El fuego amigo peronista

La ex presidente Cristina F. de Kirchner es una estrella del firmamento de la izquierda populista que sufre la conducta de una marioneta gris, Alberto Fernández, que se consume en un tristísimo culebrón de agresiones a su exesposa, Fabiola Yáñez, y sórdidos negocios con compañías de seguros, gestionados por su secretaria privada.

Las revelaciones sobre la vida privada, o secreta, del expresidente sacuden al peronismo. Su exesposa lo llevó a la Justicia con acusaciones documentadas sobre golpes y malos tratos, físicos y psíquicos. Fernández se ufanaba de ser el mandatario que terminaría con el patriarcado en Argentina, como correspondía a un gobernante del kirchnerismo, corriente que impulsó las políticas en favor de la igualdad de género.

Las denuncias de Yáñez son un brochazo de alquitrán sobre esa bandera, quizás la última que quedaba por manchar. La de los derechos humanos se deterioró durante la administración de la señora de Kirchner, el día que Hebe de Bonafini, la titular de las Madres de Plaza de Mayo, apareció involucrada en la malversación de fondos de un programa de viviendas para gente sumergida en la indigencia. Y la de la justicia social también quedó embarrada: una gestión económica delirante, que llevó la inflación a más del 200% anual, expandió la pobreza más allá del 40% de la población. Estos desaguisados determinaron la gran derrota del peronismo en las elecciones presidenciales del año pasado. Significativa por el pobre caudal de votos. Y más todavía por la calidad del resultado: abrió paso a la consagración de la ultraderecha de Javier Milei.

Esta declinación, cuya estribación más reciente es el escándalo por la violencia a la que fue sometida la señora Yáñez, fue liderada por Cristina Kirchner. Ella hace esfuerzos conmovedores por tomar distancia del problema. Cuando la pesadilla que vivía la esposa de Fernández en la residencia presidencial fue llevada a la Justicia, la exvicepresidenta del golpeador emitió un comunicado dictaminando lo que ya se sabía: que Fernández había dirigido un mal gobierno. De inmediato dio fe de las golpizas denunciadas por la víctima.

La Cámpora, que es la organización liderada por su hijo, Máximo Kirchner, también divulgó una declaración. Allí aparece una novedad inesperada: se afirma que Alberto Fernández también ejerció violencia de género sobre Cristina Kirchner. La única razón imaginable parece insólita: el Presidente no obedecía a su vicepresidenta todo lo que ella pretendía. Sin embargo, para una cultura ultraverticalista, como la del peronismo, ese argumento parece razonable.

Como Lula, la señora de Kirchner también se mostró mortificada por la agresión que, con su tiránica radicalización, Maduro ejerce sobre sus antiguos aliados. Tal vez sean la víctima principal de su autoritarismo, después del pueblo venezolano. Alberto Fernández le hizo olvidar ese suplicio para imponerle uno mucho más severo. Sobre todo, porque Cristina Kirchner, que lideró el peronismo durante los últimos tres lustros, no puede disimular que Fernández fue, como Maduro con Chávez, su testaferro. Para demostrarlo alcanza con recordar el modo en que lo postuló para la Presidencia: un sábado por la mañana, envuelta todavía en un salto de cama, con un escaso par de líneas en un tuit.

Carlos Pagni (publicado por El País el 20/08/2024)

Fuente: Cae fuego amigo sobre Lula y Cristina Kirchner | EL PAÍS Argentina (elpais.com)