueron 339.329 los individuos que salieron del país. Mientras que para otros la cifra estimada se aproxima al medio millón de personas”.

Y dice que viajaron militantes políticos y sindicales, peronistas, representantes de las distintas izquierdas, profesionales, intelectuales y hasta neutrales sin actividad política que huyeron por el temor de la persecución desatada y dado a que podían quedar asociados a las “fuerzas subversivas” por su entorno íntimo. Emigraron, durante la última dictadura militar, personas sin prevalencia de género específica y en general pertenecientes a la clase media urbana.

Para Silvina Jensen, profesora del departamento de humanidades de la Universidad Nacional del Sur, investigadora del Conicet y especialista en el exilio de la década del setenta, las cifras son materia aún en discusión. Su respuesta más adecuada precisa que un 1 y un 2% de la población, desde 250 mil hasta medio millón de argentinos, sale durante la dictadura por razones políticas”. Los argumentos son múltiples pero repiten un denominador común: la violencia política. “Los exiliados salen huyendo y sin más porque entienden que su vida y su libertad están en peligro, bajo la percepción de amenaza; porque fueron chupados, pasaron por un centro clandestino y fueron liberados; porque atravesaron experiencias represivas como cárcel, secuestros o reapariciones; porque fueron cesanteados de la administración pública; porque su vínculo profesional o sentimental fue diezmado por las fuerzas institucionales”.

“Para buena parte de la militancia el exilio no era una opción -reflexionó-. Fue entendido como un acto para rearmarse, para salvar los cuadros más importantes de la organización. Era un acto breve, provisorio”. No fue un desplazamiento deseado: no se fueron por gusto, por una perspectiva de realización personal. Se entiende que en los excluidos del mercado laboral o del sistema, en aquellos que pierden proyección en el país, hay una búsqueda por el bienestar, por el desarrollo profesional, por la seguridad y la calidad de vida. El exilio no es una búsqueda, es una huida que se percibe como un castigo o una situación injusta”.

Argentina perdió artistas, trabajadores, profesionales, científicos, dirigentes sindicales, sectores intermedios de organizaciones sociales y políticas en el último exilio político: mayoritariamente -no todos- activistas de un cambio social, militantes comprometidos. Jensen lo definió como un fenómeno migratorio que atravesó la pirámide social pero que no representaba una opción disponible para todos: “No imaginamos en el exilio de los setenta que los sectores más desfavorecidos de la sociedad ni la población rural hayan salido del país”.

Caracterizó la emigración de los setenta como la más numerosa en términos políticos, con un sesgo generacional sin distinción de género. Y lo piensa como una diáspora por su dispersión geográfica: “América Latina, que había sido el espacio habitual de los exilios políticos que acompañan la historia argentina, no era una opción viable. Hubo países latinoamericanos que sí facilitaron o posibilitaron el exilio por el tipo de gobierno que tenían como Venezuela y México, particularmente. Pero el que más exiliados recibió fue España”. Jensen también citó, como horizonte de los exiliados, a Francia, por tener la embajada argentina más grande de Europa y a Italia por los estrechos vínculos migratorios que concedieron ciudadanías dobles.

El exilio argentino en Francia de la historiadora María Oliveira-Cézar recupera las estadísticas de la Oficina Francesa de Protección a las Personas Refugiadas y Apátridas (OFPRA), una institución dependiente del Ministerio de Asuntos Extranjeros, creada por el gobierno francés a raíz de la Convención de Ginebra de 1951. La autora detalla que entre 1976 y 1983 la entidad recibió 975 pedidos de asilo político de argentinos: acordó 921 y rechazó 54. Hubo más de cien que empezaron el trámite y no lo continuaron, pero tomaron el recaudo de anular el dossier para limpiar las huellas. Hubo otro centenar que apeló a sus antepasados para obtener la nacionalidad francesa. “Podemos colegir -apuntó Oliveira-César- que las diversas categorías de exiliados políticos argentinos en Francia sumarían entre 2.200 y 2.500 personas adultas, la mitad de las cuales instaladas en París y sus suburbios”.

Otra fue la epopeya de Enrico Calamai, cónsul de Italia en Buenos Aires entre 1972 y 1977. A sus 31 años, adoptó la figura de héroe silencioso, casi anónimo. En un cuarto íntimo del consulado, dio refugio a militantes argentinos, les entregó pasaportes italianos y los envió a Roma vía Uruguay o vía Brasil hasta febrero del ’77. Habrá salvado al menos a 500 perseguidos políticos.

En una entrevista a Tiempo Argentino realizada en agosto de 2018, recordó: “Había dos tipos de situaciones, la de los familiares, en general matrimonios de italianos con hijos nacidos en Argentina, y la de los chicos jóvenes que llegaban y decían que ya no tenían dónde esconderse, que los perseguían, que si salían a la calle los atraparían y de seguro los torturaban y mataban. Lo que era asombroso y desestabilizador es que yo en mi oficina comprendía lo que estaba ocurriendo pero cuando salía a la calle todo era normal, como si nada pasara. Eso fue lo que me hirió psicológicamente”.

La investigadora Jensen apuntó otros datos centrales de la construcción del exiliado en subversión. Los contrastó con el libertador José de San Martín, la figura por excelencia del exiliado político de la historia argentina. El exilio del setenta fue, en cambio, colectivo y comprendió a actores de peso relativo en el entramado político: no hubo líderes ni partidos tradicionales afectados; los expulsados (aún los peronistas) se movían en la clandestinidad. Y postuló la teoría de los rosistas y los antirrosistas, los peronistas y los antiperonistas: los antecedentes de exilios grupales ligados a opositores. No se trataron de movimientos masivos pero sí simultáneos. Esgrimió: “El exilio de los setenta no se congregó en un período de tiempo tan pequeño y en un espacio geográfico tan concreto que permitiera visualizar la idea de un éxodo o de una retirada”. No hubo aglomeraciones de exiliados políticos en Ezeiza porque la estrategia original de la Junta Militar no era la deportación. El plan era la desaparición y eliminación.

Los exiliados mantuvieron la idea del regreso como reivindicación de sus ideales y como capital político. Los retornos se suscitaron principalmente después de la Guerra de Malvinas, cuando el dispositivo de represión entró en decadencia. Durante esos años, los que volvían se encontraron con argentinos con las valijas hechas, atravesados por la crisis económica, los efectos del plan económico neoliberal de Martínez de Hoz y la inflación galopante. “Esto le sirvió a los militares: aquel que se había ido formaba parte de la fantasía viajera de los argentinos, la idea de que cuando el cinturón aprieta la salida que tenemos es irnos del país, y a su vez, nunca reconocieron la existencia de exiliados porque no había una ley de destierro, una norma que estableciera el destierro como penalidad”, dijo Jensen.

Argentina pasó del exilio, un proceso colectivo dominado por la ecuación de poder y la violencia institucional, al éxodo, una riada humana masiva estimulada por un deseo de realización personal. Jensen se niega a decir que los perseguidos políticos adoptaron una decisión voluntaria: su huida supuso un impulso, no un proyecto. En la misma década, el país padeció dos fenómenos de desplazamiento de población de raíces disímiles. El exilio durante la última dictadura militar que llegó hasta 1983 y la hiperinflación de 1989. Fueron años contradictorios: argentinos que volvían por argentinos que se iban.

“El fenómeno hiperinflacionario desatado en 1989/90 ha sido único en la historia argentina. Nunca antes y -afortunadamente- nunca después, el país vivió semejante descalabro de precios”, es el comienzo del documento La hiperinflación de 1989/90. Aportes y reflexiones sobre un episodio que marcó la historia argentina firmado por Marcelo Krikorián, profesor ordinario adjunto de Economía Política de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de La Plata.

“Empezó en febrero de 1989 y se extendió hasta el mes de julio de ese mismo año, cuando alcanzó su pico de 194% de inflación mensual”, graficó Ricardo Aronskind, licenciado en Economía de la Universidad de Buenos Aires y magíster en Relaciones Internacionales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.

El PBI se desmoronó, el poder adquisitivo cayó en picada, los sueldos se pulverizaron, las reservas se esfumaron, la fuga de capitales se incrementó, la recesión se ensañó, el desempleo, el hambre y la pobreza treparon. Nada nuevo y nada bueno. El ’89 fue puro caos: la crisis desparramó violencia, protestas, saqueos, represión, decenas de muertos y forzó la entrega anticipada del poder. Pero no solo eso, también cosechó desencanto, desesperanza, angustia. Quienes pudieron emigraron movilizados por una coyuntura adversa.

Lucila Nejamkis, doctora en Ciencias Sociales e investigadora del Conicet, dijo que una línea de exploración ahondó en los estudios sobre la emigración de argentinos -hijos de inmigrantes de ultramar- hacia Europa: “Hacia fines de la década del ochenta, con la crisis económica, política y social se volvió a hablar de la emigración de argentinos como un tema de agenda”.

Los expertos en la materia nombran a la hiperinflación del ’89 como responsable de uno de los principales flujos migratorios. Pero no hay datos: desde las áreas de Migraciones y Cancillería respondieron que no disponen de estadísticas oficiales referidas a los egresos de argentinos en la historia moderna.

2001 es, por diferencia, la vedette de los procesos de emigraciones argentinas. Las cifras abundan porque abundaban los medios y la demanda de información. Los estudios coinciden en un aspecto: el crecimiento de los saldos migratorios negativos. En 2000 y 2001, según la procesión de datos que el INDEC tomó del Aeropuerto Internacional de Ezeiza, el aeropuerto Jorge Newbery y el puerto de Buenos Aires, Argentina registró cifras con un menos adelante: entraban pocos y se iban muchos, muchísimos. “Se trata a todas luces de un fenómeno paradigmático para una sociedad constituida a partir de inmigraciones internacionales masivas”, escribió Esteban en el documento lanzado en 2003 bajo el título Dinámica migratoria argentina: inmigración y exilios.

En el escrito, el autor le asigna números al fenómeno precipitado de los migrantes: en el 2000 hubo 69.795 argentinos que no volvieron al país y en 2001, 48.292. El saldo negativo es descripto como “insólito” en la historia argentina. “Si lo observamos en perspectiva comparada, significa que en dos años emigraron del país prácticamente un quinto del total de residentes argentinos en el exterior, es decir, de un stock constituido por cincuenta años de crecimiento”, explicó el sociólogo.

Si en los desplazamientos anteriores migró un conglomerado específico en términos demográficos, en 2001 fue distinto. Lucila Nejamkis profundizó: “Una de las características que marcan la emigración en ese periodo es que se da un carácter más heterogéneo entre la población que emigra. Es decir, previamente la mayoría eran profesionales universitarios. A partir del 2001 los emigrados argentinos tiene un carácter más variado en su composición social, aunque siempre debemos pensar en gente de clase media para arriba. A los profesionales se sumaron personal técnico y otras ocupaciones. En esta etapa, un reflejo de esta situación lo configura el crecimiento de los saldos migratorios negativos de argentinos, el número de argentinos censados en otros países, así como la demanda de la doble ciudadanía por parte de los argentinos descendientes de europeos, en particular de españoles e italianos”.

“La crisis económica, política y social de principios de la década de 1990, que estalló en diciembre de 2001, acentuó el proceso de emigración. Un reflejo de esta situación lo configura el crecimiento de los saldos migratorios negativos de argentinos, el número de argentinos censados en otros países, así como la demanda de la doble ciudadanía por parte de los argentinos descendientes de europeos, en particular de españoles e italianos”, describe el primer capítulo del libro de Susana Novick en el que también participó Lucila Nejamkis junto a otros cuatro especialistas.

El trabajo concede recortes periodísticos de época: para el 20 de diciembre de 2002 -un año después de la masacre de Plaza de Mayo que acabó con cinco vidas y centenares de heridos- 587.005 argentinos vivían en el extranjero, según informes de Cancillería; en el mismo año 128.312 ingresaron a España con visa de turismo de tres meses y solo 18.742 (el 14,6%) regresaron al vencer el permiso, en rigor a reportes del Ministerio del Interior.

Argentina estalló en 2001. La expresión unánime del “que se vayan todos” se tornó literal: pasaron cinco presidentes en una semana. Hubo protestas, cacerolazos, gritos, represión, muertes, una salida de la convertibilidad y un corralito. Se configuró la idea de que irse era una solución. Fernando Esteban destacó el volumen y la vertiginosidad del movimiento migratorio de 2001. “Según datos oficiales, en tan sólo dos años abandonaron el país 118.087 argentinos y a juzgar por la prensa, también lo hicieron más de 30.000 inmigrantes extranjeros. Si se compara esta cantidad de emigrados argentinos con el stock estimado de los que residen en el exterior -alrededor de 600.000-, nos encontramos que en dos años se fue del país la misma cantidad de gente que habitualmente lo hacía en diez”.

El ensayo de Novick sitúa en la década del ochenta una cifra estimada en 200 mil argentinos viviendo fuera del país, con preponderancia en Estados Unidos y España. En 2008, el Banco Mundial le entregó un informe al gobierno nacional en el que le informaba que había 800 mil argentinos dispersos por el mundo: más que todos los habitantes de Jujuy. Una investigación llamada Crónicas del retorno. Motivaciones y estrategias del colectivo argentino en España, encargada por la Comunidad de Madrid a la periodista e investigadora Hebe Schmidt, detalla que en 2010 había 971.698 argentinos distribuidos en el exterior. Las Naciones Unidas contaron en 2019 1.013.414 emigrantes argentinos, lo que representa un 2,27% de la población. Lelio Mármora fue contundente: “El narcisismo inmigratorio que teníamos se terminó”.

En diciembre de 2000, el diario El País de España extrajo los resultados de una encuesta. Resaltó que un 30% de los argentinos se irían del país si pudieran. La nota se completaba con cifras en contexto: los visados habían crecido en dos años un 77 por ciento y los 56 empleados del consulado español en Buenos Aires -el mayor del país europeo en todo el mundo- estaban colapsados con los mil trámites diarios de nacionalidad.

Veinte años después, la tendencia parece haberse consolidado. Según la consultora Taquión Research Strategy, en base a un relevamiento de julio de 2020, ocho de cada diez argentinos con posibilidades de proyección se irían del país si tuvieran las condiciones para hacerlo. La Universidad Argentina de la Empresa (UADE) le preguntó lo mismo, en tiempos de prepandemia, a 1.179 habitantes de la ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires con un nivel socioeconómico medio-alto y un promedio de edad de 32 años. El 75 por ciento -o tres de cada cuatro- consideró la opción de emigrar. Las razones: las crisis económicas recurrentes, la búsqueda del desarrollo profesional, la alta presión tributaria y la inseguridad.

“En épocas de estabilidad, la emigración disminuye y se vincula más fuertemente a motivos de estudio o profesionales. En los momentos de crisis, se genera un clima migratorio, expresado en un mayor deseo de las personas de residir en el exterior, con independencia de las posibilidades efectivas de poder hacerlo. Estos climas son reflejados por los medios de comunicación masiva, los que a su vez retroalimentan estas expectativas. Esto pudo verse claramente durante la crisis del 2001”, retrató Marcela Cerrutti, investigadora del Conicet y del Centro de Estudios de Población. Silvina Jensen elaboró una reflexión alineada a la visión de éxodos por crisis: “Los argentinos somos un pueblo al que la idea de irse del país aparece como alternativa, posibilidad y proyecto en momentos en donde la situación económica se torna desfavorable y compleja”.

El coronavirus, la pandemia, el aislamiento y la crisis -el 2020 en definitiva- cimentó una percepción de desencanto en la población argentina con capacidad de proyección y con respaldo para costear un traslado y un proyecto. La incertidumbre disparó la demanda de potenciales emigrantes.

Carlos Enciso, embajador uruguayo en Argentina, contó que reciben cien trámites semanales para solicitar la residencia. Pero las propias condiciones de la pandemia, el cierre de fronteras global y los trámites no presenciales, no contribuyen con los registros estadísticos. Cuando los aviones vuelvan a volar, se sabrá si el coronavirus y sus efectos devastadores habrán potenciado un nuevo proceso migratorio. Y habrá, también, otras investigaciones que indaguen en los desplazamientos poblacionales motorizados por la pandemia.

Milton del Morral (publicado por Infobae.com el 27/09/2020)

Fuente https://www.infobae.com/sociedad/2020/09/27/los-exodos-de-la-argentina-los-momentos-historicos-que-hicieron-que-muchos-se-fueran-del-pais/

La Unión Europea lanzó su reforma del sistema migratorio: más controles fronterizos y rápida deportación

La Unión Europea lanzó este miércoles su Nuevo Pacto por la Migración y el Asilo, una controvertida reforma del sistema migratorio que distribuye responsabilidades entre Estados miembros pero también refuerza los controles fronterizos y fortalece los mecanismos de reenvío de migrantes irregulares a sus países de origen.

Para la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el documento representa un equilibrio “justo y razonable” entre “responsabilidad y solidaridad”.

Cinco años después de la enorme crisis migratoria de 2015, este nuevo conjunto de normas establece que aquellos países que no deseen recibir demandantes de asilo en caso de una enorme oleada migratoria deberán en cambio asumir la responsabilidad en el procedimiento de reenvío de esas personas a los países de origen.

Esta es una forma de sortear la persistente negativa de países como los del grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia) a acoger a solicitantes de asilo, y que resultó en el incumplimiento de las cuotas de reubicación decididas después de 2015.

Objeto de interminables negociaciones y numerosas críticas, este nuevo plan también propone blindar judicialmente a las organizaciones no gubernamentales (ONG) que rescatan migrantes en el mar.

Al mismo tiempo, revisa el principio vigente hasta ahora por el cual el país de llegada de un migrante a la UE tiene la responsabilidad de tratar sus solicitud de asilo.

Se trata de una reforma radical del sistema basado en el Convenio de Dublín, eje de tensiones en el bloque ya que coloca todo el peso en los países situados en las fronteras externas de la UE, como Grecia Italia, desbordados desde 2015 por la oleada migratoria y la acumulación de demandas de asilo.

También se prevé un proceso acelerado para rechazar más rápidamente a los migrantes que no sean elegibles para recibir protección internacional.

Según la Comisión, se trata de personas que proceden de países con una tasa de respuesta positiva estadísticamente baja a las solicitudes de asilo (menos del 20%), como Túnez o Marruecos.

Para la comisaria europea de Asuntos Internos, Ylva Johansson, “tenemos que concentrarnos más en los retornos (…) En nuestro plan de hoy hay múltiples iniciativas para conseguir una mayor eficacia en los retornos (…) Un punto crucial es, por supuesto, tener buenos acuerdos de readmisión” de esos inmigrantes en su países de origen.

Reenvío y más controles

Por el nuevo plan, si un país se encuentra sometido a “presiones” migratorias y considera que no puede hacerse cargo de los migrantes, puede solicitar la activación de un “mecanismo de solidaridad obligatorio”, que debe ser decidido por la Comisión.

Todos los Estados estarán involucrados, dependiendo de su peso económico y su población. Pero pueden elegir entre dar la bienvenida a los solicitantes de asilo, “patrocinar” el regreso a su país de un migrante que no tiene derecho a permanecer en la UE o ayudar a construir centros de recepción.

Pero si un país de la UE no devuelve a los migrantes a su país de origen en un plazo de ocho meses, debe recibirlos.

La UE tiene actualmente 24 acuerdos de readmisión con terceros países, pero “no todos funcionan”, dijo Johansson.

Uno de los medios de presión será la publicación de informes anuales que evalúen la capacidad de un país en particular para recibir de retorno a sus nacionales, y que tendrá consecuencias en la emisión de visados a estos ciudadanos.

Por su parte, el vicepresidente de la Comisión Europea, Margaritis Schinas, dijo que el nuevo plan incluye un refuerzo de los controles fronterizos. “Bajo la nueva normativa, todos los recién llegados serán sometidos a intensos chequeos de identidad, seguridad y salud”, señaló.

Las críticas al nuevo plan migratorio no tardaron en surgir.

Para Marissa Ryan, de la organización humanitaria Oxfam, con su nuevo pacto la UE “se inclinó ante la presión de los países del bloque cuyo único objetivo se disminuir el número de personas que reciben protección en Europa”.

Mary Nyman, secretaria general de Cáritas en Europa, consideró “inaceptable que el nuevo mecanismo de solidaridad (…) para sustituir el Convenio de Dublín permita a países miembros la opción de rechazar la aceptación de migrantes mediante el reenvío a sus países de origen”.

Otro experto en legislación migratoria europea, Francois Gemenne, dijo que el nuevo pacto era un “balance entre la xenofobia y la cobardía”.

Fuente https://www.infobae.com/america/mundo/2020/09/23/la-union-europea-lanzo-su-reforma-del-sistema-migratorio-mas-controles-fronterizos-y-rapida-deportacion/

El escándalo del examen de italiano de Luis Suárez: “Gana 10 millones, tiene que aprobar”

El culebrón por el traspaso de Luis Suárez ha escrito un nuevo capítulo este martes por la mañana en Italia. La Guardia di Finanza, algo así como el cuerpo de Vigilancia Aduanera español, ha comunicado que investiga el examen de italiano que realizó el jugador uruguayo la semana pasada para obtener la ciudadanía. Según el comunicado, Suárez conocía las preguntas de antemano y fue puntuado incluso antes de responderlas. El proceso abierto, más allá de las consecuencias penales que pueda tener para los implicados, dejaría sin efecto la ciudadanía italiana del futbolista y la posibilidad de recalar en la Serie A sin ocupar plaza de extracomunitario.

Suárez tuvo que someterse a dicha prueba la semana pasada en la Universidad de Perugia para dejar abiertas las puertas a un posible fichaje por la Juventus de Turín o por el Inter de Milán. A diferencia de España, Italia obliga a dicho examen para obtener la ciudadanía a los futbolistas, un requisito indispensable para que pudiera concretarse el pase del futbolista uruguayo a Italia. Tras el examen, el profesor que le examinó aseguró en una entrevista a la SER que “Suárez comprendía sin problemas el idioma”. La prueba duró mucho menos de lo habitual. En las escuchas realizadas en la investigación, según la agencia ADNKronos, puede oírse a un profesor decir: “No conjuga una palabra y habla en infinitivo…. pasar dos horas de lección con alguien así no es fácil”.

La Guardia di Finanza deja poco espacio a la duda en su comunicado. “Se han detectado irregularidades en la prueba de certificación de lengua italiana, realizada el 17 de septiembre y necesaria para la obtención de la ciudadanía italiana”, apunta. “De la actividad investigativa ha resultado que los argumentos del examen habían sido previamente concordados con el candidato y que la relativa puntuación fue atribuida antes incluso de la prueba. Incluso aunque fuera constatada por los profesores del curso a distancia un conocimiento elemental de la lengua”. En las escuchas puede oírse también cómo los profesores hablan de la nota que deben ponerle, pero temen que “los periodistas le hagan un par de preguntas y Suárez entre en crisis”. La Gazzetta desvela algunas frases, grabadas, de los policías que recoge la investigación: “Gana 10 millones, tiene que pasar el examen”; “¡pero si no puede conjugar los verbos y solo habla en infinitivo!”; “dime qué nota doy y listo”; “si no aprueba nos ponen una bomba”; “le hemos preparado bien, está memorizando parte del examen”, dicen algunos de los responsables en el examen.

El fichaje de Suárez por un equipo italiano se ha enfriado en las últimas horas y parece estar mucho más cerca del Atlético de Madrid, pese a la reticencia del FC Barcelona a que fiche por un rival directo a coste cero. La investigación abierta en Italia complicaría enormemente el traspaso del uruguayo a otro equipo que no fuera el del Cholo Simeone.

Daniel Verdú (publicado por El País el 22/09/2020)

Fuente https://elpais.com/deportes/2020-09-22/el-examen-para-la-ciudadania-italiana-de-luis-suarez-estuvo-amanado.html

El barón que amenaza el poder de Salvini

Hay victorias más amargas que algunas derrotas. Matteo Salvini, líder de la Liga, el hombre que hasta hace unos meses dominaba todos los sondeos en Italia, notó ese extraño sabor la tarde de este martes cuando asistió al recuento y al resultado estratosférico del candidato de su partido en Véneto. Luca Zaia (Conegliano, 52 años), un barón curtido en la vieja Liga Norte de Umberto Bossi, logró hacerse en las elecciones regionales celebradas el domingo y el lunes con el 76,8% de los votos frente al humillante 15,7% de su rival directo del centroizquierda. El problema es que Zaia no comulga con los métodos de Salvini, con su estrategia populista de expansión en el sur del país ni con su manera de afrontar la crisis de la covid. Quizá por eso, se presentó a los comicios con una lista personal en coalición que obtuvo el triple de apoyos que la marca original del partido. Un bofetón electoral que llega de dentro y que será difícil de ocultar en las próximas semanas.

La victoria de Zaia es la de un estilo distinto dentro de la Liga: moderado, europeísta, liberal y basado en la eficacia de la gestión. Véneto, entre otras cosas, ha sido la región que mejor ha pilotado la crisis sanitaria en Italia. Mientras la curva de contagios fue al inicio calcada a la de Lombardía —donde gobierna Attilio Fontana, un hombre de Salvini—, la evolución ha terminado siendo infinitamente mejor que la de su vecina. Una eficacia debida a la velocidad de actuación, los test masivos y el talento de Andrea Crisanti, uno de los virólogos de cabecera de Zaia (aunque luego hayan acabado distanciándose). Sucedió mientras Salvini seguía minimizando el impacto del virus y asistiendo a mítines y besamanos sin ponerse la mascarilla.

Zaia es un pata negra de la Liga. Hijo de una familia humilde —su padre era mecánico— de la provincia de Padua, formado en las filas del partido desde muy joven —entonces organizaba fiestas— de la mano de Umberto Bossi, fue prosperando en elecciones municipales. Conoce al milímetro el territorio y empatiza con los ciudadanos. Licenciado en la escuela de Enología y de Ciencias de la Producción Animal, se sirvió de ese conocimiento para ser ministro de Agricultura entre 2008 y 2010 en uno de los Gobiernos de Silvio Berlusconi. Hoy afronta su tercer mandato y es el segundo político más valorado de Italia, por detrás del primer ministro, Giuseppe Conte.

Tras los resultados, los socios de Salvini comienzan a hablar abiertamente de su liderazgo dentro de la coalición. También del peso que debe tener su partido en la toma de decisiones del artefacto que forman las tres formaciones. Renato Brunetta, diputado de Forza Italia y peso pesado del partido de Silvio Berlusconi, no tiene dudas del cambio que se abre: “Habrá que plantear un gran debate sobre su peso y el de la Liga en la coalición. Su línea política, que ha imprimido a todo el centroderecha, ha perdido el empuje: cayó en Emilia Romaña, en Toscana… Pero es que en Véneto también ha perdido, porque su lista es un tercio de la de Zaia. Su estrategia para la Liga nacional no existe. Y la Liga en el Norte ya no es Salvini: es Zaia. Y eso es un elemento muy fuerte a tener en cuenta. Así que tendrá que hacer las cuentas en su propia casa, pero nosotros deberemos hacerlas también en el nuevo equilibrio de la coalición”.

La visión del presidente de Véneto sobre la Unión Europea y sobre la utilización de los recursos que brinda el Mede (el Mecanismo Europeo de Estabilidad), por ejemplo, son sustancialmente distintas de las de su jefe. “No lo dice en público, pero está a favor de su utilización”, señalan fuentes de su entorno. Véneto siempre ha sido un verso suelto dentro del partido —en su logo se llaman Liga y no Lega, y llevan el León de San Marcos—, pero las tradicionales diferencias ahora empiezan a ser un ejemplo a seguir por el resto del partido.

Reequilibrio

En la Liga hay distintas corrientes que comienzan también a mostrar su desacuerdo con algunas de las decisiones de Salvini. Hombres como Giancarlo Giorgietti, a quien el propio Salvini colocó como jefe de gabinete durante el año que gobernaron en Italia con el Movimiento 5 Estrellas (M5S), han cuestionado ya sus decisiones. Un histórico diputado lombardo del partido, conocedor de las dinámicas internas, lo resume así: “Formalmente, no cambia nada. Zaia dice que seguirá siendo el gobernador y Salvini el capitán [como le gusta que le llamen]. Pero, en realidad, ya nada será como antes dentro de la Liga. La victoria de Zaia es la de un estilo distinto, más moderado y pragmático. Y si echas un vistazo a los votos de Véneto, donde Zaia ha querido distanciarse de él, este estilo es el ganador”.

En la coalición de derechas ya pocos dudan de que el Gobierno de Giuseppe Conte, formado por el PD, el M5S e Italia Viva (el partido de Matteo Renzi), tiene muchas posibilidades de agotar la legislatura. El adelanto electoral pasaba por un zarpazo de la derecha en las regionales, algo que no ha sucedido —de las seis principales regiones en liza se han repartido tres cada bloque—. “Es evidente que durante ese tiempo habrá una corriente interna en la Liga que intentará derrocarle”, señala un miembro de la coalición.

Hermanos de Italia, el único de los tres partidos que ha mejorado sustancialmente sus datos —ha logrado hacerse con la región de Las Marcas, en manos del PD hasta ahora— cree que habrá que reequilibrar las fuerzas cuando se acerquen las elecciones políticas. Guido Crosetto, uno de sus tres fundadores cree que “habrá que unir algo más el centroderecha”. “Se ha mostrado demasiado dividido. Cada uno interesado en el destino de su propia marca. Y sí, claro, cuando elijamos nuevos candidatos habrá que reequilibrar los pesos con la situación actual”, advierte. Y en ese reequilibrio, quizá después de dos o tres años, Zaia podría emerger ya con fuerza.

Daniel Verdú (publicado por El País el 22/09/2020)

Fuente https://elpais.com/internacional/2020-09-22/el-baron-que-amenaza-el-poder-de-salvini.html

Conte recargado

El resultado de las elecciones regionales y del referéndum constitucional celebrados entre el domingo y el lunes en Italia supone un espaldarazo para el Gobierno de coalición de centroizquierda gracias al sólido resultado del Partido Democrático (PD) y a la derrota de la Liga de Matteo Salvini. La formación socialdemócrata ve así reforzada su aceptación entre el electorado y puede exigir una reconfiguración de fuerzas en el Ejecutivo presidido por Giuseppe Conte.

En los primeros comicios tras la aparición de la pandemia —de la que Italia ha sido una de las primeras y mayores víctimas— se dirimían los Gobiernos de las regiones de Liguria, Toscana, Véneto, Las Marcas, Apulia, Campania y Valle de Aosta. La ultraderecha liderada por Salvini se había marcado como objetivo prioritario Toscana. De haberla conseguido, el líder de la Liga hubiera obtenido una victoria histórica fundamental para su proyecto de desestabilizar al Ejecutivo central, formado por el PD y el Movimiento 5 Estrellas (M5S). Una estrategia que persigue desde que él y su partido fueran expulsados en 2019 del Gobierno de Conte —un abogado en la órbita del M5S— y reemplazados precisamente por el PD. Un triunfo de Salvini habría supuesto además un golpe demoledor porque Italia se encuentra inmersa en el proceso de negociación de sus presupuestos, que tienen que hacer frente a la crisis económica provocada por la covid-19 y en los que no es una cuestión menor cómo se van a repartir los fondos procedentes de la Unión Europea.

No ha sido así. La izquierda ha retenido su bastión histórico y ha ganado en otras dos regiones. Pero además lo interesante está en el reparto de votos. Mientras que el M5S desciende notablemente, el PD, que representa a la socialdemocracia tradicional y de corte europeísta, logra un sólido resultado que le permite reclamar el título oficioso de ganador de estas elecciones locales. Con un discurso moderado y estando en el Gobierno durante uno de los periodos más difíciles de la reciente historia de Italia, ha obtenido un importante resultado. En este sentido, los votantes han transmitido un mensaje de aceptación para una gestión que está siendo lógicamente complicada, pero en la que los italianos perciben un cierto grado de eficacia. El M5S tampoco ha quedado herido de muerte. Su propuesta de reducir en un tercio el número de diputados y senadores —apoyada sin mucho entusiasmo por sus socios de gobierno socialdemócratas— ha sido respaldada por abrumadora mayoría.

Y aunque tenga que lidiar ahora con una posible reordenación interna del poder, quien puede estar más satisfecho es Conte; ambos resultados refuerzan a su Gobierno de coalición en un momento en que Italia necesita estabilidad política y claridad financiera.

Fuente https://elpais.com/opinion/2020-09-22/conte-reforzado.html

La muchacha del siglo pasado

Ha muerto Rossana Rossanda (RR), “la muchacha del siglo pasado”, como se definía a sí misma en sus memorias, publicadas en el año 2007. Con 96 años, desaparece otro testigo de la historia completa del siglo XX, con la peculiaridad, difícil de encontrar en otros testigos, de pertenecer a la misma seña de identidad política durante toda su vida: RR fue una comunista laica, heterodoxa, militase donde militase, que desarrolló su actividad política como periodista y como escritora dentro de la tradición intelectualmente más brillante de esa familia ideológica: el comunismo italiano, el de Gramsci, Togliatti, Ingrao y Berlinguer, entre otros.

En sus textos y en su práctica pública se encuentra muy nítidamente lo que entiende por militar: “No se puede ser comunista de paso”; “para ser comunista no hace falta carné”; fuera del “partido” (el “partido” siempre es el PCI) hay salvación y se puede realizar una acción eficaz para transformar el mundo, etcétera. Para la izquierda heterodoxa europea (a la izquierda de los partidos comunistas), RR ha sido un mito, análogo en parte a lo que supuso Pasionaria para el comunismo oficial. Sin embargo, ella se alejó cuanto pudo de esa versión de mujer-comunista-símbolo: “De vez en cuando alguien me para amablemente: ‘¡Usted ha sido un mito!’ Ahora bien, ¿quién quiere ser un mito? Yo no. Los mitos son una proyección ajena con la que no tengo nada que ver. Me desazona. No estoy honrosamente clavada en una lápida fuera del mundo y del tiempo. Sigo metida tanto en el uno como en el otro”. Hasta ahora.

RR comenzó a luchar en la resistencia partisana a los nazis antes de acabar la Segunda Guerra Mundial. Se afilió al Partido Comunista Italiano (PCI), en el que militó hasta finales de la década de los sesenta, tras alejarse primero de su línea ideológica (frialdad ante los movimientos estudiantiles de Mayo del 68 y no condena de la invasión de Checoslovaquia por las tropas del Pacto de Varsovia en agosto de aquel año) y luego ser expulsada.

A partir de ese momento, y con un brillante grupo de dirigentes e intelectuales comunistas (Valentino Parlato, Luigi Pintor, Luciana Castellina, Lucio Magri…), fundan Il Manifesto, al mismo tiempo un periódico y un instrumento muy cercano a un partido político.

Con Il Manifesto participarán en la miriada de formaciones extraparlamentarias y a la izquierda del PCI, con quien RR logró ser diputada. A través de este artefacto, mitad medio de comunicación, mitad estructura organizativa política, RR y sus compañeros han estado constantemente presentes en el último medio siglo de vida pública, dando su versión sobre cualquier acontecimiento político, económico y social significativo. Siempre con extremas dificultades económicas y en medio de esos constantes alejamientos y escisiones que forman parte de la historia de la “izquierda coherente”, como se han calificado a veces.

En el prólogo a las memorias de RR (La muchacha del siglo pasado, Foca Editorial), Mario Troti, otro intelectual de la izquierda italiana, escribe nostálgico que esos folios son el relato de un gran amor malogrado entre Rossana y el PCI. En efecto, circula por todo el libro un aura de dolorosa desproporción entre lo que se es y lo que se hace, entre la teoría y lo conseguido, y describe cómo el amor entre la autora ahora fallecida y el PCI atraviesa todas las fases: el estado naciente de enamoramiento, los primeros contactos llenos de entusiasmo, las primeras incomprensiones que consolidan una relación, la ilusión de la identificación, el descubrimiento de lo distinto en el otro, las desconfianzas recíprocas, el ahondarse en las diferencias hasta la conciencia de la incompatibilidad y la dolorosa solución de la separación.

Por los bosques de El Escorial camina a principios de siglo un pequeño grupo de gente entre la que están RR, su compañero K. S. Karol, y sus alumnos. Han acudido a participar en un curso de verano contando su experiencia sobre el ejercicio de la política y el periodismo. Rossana trabaja en Il Manifesto, y Karol escribe y editorializa en Le Nouvel Observateur, y también ha escrito unas memorias extraordinarias (La nieve roja, Alianza). Ambos son colaboradores habituales de EL PAÍS. RR, pelo blanco, ya mayor, una mirada firme, recuerda sus encuentros y encontronazos con Jorge Semprún, camarada Federico Sánchez, y cavila sobre lo que luego será el objeto de sus memorias: las vicisitudes del comunismo y de los comunistas del siglo XX. Han terminado tan mal que es imposible no plantearse qué significaba ser comunista en el año 1943, y qué significa hoy. “Después de más de medio siglo atravesando corrientes, tropezando y retomando de nuevo mi carrera con algunos moratones de más, a la memoria le entra el reuma. No la he cultivado, conozco su indulgencia y sus trampas. También las que consisten en darle una forma. Pero memoria y forma son a su vez un hecho en medio de los hechos”.

Rossana dice a sus interlocutores: “No estoy libre de dudas”.

Joaquín Estefanía (publicado por El País el 21/09/2020)

Fuente https://elpais.com/cultura/2020-09-21/la-muchacha-del-siglo-pasado.html

La izquierda resiste en las regionales italianas y refuerza al Gobierno de Conte

Italia se jugaba su futuro político en una maratoniana doble jornada electoral en la que se decidían los Ejecutivos de siete regiones (Liguria, Toscana, Véneto, Las Marcas, Apulia, Campania y Valle de Aosta). Pero también debía pronunciarse sobre un recorte de parlamentarios que dejaría a los representantes de ambas Cámaras sin un tercio de escaños. Las urnas se mantuvieron abiertas hasta el lunes a las 15.00 para facilitar el voto en plena pandemia. La notable afluencia contribuyó a un resultado que, según las proyecciones, es muy positivo para la maltrecha izquierda italiana. La coalición de derecha (Hermanos de Italia, Forza Italia y Liga) ha logrado imponerse en, al menos, tres de las siete regiones en disputa. Sin embargo, no consigue hacerlo en sus dos principales objetivos: la Toscana, obsesión de Matteo Salvini, líder de la Liga, y Apulia. La izquierda resiste, un resultado que le permite seguir a flote y conceder un respiro al Gobierno de Giuseppe Conte, formado por el Partido Democrático (PD) y el Movimiento 5 Estrellas, que también ha visto cómo se imponía su apuesta por el referéndum constitucional y se recortarán los parlamentarios en un tercio.

Los números, teniendo en cuenta que Valle de Aosta posee un estatuto especial elegía solo a consejeros regionales, hablan de un empate. Pero el detalle de los datos subraya decepciones importantes que pueden marcar la agenda de la derecha en los próximos meses.

Toscana era la partida con mayor trascendencia política. El lugar donde Salvini se había volcado en un todo o nada. La izquierda, en sus distintas mutaciones desde el Partido Comunista Italiano (PCI), ha gobernado aquí en las últimas cinco décadas: siempre desde que hay elecciones regionales. Pero el desencanto hacia un partido demasiado vinculado a las crisis bancarias —la quiebra del Monte Dei Paschi di Siena abrió la caja de los truenos— y un desapego por los problemas del territorio ha permitido a la derecha ir ganando espacio en distintos puntos. Salvini decidió doblar la apuesta y presentó a la joven y agresiva candidata Susanna Ceccardi. Pero la aspirante, según las proyecciones se queda a unos siete puntos del candidato del PD, Eugenio Giani (47%).

El PD solo tenía garantizada la victoria en Campania (el actual gobernador, Vincenzo De Luca ha obtenido el 66% de los votos). Y más allá de la Toscana, la otra región que presentaba más dudas era Apulia (el tacón de la bota). El actual gobernador del PD, Michele Emiliano (46,8%), competía con un también expresidente de la región, Raffaele Fitto (38%), de Hermanos de Italia. La derrota en Apulia deja sin demasiado valor el resto de victorias de la derecha. Especialmente para Salvini.

En Véneto, por ejemplo, la estratosférica victoria de Luca Zaia (con alrededor del 74,5% de los votos frente a los de su rival directo, que ha obtenido 16,6%), que reedita por tercera vez su mandato, es un regalo envenenado para Salvini. El gobernador, muy alejado del líder de la Liga en el tono y las maneras de combatir la pandemia de la covid-19, representa el ala clásica de la vieja Liga Norte. Un sector que empieza a afilar los cuchillos para sustituir a Salvini, acosado por los malos resultados y los escándalos judiciales.

Los resultados abren un nuevo escenario dentro de la coalición de derecha, que solo ha sumado a su elenco de regiones a Las Marcas, hasta ahora gobernada por la izquierda. Salvini, cuyos candidatos no habrán logrado imponerse en ninguna región en estas elecciones, ya no podrá seguir siendo el líder indiscutible de esa área política.

Menos parlamentarios

La votación en el referéndum constitucional, donde se decidía el recorte de un tercio del número de parlamentarios y ha registrado casi un 60% de participación, ha terminado como pronosticaron todas las encuestas en los últimos meses. El resultado (69% de apoyos al ) ha sido abrumadoramente favorable a una reforma que podría ser la antesala para terminar con el sistema bicameral perfecto de Italia, según todos los constitucionalistas consultados.

El recorte, que no entraría en vigor hasta el final de la legislatura (2023) prevé reducir los escaños en la Cámara de Diputados de 630 a 400. Y en el Senado de 315 a 200. Hoy hay un diputado por cada 96.000 habitantes y un senador por cada 188.000 ciudadanos. Con la reforma se reduciría esa representación e Italia pasaría a ser uno de los países de la UE con menor número de diputados con respecto a su población. Tendría uno por cada 151.000 habitantes. España le iría a la zaga con uno por cada 133.000. Respecto al número de senadores, en cambio, Alemania y Polonia estarían por debajo.

La iniciativa ha sido una de las banderas del Movimiento 5 Estrellas, socio mayoritario de la coalición de Gobierno. El PD, pese a que en el pasado se había mostrado en contra y que muchos de sus miembros la consideren enormemente populista, ha terminado apoyándola para evitar que el Ejecutivo pudiese resquebrajarse. La apuesta se daba por segura, pero la victoria en el referéndum y haber resistido la embestida de la derecha en las regionales aportará estabilidad al Gobierno de Conte. Las cuentas internas que deban hacer ahora los socios para reequilibrar las fuerzas es una cosa distinta.

El primer test electoral de la era Covid en Italia, una prueba de fuego para el gobierno de Conte

En el primer test electoral de la era Covid-19, poco más de 46 millones de italianos fueron convocados a votar entre hoy y mañana para un referéndum sobre un drástico recorte del número parlamentarios y para renovar las autoridades de 7 regiones y 962 comunas.

Con la pesadilla del coronavirus aún latente -tanto es así que hubo problemas para reclutar a autoridades de mesa-, la cita electoral podría tener serias repercusiones en la estabilidad del gobierno de Giuseppe Conte si la derecha conquista la Toscana, bastión histórico de la izquierda, donde se libra una batalla cabeza-cabeza. También hay incertidumbre por lo que pasará en Puglia, mientras que en otras regiones como Véneto y Liguria se espera que gane cómodamente la oposición de centroderecha, que se presentó unida. Se vota asimismo en el Valle d’Aosta, donde no se elige en forma directa al gobernador porque tiene un estatuto especial.

Es en la Toscana, región desde siempre “roja”, pero que en los últimos años fue perdiendo en manos de la centroderecha ciudades como Pisa, Arezzo, Grosseto y Siena, donde el gobierno se juega al todo o nada, según analistas.

Allí, si la joven Susanna Ceccardi, candidata de la derechista Liga de Matteo Salvini, de 33 años, llega a ganarle a su rival de centroizquierda, Eugenio Giani, poco carismático referente del Partido Democrático (PD), que tiene casi el doble de años, podría ocurrir una verdadera hecatombe para el gobierno. Este se basa en una precaria coalición entre el PD y el antisistema Movimiento Cinco Estrellas (M5E), que a diferencia de la oposición, no se presentaron juntos en la votación, en un fiel reflejo de su extraña alianza. Para el PD, que según los sondeos retendrá la región de Campania (cuya capital es Nápoles) y espera hacer lo mismo con Puglia y las Marcas, perder la Toscana significaría un golpe psicológico tan fuerte que tendría repercusiones en el gobierno, que para algunos incluso podría caer.

Aunque Conte suele decir que el valor de esta cita con las urnas es sólo local y no nacional e incluso selló un pacto con Nicola Zingaretti, líder del PD, para seguir unidos, pase lo que pase, si la centroderecha ganara 5 a 1 -es decir, además de retener el poder en el Véneto y Liguria, acapara Toscana, Puglia y las Marcas-, el efecto sería totalmente desestabilizador, con la oposición llamando a elecciones anticipadas.

Con un triunfo de la derecha 5 a 1 -el gran temor del oficialismo-, en efecto, Zingaretti quedaría en el banquillo de los imputados, arrastrando consigo a la alianza de gobierno con Conte.

En este marco, la probable victoria del Sí en un referéndum que confirmará un drástico recorte de parlamentarios y que no necesita de quórum alguno, le dará oxígeno al M5E y al gobierno Conte, considerado cercano a esta agrupación. Cuestionado por muchos constitucionalistas, el inédito recorte significará pasar de 630 a 400 diputados y de 315 a 200 senadores; también el número de parlamentarios electos en el exterior se achicará: los diputados de 12 bajarán a 8 y los senadores de 6 a 4. El PD llamó a votar por el Sí, aunque no muy convencido porque reclama al mismo tiempo una nueva ley electoral. Y muy divido internamente, con grandes referentes del partido, como por ejemplo, Romano Prodi en favor del No.

La reducción de la “casta” política fue siempre el caballito de batalla de los grillini -por el creador del M5E, Beppe Grillo-, por lo que una victoria muy amplia del Sí significará también aire para el actual canciller y líder del movimiento, Luigi Di Maio. Sin embargo, habrá que ver qué pasa con su partido, que se encuentra en fase de desintegración. Pese a haber triunfado en las elecciones de 2018, el M5E perdió consenso con su alianza con la ultraderechista Liga de Salvini, en una experiencia de gobierno liderada también por Conte que duró apenas un año, marcada por terribles peleas internas y fuertes choques con la Unión Europea (UE).

De haber resultados desestabilizadores para el gobierno, hay quien cree que en el corto plazo cobrará peso el papel desempeñado hasta ahora por Conte, un abogado desconocido y sin experiencia que gracias a la pandemia se reforzó. De hecho, Conte demostró gran liderazgo ante la emergencia e incluso, pese a la fragilidad de su coalición, logró que la UE acordara darle fondos extraordinarios a Italia para ayudarla a salir de una crisis económica sin precedente. Al respecto, resultaría alarmante en Bruselas que volviera a levantar cabeza una centroderecha populista y euroescéptica.

En la última jornada del verano, con temperaturas aún altas como para ir a la playa, tal como se esperaba, tanto por el miedo al contagio como por falta de pasión luego de una campaña electoral aburrida, la afluencia a las urnas fue baja. Según datos parciales del Ministerio del Interior, para el referéndum a las 19 había votado el 30%. Aunque se podía votar hasta las 23 y mañana lunes, de 7 a 15, justamente para evitar aglomeraciones.

Votar por primera vez en tiempos de Covid-19 fue una experiencia nueva. Los electores italianos tuvieron que medirse la temperatura antes de salir de casa y equiparse no sólo de documento electoral y cédula de identidad, sino también de barbijo. En el asiento electoral, tuvieron que higienizarse las manos tres veces (al ingresar y antes y después de votar) y bajarse el barbijo, manteniendo dos metros de distancia, al ser interpelados por las autoridades de mesa, que debieron controlar la identidad de los enmascarados antes de ingresar al cuarto oscuro.

Unas 1820 personas en aislamiento domiciliario o cuarentena, como por ejemplo el expremier, Silvio Berlusconi -que tuvo el virus y fue dado de alta el lunes pasado-, tras un pedido, pudieron votar a domicilio.

Elisabetta Piqué (publicado por La Nación el 20/09/2020)

Fuente https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/el-primer-test-electoral-era-covid-italia-nid2455983

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