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febrero 2024

Ocho rutas en auto o ‘camper’ por Italia

Hay pocos lugares tan interesantes como Italia para recorrer por carretera. Y si es en coche o camper, mejor: tendremos más autonomía y libertad para salirnos de las rutas convencionales y descubrir lo mejor del país. Ciudades románticas y monumentos históricos, sabrosa gastronomía y un paisaje que abarca desde cumbres nevadas y lagos de cuento hasta parajes remotos y costas espectaculares; de las cumbres alpinas a los pueblos toscanos en lo alto de las colinas o los pueblos pesqueros en la costa Amalfitana.

Algunos de los hitos más famosos del mundo se alternan con joyas poco conocidas que mantienen la emoción del descubrimiento. Sobre cuatro ruedas y con el alojamiento a cuestas, Italia está cubierta de rutas para todos los gustos, desde visitas a ciudades gourmet y viñedos históricos hasta días de sol y playa en las costas menos masificadas o senderismo por preciosos parques nacionales. Aquí van ocho propuestas de road trip para recorrer el país.

Muchos escritores, desde Goethe hasta Hemingway, han alabado los lagos italianos, bordeados de espectaculares montañas nevadas y con lujosas villas y jardines exuberantes. Con cinco días y hasta una semana recorriendo carreteras podemos hacernos a la idea de su enorme atractivo. En el lago Maggiore, los palacios de las islas Borromeas forman una flota de hermosos bajeles, mientras las frondosas laderas del lago de Como evocan jeques árabes y escenarios de películas de James Bond. En el lago Maggiore se puede hacer una excursión por los silenciosos bosques del valle Cannobina y en la localidad de Stresa recuperar fuerzas en un nostálgico café de belle époqueEn Como, podemos soñar con convertirnos en Napoleón o en el agente 007 en una villa dorada al borde del agua, mientras que, hacia el interior, Bérgamo resulta igualmente clásica, aunque menos pretenciosa. Pero hay mucho más.

Parada impresionante de esta ruta por las carreteras de los lagos es por ejemplo Verbania, la capital de la provincia de Verbano-Cusio-Ossola. En realidad, hay dos Verbanias: Pallanza, un laberinto de sinuosas callejuelas y lugar de embarque a las islas Borro­meas, e Intra, con un puerto mayor, más moderno, para los ferris. Entre ambas se halla la decimonónica Villa Taranto. En 1931, el arquero real y capitán escocés Neil Boyd Mc Eacharn compró la villa a la familia Saboya y empezó a plantar 20.000 especies vegeta­les; hoy es uno de los mejores jardines botánicos de Europa.

Resguardado por una montaña, el pueblo medieval de Cannobio que­da a cinco kilómetros de la frontera con Suiza y esto se nota. Y siguiendo ruta, está Varese, la próspera capital provin­cial al sur de los montes de Campo dei Fiori, donde en el siglo XVII los nobles milaneses empezaron a construir segundas residencias, como el suntuoso Palazzo Estense (aunque no esté abierto al público, se puede pasear por sus jardines de estilo italiano), o como la espectacular mansión Villa Panza.

Pero el lugar más conocido de los lagos es Como, una ciudad construida en el apogeo de la industria de la seda, elegante y llena de paseos agradables por sus callejuelas del centro medieval. Si­gue siendo el principal fabricante de productos de seda de Europa, como cuentan en su Museo della Seta, en el que se desentraña su historia industrial. Al otro lado del puerto deporti­vo, un funicular sube monte arriba hasta el pueblecito de Brunate, desde donde las vistas al lago son espléndidas. Y también es imposible resistirse al encanto del litoral lacustre de Bellagio, con sus barquitos, su laberinto de escalinatas de piedra, sus campos de cipreses y sus cuidados jardines. La mejor forma de disfrutar Bellagio es paseando con mucha calma. Se descubren así algunas de las mansiones más bellas del lago, como la neoclásica Villa Melzi d’Eril, con jardines que descienden hasta la orilla, decorados con es­tatuas clásicas que asoman entre las azaleas. Un estilo similar a la de la Villa Carlota en Tremezzo, del siglo XVII, con sus jar­dines botánicos con pérgolas de naranjos entretejidos y bellos ro­dodendros, azaleas y camelias.

Fiel reflejo de Bellagio, en la orilla opuesta está Varenna. Este es otro pueblo lleno de encanto, envuelto en una vegetación exuberan­te, con calles estrechas y casas de tonos pastel amontonadas en las laderas.

2. Piemonte para ‘gourmets’

El Piemonte es una propuesta fantástica para dedicarle una semana. Si, además, escogemos el otoño para recorrer sus carreteras, podremos hacer una parada en los diferentes festivales gastronómicos que han hecho de la región un paraíso gourmet. Sus montañas, valles y ciudades son un escaparate de las especialidades del norte de Italia, con dulces avellanas, raras trufas blancas, arroz arborio y uvas nebbiolo que se convierten en vinos barolo barbaresco. En la cuenca del río Po lucen las estrellas Michelin, y con toda la razón. Lo mejor es organizar una ruta epicúrea y contrarrestar el exceso de calorías con caminatas y paseos en bicicleta.

Se puede comenzar en Torino, la ciudad que ofreció al mundo la primera tableta de chocolate. También es famosa por acoger uno de los mayores misterios (el Santo Sudario), por su extraordinario Museo Egipcio y porque tuvo un papel decisivo en la creación del Estado italiano. Esta variada historia se puede seguir en el Museo Nazionale del Risorgimento Italiano. Aparte del relato na­cional y del intrigante Sudario, sobre el que se puede ampliar la información en el Museo della Sindone, se suele visitar esta ciudad por su chocolate. Organizar el viaje para que coincida con el festival Ciocco­latò es un buen inicio. Chocolate apar­te, Torino es la sede del revolucionario supermercado slow food Eataly, que ocupa una antigua fábrica, vende una asombrosa variedad de bebidas y alimentos sostenibles y acoge con regularidad catas y talleres de cocina.

Desde la capital piemontesa, una ruta por carretera nos puede llevar por Cúneo, una ciudad refinada con una plaza porticada renacentista y la monumental Piazza Galimberti, donde cada martes se montan los puestos del mercado. Después se puede parar en Bra, donde espera uno de los templos de la nueva gastronomía: la pequeña Osteria del Boccondivinocon paredes cubiertas de botellas de vino, y el primer restaurante slow food en la década de los ochenta. En el mismo patio está la sede de Slow Food International, con una pequeña librería con guías de todos los restaurantes y productores de Italia acredita­dos por la organización.

A las afueras de Bra, en la loca­lidad de Pollenzo, está la Università di Scienze Gastronomiche (Universidad de Ciencias Gastronómicas), que ofrece cursos de tres años en gastronomía y manipulación de alimentos. Al lado están la Banca del Vino y una bodega-biblioteca de vinos italianos.

El circuito por los vinos y las delicias gastronómicas de la región se completa con paradas en Barolo, en su Castello Falletti, hoy Museo del Vino a Barolo, y en Alba famosa por sus trufas, y rodeada por las fértiles colinas de las Langhe, con hileras de viñedos y huertos repletos de uvas, avella­nos y bodegas. Explorarlos a pie o sobre dos ruedas es un placer poco habitual, entre castañares, viñedos, y bodegas y excursiones para buscar trufas (los precios varían según el núme­ro de participantes).

3. De Trieste a Sappada, recorriendo Friuli-Venecia Julia

En los límites nororientales del país, las carreteras de la región de Friuli-Venecia Julia que van de Trieste a Sappada revelan un patrimonio cultural único, que a lo largo de los siglos ha ido recibiendo las influencias de sus vecinos austriacos y eslavos. Se parte desde Triestey, al alcanzar el único punto de Austria desde donde se divisa el mar, se sube hasta Cividale del Friuli, donde visitar la única escuela europea de mosaicos en Spilimbergo, saborear vino Tocai de procedencia húngara en Collio y terminar en la montañosa Sappada. Es una ruta perfecta para dedicarle una semana (unos 200 kilómetros) y descubrir una tierra de frontera, plurilingüe, multicultural y llena de historia.

Trieste es una ciudad que merece por sí misma un viaje. Floreció bajo los auspicios de los Habsburgo entre 1382 y 1918, y atrajo a escritores y filósofos como Thomas Mann y James Joyce a sus animados cafés de Piazza dell’Unità d’Italia. Allí disfrutaban del carácter abierto de Trieste, punto de encuentro de las culturas latina, eslava, judía y germánica. El barrio de Borgo Teresiano refleja este bati­burrillo cultural y en la Via San Francesco d’Assisi se pueden visitar la sinagoga y la Chiesa di Santo Spiridione, un increíble templo ortodoxo serbio.

No muy lejos, es parada obligada Aquilea. Colonizada por Roma en el 181 a.C., fue una de las ciudades más grandes y ricas del Imperio. Arrasada por los hunos de Atila en el año 452, sus habitantes huyeron hacia el sur y el oeste, donde fundaron Grado y luego Venecia. A comienzos de la Edad Media surgió una localidad más pequeña sobre la ciudad romana con la construcción de la actual basílica, que conserva algunos de los suelos de mosaicos más grandes y espectaculares del mundo. Además de la basílica, entre los vestigios dispersos de la urbe romana están las ruinas de Porto Fluviale, el viejo puerto, y las columnas del antiguo foro en Via Giulia Augusta.

Estamos en una región donde se produ­cen algunos de los me­jores vinos blancos de Italia, con variedades locales como el friula­no, la malvasía de Istria y el ribo­lla gialla. Un mosaico de viñedos rodea el pueblo de Cormòns. Incluso en temporada, es fá­cil visitar docenas de bodegas familiares y degustar raras cose­chas con vinateros.

Los siguientes 18 kilómetros hasta Cividale del Friuli son los más espec­taculares de la ruta, conduciendo por una carretera secundaria que atraviesa los viñedos y pasa por varios pueblecitos. Cividale, fundada por Julio César en el año 50 antes de Cristo invita a un paseo matutino por sus pintorescas calles de piedra o hacerse una foto en el Ponte del Diavolo, que divide la locali­dad en dos.

Pero el centro espiritual y gastronómico de la zona es Údine, aunque cediera a rega­ñadientes su capitalidad a Trieste en la década de 1950, con un amurallado centro medieval en torno a la Piazza della Libertà, que muchos consideran la plaza veneciana más bonita del continente. Más ecos venecianos resuenan en los frescos del Tiepolo en el Oratorio della Purità, o en el castillo.

En la cercana San Daniele del Friuli, en lo alto de una colina, la parada está justificada por las espléndidas vistas del paisaje, pero sobre todo porque aquí se produce el dulce y oscuro prosciutto di San Daniele, la joya gastronómica del Friuli de la que dan todas las explicaciones pertinentes en La Casa del Pros­ciutto, abierta en 1906.

Y la ruta tiene un broche final en Sappada, votado como uno de los pueblos más bellos de Italia y merecedor de un premio de sostenibilidad en el 2019. Sappada (Plodn, en el dialecto local) es un pueblo alpino de postal enclavado en una soleada ladera, entre las espectaculares cumbres de los Dolomitas. Se encuentra en la frontera del Véneto, Carnia y Carintia (Austria), y fue fundada por familias del Tirol oriental. Es una isla lingüística singular y sus habitantes conservan con orgullo su cultura y tradiciones. Los visitantes llegan atraídos por sus exquisitos restaurantes, las excursiones por la montaña y excelentes instala­ciones para esquiar en invierno.

4. Por los Dolomitas vénetos

La carretera que atraviesa los Dolomitas vénetos pasa por uno de los tramos rurales más sofisticados y menos visitados de Italia. Algunas de las villas y pueblos medievales amurallados más bonitos de la región del Véneto están aquí, y un poco más al norte las vides de prosecco tapizan las ondulantes laderas de los Alpes. Todo ello, coronado por la gran estrella italiana de las estaciones de esquí: Cortina d’Ampezzo, siempre de moda, cara e impresionantemente bella. Una ruta en camper de siete días nos puede llevar a rincones mágicos como Treviso, Asolo, Possagno o Belluno.

Treviso es el punto de inicio. Esta ciudad, con murallas medievales, canales, callejas adoquinadas e iglesias con frescos, ha vivido siempre eclipsada por la cercanía de Venecia, pero es un lugar estupendo para experimentar la auténtica vida del Véneto lejos de las aglomeraciones. Como su vecina, está cercada por el agua: sus murallas están rodeadas por un foso con aguas del río Sile, que discurre hacia el sur de la ciudad. Verdes parques, sauces llorones y norias le dan encanto, igual que su lonja de pescado. Para completar la visita con una experiencia auténtica hay que visitar una osteria tradi­cional, como la Osteria Dalla Gigia o Hosta­ria dai Naneti.

Conduciendo tranquilamente entre campos llanos y pequeños pueblos se llega a Asolo, uno de los enclaves más bellos de Italia, en un altozano con espléndidas vistas de paisajes montañosos. Tradicionalmente ha sido una ciudad rica, que en 1489 se convirtió en el pequeño reino de Caterina Cornaro, reina de Chipre, quien, a cam­bio, cedió su isla a la República de Venecia. La reina llenó la ciudad de artistas e intelectuales, como Gentile Bellini y el humanista Pietro Bembo, que la dotaron de un aire refinado y cosmopolita que ha perdurado a lo largo de los siglos. Más tarde llegarían otros bohe­mios, como el novelista america­no Henry James, el poeta inglés Robert Browning, el compositor ruso Ígor Stravinski, la actriz italiana Eleonora Duse o la aven­turera inglesa Freya Stark. Hay un pequeño museo y un castillo, pero lo más placentero es pasear por las románticas calle­juelas y visitar el jardín de Villa Freya con vistas de ensueño, y alojarse en la Villa Cipriani, donde vivieron Robert Browning y lord Guinness, que dispone de un spa y una piscina con vistas fabulosas. También fue aquí donde Andrea Palladio se las arregló para sintetizar el pasado clásico sin copiar­lo, creando edificios que, en su día, fueron sugerentes, prácticos y de una elegancia incomparable.

El vino es otro de los protagonistas de la ruta. Valdobbiadene ocupa la parte central de la tierra del prosecco, con vides en sus laderas y es un punto para seguir la Strada di Prosecco y descubrir algunas de las mejores bodegas de la zona, como Cantina Bisol, donde generacio­nes de la familia Bisol han servido vinos Galera desde 1542.

5. Descubriendo la Toscana y el Lazio etruscos

Mucho antes de que Roma existiera, los etruscos ya habían forjado una gran civilización en las accidentadas montañas del sur de la Toscana, Umbría y el norte del Lazio. Una ruta por carretera, de tres o cuatro días, atravesando estas zonas tan poco conocidas del país abre una ventana al espectacular paisaje natural y a los asombrosos tesoros etruscos. Es un recorrido que sorprende y que va desde los picos de la Toscana a las evocadoras tumbas que salpican las verdes laderas del Lacio.

Se puede arrancar en Chiusi, en el núcleo etrusco de la Tosca­na, en una zona donde los arqueólogos siguen excavando tumbas. La colección espectacular de hallazgos que se exponen en el Museo Nazionale Etrusco di Chiusi es perfecta para ponerse en ambiente antes de emprender esta ruta.

Pero es en el cercano pueblo de Sovana donde están las tumbas etruscas más importantes descubiertas en la Toscana. Su necrópolis es un parque arqueológico que abarca tierras en torno a los pueblos de Sovana, Sorano y Vitozza, con hallazgos tan importantes como la monumental Tomba Ildebran­da o dos tramos de carretera original etrusca, la Via del Cavone y la Via Cava di Poggio Prisca.

Pitigliano aflora de una pared rocosa, con vertiginosos barrancos por tres lados. Es un agradable entrama­do de escaleras curvadas, calle­jones adoquinados y pintorescas casas de piedra en el que no falta un interesante museo arqueológico con su colección de hallazgos etruscos. El pueblo tiene también una interesante historia judía, que pue­de conocerse en La Piccola Gerusalemme.

Treinta kilómetros más adelante, bordeando el mayor lago volcánico de Italia, se llega a Bolsena, ya en la región del Lacio, que fue un importante destino medieval de peregrinaje desde que en 1263 tuvo lugar allí un milagro que condujo al papa Urbano IV a crear la fiesta del Corpus Christi. Aparte del lago, la razón principal para parar aquí es visitar la Rocca Monaldeschi, una fortaleza del siglo XIII. Más conocida y visitada es Viterbo, fundada por los etruscos, tomada luego por los romanos y, después, importante ciudad medieval que en el siglo XIII fue brevemente sede papal. Su pasado etrusco se muestra en su Museo Nazionale Etrusco, uno de los lugares más interesantes del bien conservado centro storico.

6. Por el corazón verde de Italia: una ruta por Umbría y Las Marcas

Desde cuevas fantasmagóricas hasta los salvajes y verdes montes Sibilinos, este recorrido se abre paso sinuoso por el corazón rural de Umbría Las Marcas. Hay pocos lugares tan apartados de las rutas turísticas como esta zona del centro de Italia. Los pequeños caminos pasan por campos de trigo; las oscuras montañas que se ven a lo lejos ofrecen sombra, y pueblos medievales de montaña se aferran a las boscosas laderas. Pero no todo es naturaleza; también hay galerías de arte, basílicas y ópera en verano. En unos cuatro días por carretera se pueden visitar sus lugares más llamativos.

Lo suyo es comenzar en Perugia, la mayor ciudad de Umbría y la más cosmopolita, universitaria y con un impecable centro medieval. Su centro histórico, que parece no haber cambiado en más de 400 años, se alza en una maraña de calles adoquinadas, escaleras con arcos y piazze enmarcadas por solemnes iglesias y magníficos palacios góticos.

Spoleto es la siguiente parada, presidida por una fortaleza medieval, con un bonito Duomo románico y arropada por los anchos Apeninos, con sus cimas heladas en invierno. En conjunto, resulta impresionante. Antes de dejar la localidad hay que fotografiar el medieval Ponte delle Torri, un puente de 10 arcos que salva de forma espectacular un frondoso y profundo barranco, escena captada con belleza por J. M. W. Turner en un óleo de 1840.

La ciudad de Gubbio, próximo destino, parece salida de un fresco medieval. Angular, sobria e impo­nente, sus edificios grises se aprietan en las empinadas laderas del monte Ingino en un batiburrillo de te­jados, torres góticas y torrecillas del siglo XIV. Hay unas vistas inolvidables desde el Funivia Colle Eletto, un pretencioso telesilla con cestas de metal de aspecto precario, en su subida a la Basilica di Sant’Ubaldo, magnífica iglesia medieval en la que se muestra el cuerpo de san Ubaldo.

El recorrido de 19 kilómetros hasta Costacciaro desemboca en el Parco Regionale del Monte Cucco por una carretera panorámica que baja sinuosa por los márgenes orientales del parque, con vistas que cambian en cada recodo, pasando por pintorescas aldeas y bosques habitados por lobos, linces y jabalíes.

Los paisajes son también impresionantes en el Parco del Conero, al sur de Ancona, la prin­cipal ciudad y puerto de Las Marcas. Los acantilados calizos se elevan sobre el Adriático y las bahías en forma de media luna, con guijarros blancos, se esconden tras pinares, robledales, hayedos, retamales y adelfales. Hay senderos que atraviesan este parque regional de 60 kilómetros cuadrados, que aún sigue fuera del radar de muchos viajeros y conserva un aire tranquilo que no se ve en ningún otro lugar de la costa de Las Marcas. Su pico más alto es el monte Conero (572 metros), que cae en picado al mar y ofrece terreno fértil para los viñedos que se pierden por sus laderas hasta el horizonte, origen del excelente Rosso Conero, un tinto con mucho cuerpo.

En el sur del parque, la turís­tica Sirolo, rodeada de acan­tilados, es una magnífica base para explorar la zona. La mejor manera de ver las calas es una salida en barco. Más adelante, de vuelta hacia el interior, es parada obligada Macerata, que aúna el encantador paisaje de pueblo de montaña con la energía estu­diantil: tiene una de las univer­sidades más antiguas de Europa, se fundó en 1290, y numerosos palazzi renacentistas como la Loggia dei Mercanti, un edificio con arcadas encargado para el cardenal Alejandro Farne­sio, construido en 1505, que en su origen hospedaba a los comer­ciantes que viajaban para vender su mercancía.

A unos 40 kilómetros espera Sarnano, el típico pueblo italiano de montaña, con un laberinto de callejas medievales que se desparrama colina abajo. Es una buena base para explorar los montes Sibilinos, protegidos por el Parco Nazionale dei Monti Sibillini. Desde aquí, la carretera se abre paso entre árboles colgantes y setos descomu­nales hasta desembocar en un paisaje de picos boscosos que se alejan en lontananza. La encantadora Ascoli Piceno marca el final de la carretera.

7. Conduciendo por la costa del Cilento

Bordeada de acantilados, la península del Cilento es una de las franjas costeras menos exploradas del país. Tras prosperar bajo el mando de griegos y romanos, el Cilento fue abandonado durante siglos, quedando a merced de los piratas. Hoy, sus pueblos pesqueros y poblaciones instaladas sobre colinas viven en gran medida ajenos al desarrollo descontrolado, y eso pese a sus playas largas y arenosas y sus aguas cristalinas.

Los tres imponentes templos de Paestum son de los mejor conservados de la Magna Grecia, la colonia griega que dominó gran parte del sur de Italia. Los griegos capitularon ante los roma­nos en el año 273 a.C., pero Poseidonia, como se la conocía, siguió siendo un próspero puerto comercial hasta la caída del Imperio romano.

Desde Paestum, la carretera empieza a abrirse ca­mino entre las colinas del Parco Nazionale e Vallo di Diano, el segundo parque nacional más grande de Italia. Esta es una zona llena de descubrimientos: cerca de Castelcivita se pueden explorar las Grotte di Castelcivita, un complejo de cuevas prehistóricas. Y para los senderistas, el pueblo de Sicignano degli Alburni, coronado por un castillo medieval, constituye una buena base para acometer el exigente ascenso al monte Panormo (1.742 metros) o animarse a dar un paseo por el casco antiguo medieval de Postiglione, dominado por un castillo normando del siglo XI.

Una de las primeras paradas de la ruta es Agropoli, una antigua localidad que vigila el flanco norte de la península del Cilento y ofrece vistas espectaculares del golfo de Salerno hasta la Costa Amalfitana. Y después es el turno de Santa Maria di Castellabate, que, en lo alto y fuertemente defendida, conserva un centro histórico con el aire típico del sur de Italia, uno de los pueblos mas encantadores de la costa del Cilento. Desde lo alto de su castillo, el barrio pesquero de Castellabate se extiende en un laberinto de calles tachonadas de arcadas, plazoletas y algún que otro palacio.

Otro pueblo pesquero, restaurado con buen gusto, es Acciaroli, al que llegan muchos lectores de Ernest Hemingway, que pasó una temporada aquí a principios de los años cincuenta, y se inspiró en un marinero local para su obra El viejo y el mar, o eso dicen por aquí. Y otra diminuta aldea costera es Pioppi, que se ha ganado fama culinaria como cuna espiritual de la dieta mediterránea. El médico estadounidense Ancel Keys vivió aquí más de 30 años, en los que se dedicó a observar a los vigo­rosos residentes y a estudiar los beneficios para la salud de su die­ta. Es muy agradable disfrutar del ambiente de Piazza de Millenario antes de hacer un pícnic en la playa de guijarros (a un paso).

8. El valle de Itria y el barroco del sur de Italia

Este valle queda solo a una hora por carretera de Bari, una de las grandes ciudades del sur de Italia, pero parece estar a años luz. Esta es una región agrícola de tranquilas carreteras secundarias, campos frutales y olivos centenarios que brotan de la tierra rojiza. En lo alto de las colinas se mantienen atractivos pueblos con centros históricos encalados y los curiosos trulli (casas circulares de piedra) aparecen en medio de un rocoso paisaje. Al final de la ruta aguarda Lecce, cuna del barroco en Apulia.

Bari es la capital de la región de Puglia, una ciudad de ruidosos bulevares con tiendas y majestuosos edificios munici­pales, y con una gran población estudiantil que da vida a las plazasbares y cafés. Buena parte del trazado en damero del centro es del siglo XIX, pero es en el casco antiguo, cono­cido como la Bari Vecchia, donde están los principales reclamos: la Basilica di San Nicola, una colosal cate­dral románica que contiene las reliquias de san Nicolás; y el cercano e imponente Castello Svevo (Suevo), que evoca la época dorada de Apulia du­rante el gobierno del rey suevo Federico II.

Conduciendo por los típicos campos de Apulia, entre muros de piedra seca, campos de frutales y olivos, se llega a las Grotte di Cas­ellana,, la red subterránea natural más larga de Italia. En la breve subida de 17 kilóemtros a Alberobello se ven los extraor­dinarios trulli en los campos y olivares a ambos lados de la carretera. Reconocida por la Unes­co desde 1996, la capital regional de los trulli cuenta con más de un millar de estas casas de tejados cónicos, muchas de ellas apiñadas en la ladera del barrio de Rione Monti. Locorotondo es otro de los pueblos de la ruta, encaramado en un risco con vistas al valle, que presume de tener uno de los centros históricos más bellos de Apulia. Y si bien es parco en atracciones al uso, merece la pena por su centro storico circular (Locorotondo deriva de “lugar redondo”), donde todo está pintado de un blanco inmaculado y las calles —pavimen­tadas con piedras lisas de color marfil— se expanden alrededor de la iglesia de Santa Maria della Greca.

Pero la principal localidad del valle de Itria es Martina Franca, conocida por sus elegantes construcciones barrocas y su delicioso casco antiguo, un conjunto de callejas sinuosas, cegadoras casas blancas y floridos balcones de hierro forjado.

En lo alto de otra colina descansa Cisternino, considerado uno de los borghi più belli (pueblos más bellos) de Italia. Envuelto en unos barrios anodinos, queda un centro storico que recuerda a una casba. Es también célebre por los fornelli pronti (literal­mente, “hornos preparados”), y en muchas carnicerías y trattorie se puede elegir un corte de carne que al cabo de unos minutos ser­virán recién sacado del horno.

Abrazada por un océano de olivos, la refinada Ostuni se extiende por tres colinas. La localidad, que supone el final de la región de los trulli y el inicio del caluroso y árido Salento, se ve invadida cada verano por turistas que buscan sus buenos restaurantes y bares. El centro histórico es ideal para pasar el rato, pero si se tienen ganas de explorar hay un par de sitios que merecen la pena: la impresionante catedral, del siglo XV, con una atípica fachada gótico-románica, y el pequeño Museo di Civiltà Preclassiche della Murgia, que exhibe los descubrimientos de una cercana zona funeraria paleolítica, incluido el esqueleto de una mujer de 25.000 años de antigüedad apodada Delia.

Y la ruta termina en Lecce, la “Florencia del sur”, una animada ciudad universitaria famosa por su arqui­tectura barroca en un estilo local del siglo XVII enormemente recargado, todo un derroche de gárgolas, columnas en forma de espárrago y traviesos duen­decillos.

Leonely Planet (publicado por El País el 22/02/2024)

Fuente: Ocho rutas en coche o ‘camper’ por Italia (todas igual de apetecibles) | Lonely | El Viajero | EL PAÍS (elpais.com)

Cosas para hacer (y no hacer) en Roma

Cuando caminas por la Via del Corso y ves el mar compacto de cabezas que cubre la superficie del casi kilómetro peatonal de la calle más importante de Roma piensas que lo de los bárbaros en el siglo IV fue poco comparado con esta invasión que sufre ahora la capital italiana. No es nada nuevo ni exclusivo de ella: lo padecen todas las grandes capitales turísticas. Pero la vehemencia con la que hemos recuperado la pasión por movernos tras la pandemia ha convertido de nuevo al centro histórico de Roma en un parque de atracciones donde hay que hacer cola para todo. Quienes en 2020, con la ciudad vacía por la covid, pensaban que aquello era el final y que el sector jamás se recuperaría, eran unos agoreros.

Según el informe Turismo a Roma y en Lacio: relevancia económica y convivencia social, elaborado por el Consigli Regionali Unipol del Lazio, a falta de contabilizar el mes de diciembre, 2023 ha sido un año récord para la capital italiana, con una cifra estimada de 35 millones de turistas (un 9% más que en 2022). Y lo peor es que de esos millones de visitantes, el 86,4% se mueven (nos movemos) por una cuadrícula minúscula que va de Piazza del Popolo a Piazza Venezia, de norte a sur, y del Coliseo a la Piazza Navona, de este a oeste. Atasco total.

En Roma ya no hay temporadas bajas, da igual cuándo vayas: está todo petado. He pasado el fin de año allí (sí, yo también era uno de los que contribuía a esa saturación) y la sensación con la que vuelves es agridulce. Roma es una ciudad fantástica; creo que, junto con Estambul, la ciudad más monumental e histórica del mundo, en las que puedes pasar días y días viendo cosas sin repetir. Pero hace tiempo que los árboles impiden disfrutar el bosque. La Fontana di Trevi parece un estadio de fútbol con las gradas llenas de tifossi viendo la final de la Champions. Y la cola que se enrosca y da vuelta y media a la plaza de San Pedro incita poco a entrar a ver la basílica vaticana.

Si decides visitar Roma, no dejes de hacerlo. Te encantará. Pero aquí te dejo unos consejos para que no pierdas los nervios.

Ármate de paciencia

Siempre va a haber más gente de lo que esperabas, acéptalo. Es el primer consejo que le daría a cualquiera que vaya a Roma: tómatelo con tranquilidad. Al fin y al cabo, tú eres uno más de los que la inundan y es el precio a pagar por disfrutar de un destino único. Habrá días de invierno en los que, probablemente, disminuya el volumen, pero como vayas en fechas señaladas (puentes, Semana Santa, Navidad, primavera, verano), caminarás esquivando a turistas como tú.

Reserva las entradas ‘online’

Esto de las reservas online se debe llevar a rajatabla, y es válido para todos los monumentos que quieras ver. Si no, a la mayoría no vas a poder entrar. Pero incluso la entrada anticipada no te va a evitar hacer colas: yo llevaba reserva previa al Panteón (y para una hora concreta) y, aun así, me chupé 45 minutos de cola porque solamente había dos lectores de códigos QR para los miles de visitantes que entramos ese día.

Calcula muy bien tus necesidades de ir al baño

Los servicios públicos son prácticamente inexistentes, y los pocos que vi estaban cerrados. Y en Roma, como en toda Italia, no te van a dejar entrar al baño de un restaurante o comercio si no eres cliente. En los pocos baños que hay públicos, y que además son de pago (normalmente, 1 euro), también suele haber colas importantes.

Lleva calzado cómodo, te vas a hinchar a caminar

Hay que llevar un calzado adecuado para caminar, primero, porque uno de los placeres de Roma es deambular por sus calles, sus plazas y por esos rincones de una belleza decadente sin igual. Por otro lado, porque dentro del casco histórico casi todo está a media hora, por lo que a veces es poco práctico coger un transporte público. Pero al final del día empiezas a sumar “medias horas” y has hecho más kilómetros que en una etapa del Camino de Santiago.

Mejor en bus

Aunque el metro funciona bien, solo hay tres líneas y no llega a todos los lugares de interés turístico. En mi opinión, la mejor manera de moverse por Roma es en autobús, un servicio municipal bastante rápido, ágil y barato para ser Italia. Un billete sencillo cuesta 1,50 euros y puedes usarlo durante 100 minutos con todos los transbordos que quieras (sirve también para el metro). Y lo mejor es que gracias al sistema Tap&Go puedes pagar a bordo directamente con tu tarjeta de crédito sin tener que adquirir antes ningún pase ni bono. En caso de que te lo pida un inspector, basta con enseñar la tarjeta de crédito con la que has pagado para que compruebe que tu ticket es válido. Al menos en mi caso, no me permitía pagar con el contactless del teléfono móvil, había que hacerlo con una tarjeta de crédito física.

El hotel, mejor en el centro

Los precios de los alojamientos en el centro de la ciudad no son baratos, pero a no ser que andes más tieso que Carpanta, no te vayas a las afueras por coger uno más barato porque te vas a gastar al final más en transporte público que lo que te ahorres. Y, además, vas a perder la mitad de tu tiempo en ideas y venidas.

Huye del ‘bike sharing’

Como en todas las grandes capitales, en Roma hay un servicio de patinetes y bicicletas de alquiler compartido. Mi experiencia y consejo es que no merecen la pena, para empezar porque son carísimos: una hora de bicicleta te puede salir por 20 euros. A lo que se añade que ir sobre dos ruedas por la ciudad es un deporte de más riesgo que el puenting. El tráfico es endiablado, no existen carriles bici y los romanos conducen como si estuvieran en los coches de choque. Además, con el firme tan irregular de las calzadas —la mayoría de sanpietrini (un pequeño adoquín típico romano)— pegarte un trastazo con un patinete es lo más fácil el mundo.

Atención a los carteristas

Cuando lo repiten insistentemente por el sistema de megafonía del metro, debe ser verdad. Los rateros y carteristas de Roma son famosos en el mundo entero y actúan con la profesionalidad de Arsenio Lupin allá donde hay la más mínima concentración humana.

La importancia de las iglesias

En Roma hasta una humilde iglesia de barrio parece una catedral. Hay arte para aburrir en cualquiera de ellas. Pero es que, además, los templos son el único lugar que vas a encontrar para sentarte a descansar gratis, fresquito y en silencio en una ciudad con restauración muy cara y sin bancos públicos. Por ambas razones, programa un buen número de ellas en tu recorrido.

Mejor con guía

La visita al Coliseo, los foros y el monte Palatino debería ser obligada en toda estancia. Pero mi consejo es que lo hagas con un guía: solo así podrás comprender la importancia de todo aquel esturreo de piedras, que para un profano no son más que ruinas inconexas, pero que con un profesional que te lo explique se convierten en un libro abierto sobre el gigantesco grado de civilización que alcanzó la Roma clásica.

Paco Nadal (publicado por El País el 20/01/2024)

Fuente: Cosas que debes hacer (y no hacer) en Roma | El blog de viajes de Paco Nadal | El Viajero | EL PAÍS (elpais.com)

Pizza napoletana en San Isidro

Todas las noches antes de irse a dormir Kevin Maseiantonio escuchaba el mismo cuento de su papá. El napolitano se sentaba en el borde de la cama y empezaba. “Había una vez un jugador de rulos negros, petiso que hacía malabares con la pelota…”. El relato iba desde sus gambetas imposibles en Barcelona, hasta la colecta hecha por el pueblo de Nápoles para traerlo a jugar a la ciudad del sur de Italia. El chico escuchaba a su papá como se emocionaba cada noche cuando avanzaba la historia. Contaba el recibimiento de la multitud a Diego Maradona. Como había conquistado la ciudad y enfrentado al norte rico. La historia terminaba con el gol de tiro libre a la Juventus, ese rival que solía recibir a los napolitanos con carteles de “bienvenidos a Italia”. Entonces, Kevin se dormía tranquilo y soñaba con esas corridas mágicas del diez con la pelota atada al pie.

Pasaron los años y Kevin creció con sus papás, Carlo y Paola, y su hermano Braian. Todos en la familia eran fanáticos del Napoli y de la cocina. Tanto es así que Kevin nació casi con una pizza en la mano. En el año 2019, la familia buscaba un nuevo destino para vivir por la crisis económica de Italia. “Mi papá salió de gira por América Latina para buscar el lugar indicado -cuenta el joven en diálogo con Infobae-. Recorrió toda la región desde Canadá hasta que llegó a la Argentina. Ahí dijo ‘es acá, en la tierra de Diego’. Entonces, con el resto de la familia viajamos a Argentina”.

Encuentro con Diego

Pero antes de su desembarco en el sur de América, Carlo tuvo su contacto soñado. El joven tifosi solía escaparse de su trabajo para ver al Diez hasta en los entrenamientos del Napoli. Entonces, en ese momento los dueños de la pizzería en la que trabajaban decidieron hacerle un regaloConsiguieron llegar hasta el entorno de Diego y planearon el encuentro. Carlo le llevó su creación más querida. “Era una pizza rectangular con rúcula, parmesano, jamón crudo que dibujan en número diez y tomates cherry que eran como los jugadores del Napoli derrotando a la Juventus”, recuerda Kevin en un castellano mezclado con italiano que recuerda el tono de Luca Prodan.

Esa tarde, a Carlo le brillaban los ojos mientras veía a Diego comer la pizza de su creación. Maradona estaba satisfecho y palmeó la espalda del joven que lloraba como nunca en su vida. Al oído, el ídolo le dijo que podía ponerle su nombre al plato. Casi 4 décadas después, Kevin recibe la herencia napolitana que lleva en su sangre y vende en su local de San Isidro llamado Maldito Tano la pizza Maradona.

Tanto Carlo como Kevin llevan a Diego en la piel. Casi como la transmisión de los genes familiares de los Maseiantonio, los dos hombres de la familia llevan a Diego en el brazo con la camiseta del Napoli y el gesto con los brazos levantados.

Un rinconcito de Nápoles en San Isidro

La pizzería del norte del conurbano está ambientada al estilo del sur de Italia. Es como ingresar a esos comercios del sur de Italia. Hay camisetas del Napoli colgadas y fotos del Diez. En el centro, atrás de la barra, el horno traído especialmente desde ese país europeo. “Lo usamos a unos 450 grados, pero puede llegar hasta 1.000 si es necesario”, explica Kevin.

En Maldito Tano se hacen pizzas al estilo napolitano pero con productos argentinos. “Apostamos al mercado local para conseguir todo lo necesario -sostiene Kevin-. Acá hay muy buenas materias primas en cuanto a quesos, harinas y hasta tomates naturales para las salsas”, explica el joven pizzaiolo.

Así, mientras Carlo y Kevin trajeron sus manos expertas en la pizza napolitana, Paola, la mamá de Kevin, metió en su valija viajera todos sus conocimientos de pastelería italiana. La mujer hace para la pizzería los postres de estilo italiano. “Contamos con el verdadero tiramisú de estilo napolitano y las sfogliatella tradicionales como las que se comen en las calles de Nápoles”, cuenta el joven.

La raíces de los Maseiantonio en Argentina son fuertes. Llegaron para quedarse en el país. Al igual que los inmigrantes de principios de siglo XX llegaron hasta estas playas del sur de América en busca de un futuro mejor. “Trabajo casi todo el tiempo desde muy temprano hasta el horario de cierre de la pizzería – cuenta Kevin-. No tengo tiempo para tener pareja, ni pensar en vacaciones. Es más, cuando termino de trabajar siempre me hago alguna pizza nueva que quiera probar para innovar en Maldito Tano”. En tanto, Carlo está en Córdoba con un nuevo proyecto de la familia. El plan es abrir una sucursal en Villa Carlos Paz que incluya habitaciones para turistas.

El secreto de la pizza napolitana

El joven napolitano no fue a ninguna escuela de pizzeros. Aprendió en el contacto con las masas casi desde que era un bebé. “Hay fotos en las que estoy amasando con 2 o 3 años. Lo veía a mi papá y solo me fui largando con la harina”, recuerda Kevin.

El joven tiene algunos factos que no abandona por nada del mundo. “Hay que amasar a mano, no se puede usar palote para estirar la masa. Apenas dos minutos de horno bien fuerte. Y usar los mejores productos posibles para la pizza”, enumera Kevin alguna de las premisas que heredó de su papá Carlo para elaborar el producto napolitano por excelencia.

En tanto, el joven evita opinar sobre la pizza media masa porteña. “Puede haber diferente tipos de pizza para distintos gustos -resalta Kevin-. A mi personalmente me gusta la masa finita con el borde que se engloba, estilo napolitano”. Ese tipo de pizza en general se pide en forma individual y suele comerse doblada por la mitad y con la mano. Al menos así marca la tradición del sur de Italia que ya es patrimonio de la humanidad.

La muerte de Diego

Un año después de la llegada de la familia a Argentina. Cuando aún se estaban aclimatando a las costumbres locales. Sucedió algo que impactó fuerte en los Maseiantonio. El 25 de noviembre de ese año, cerca del mediodía se conocía la noticia de la muerte de Diego Maradona. Casi todo el país lloró. También hubo homenajes en Nápoles, el otro lugar en el mundo de Diego.

“No fuimos a la Plaza de Mayo porque estábamos muy tristes y preferimos quedarnos en casa -recuerda Kevin-. Mi papá estuvo una semana casi sin comer por el dolor que sentía. Lo que si agradecemos es que pudimos estar en Argentina para compartir con todos el amor que sentimos por Diego”.

Así, en su castellano combinado con italiano en esa versión cocoliche, Kevin le declara su amor al asado argentino. También probó el fernet con cola, aunque lo prefiere puro como se toma en el sur de Italia. Kevin se emociona hasta las lágrimas cuando se cruza con algún maradoniano. En esos momentos comparten las hazañas de Diego. Desde las gambetas a los ingleses en el Mundial 86 hasta el gol imposible de tiro libre a Juventus. Las dos tierras lejanas unidas por el mismo amor a Diego, el héroe con el diez en la camiseta como su único superpoder.

Mariano Jasovich (Publicado por Infobae.com el 26/02/2024)

Fuente: La familia italiana que trajo desde Nápoles la fórmula secreta de la pizza bendecida por Diego Maradona – Infobae

¿Cuántos pobres hay en Argentina?

Ante la acusación del Presidente Javier Milei de que las estimaciones de pobreza que alcanzaron al 57,4% a enero de este año que dio a conocer el Observatorio Social de la UCA son “un dibujo”, su director Agustín Salvia dijo que el Presidente “no está bien informado”. Y recordó que cuando la pobreza aumenta, los distintos gobiernos de turno siempre acusaron a las mediciones de la UCA para salvar sus responsabilidades.

“No tenemos Gobierno que no haya criticado desde 2007 en adelante las mediciones de pobreza para luego apoyar nuestras mediciones cuando están en la oposición”, agregó Salvia.

Por ejemplo, faltando 7 días para el traspaso del Gobierno, en relación a las cifras de la UCA que marcaban un salto de la pobreza, Alberto Fernández dijo que “estaba mal medida.”

También el ex Presidente Mauricio Macri salió al cruce al Informe de la UCA de agosto de 2016 que aseguraba que había “un millón de pobres más”. Macri dijo entonces que bajo su Gobierno “Argentina se encamina a la pobreza cero” y concluyó con el 35%.

Luego de reafirmar que las tasas de pobreza del Observatorio y las del INDEC difieren en algunas décimas o puntos pero fueron evolucionando en manera muy similar, Salvia explicó que “las estimaciones de tasas de indigencia y de pobreza para diciembre de 2023 y enero de 2024 constituyen proyecciones estadísticas realizadas por el Observatorio a través de ejercicios de simulación sobre los microdatos del tercer trimestre de 2023. Estas proyecciones se realizaron mediante técnicas de nowcasting. Esta es una técnica que se utiliza para proporcionar estimaciones en tiempo real o predicciones a corto plazo utilizando datos actuales y disponibles de manera inmediata. En lugar de depender únicamente de datos históricos, el nowcasting permite hacer simulaciones incorporando información en tiempo real para obtener proyecciones más precisas y actualizadas”.

Los datos de enero 2024, agregó Salvia, “tomaron como base los ingresos del tercer trimestre 2023, actualizados en función de las variaciones que habrían experimentado los ingresos laborales, previsionales y otros no laborales de los hogares, así como los aumentos en los programas de transferencias monetarias. A su vez, las canastas de consumo se actualizaron en función de la variación de los valores según información del INDEC”, dijo Salvia.

En diciembre la canasta de pobreza del INDEC aumentó un 27% y en enero un 20,4%: un incremento del 52,9%, por encima de la inflación. En tanto, en enero, en la Región Metropolitana la canasta de pobreza para una persona adulta fue de $ 193.146 y para una familia tipo de $ 596.823, sin considerar el alquiler.

A lo largo de los últimos 20 años, Salvia dijo que “las mejoras sociales posconvertibilidad ya se habían detenido hacia 2007-2009. Y de manera manera más clara el deterioro se inicia en 2013-2014, se agrava en 2016, y luego de una poco sostenible mejora en 2017, tendieron a empeorar de manera casi sostenida hasta 2023, con o sin pandemia de por medio. A partir de ahí las proyecciones estadísticas muestran lo que es obvio: dada las medidas de devaluación, ajuste fiscal y licuación de activos e ingresos corrientes habrían aumentado de manera significativa tanto la indigencia como la pobreza”.

Ismael Bermudez (publicado por Clarín el 23/02/2024)

Fuente: ¿Cuántos pobres hay en Argentina? La UCA salió a defender su medición del 57,4% (clarin.com)

“Giorno del Ricordo” en Morón

El domingo 11 de febrero pasado, a las 9 hs., se celebró una Misa en la Iglesia Catedral de los Santos Justo y Pastor con motivo del “Giorno del Ricordo”. El Subsecretario Antonio Di Paolo asistió a la ceremonia celebrada por el Padre Sante Cevellín (Capellán de los Scalabrinianos), acompañando a representantes de las distintas instituciones de la colectividad italiana, entre ellas el presidente del Com.It.Es Morón Dr. Domingo Mazza, el presidente del Grupo Alpino C.A.B.A. Sr. Gianfranco Tuzzi,

La consultora de la Región Calabria en Argentina y periodista Cristina Borruto, la presidenta de la Asociación Italiana Stella Alpina Sra. Silvia Rivera, miembros de su Comisión Directiva y el Coro de dicha asociación, junto a otras personalidades italianas e italo-argentinas de relevante importancia de nuestra comunidad. Los cantos de la ceremonia fueron interpretados por el coro bajo la dirección de su Director Alejandro Cordaro y, al finalizar la misma, entonaron las estrofas del “Va Pensiero” de Giuseppe Verdi.

Cursos gratuitos de italiano para principiantes extranjeros

En la actualidad, el mundo globalizado permite como nunca una conexión completa con otros países y territorios al alcance de la mano. De la misma forma, la educación cada vez es más accesible si cuenta con una conexión a internet que permita explorar los contenidos.

En ese sentido, para la población con conexión a internet ya no hay pretextos para comenzar, o continuar, sus estudios en diversas ramas, pues hoy en día existen un sinfín de cursos abiertos, seminarios, webinars, entre otros tópicos que ayudan a aprender o profundizar en temas que van desde como aprender a cocinar hasta programación de páginas web.

Dentro del abanico de oportunidades que ofrece el aprendizaje en línea, el Gobierno de Italia cuenta con una página especializada para aprender y repasar temas, entre ellos tiene una sección especial de italiano para extranjeros.

¿Cómo aprender italiano gratis?

Aprender un nuevo idioma no solo se suscribe al conocimiento de un nuevo idioma, sino a la oportunidad de conocer la cultura y al patrimonio, en este caso de Italia. Con más de 65 millones de hablantes en todo el mundo, el italiano se distingue por su profunda influencia en la literatura, el arte y la gastronomía.

Para los hablantes del español, el italiano puede ser más fácil de aprender debido a que vienen de las mismas raíces romances (al igual que el portugués, francés y otros ocho idiomas provenientes del latín). Las similitudes en la conjugación verbal y la estructura de las oraciones facilitan la transición de un idioma a otro. Además, la fonética italiana es clara y precisa, lo que permite una pronunciación más sencilla en comparación con otros idiomas.

El curso del Gobierno de Italia es gratuito y abierto para jóvenes y adultos. En la página de italiano per stranieri hay cuatro niveles en total que se pueden cursar. Se inicia en Nivel A1 y se culmina en Nivel B2; cada nivel contiene videos y lecturas para aprender y repasar los temas. Los primeros videos son breves sketches o canciones, mientras que los otros videos están orientados a enseñar verbos y vocabulario básico para mantener una conversación.

Además, el portal de Rai Scoula contiene cuatro rúbricas especiales de vocabulario donde colocan más de 60 entradas por rúbrica en la que se brinda un texto para conocer nuevas palabras, desde ropa hasta palabras “del nuevo milenio” o de tecnología.

El curso es totalmente gratuito. El contenido que presenta se creó para apoyar a los docentes que enseñan italiano a las personas del extranjero en el país.

Beneficios de aprender otro idioma

En general, hablar un segundo idioma abre la puerta a muchas oportunidades personales y profesionales. Diversos estudios señalan que aquellas personas que dominan más de un idioma reciben más y mejores ofertas laborales.

La globalización de la educación, los mercados y el mundo en general exige a las personas a prepararse mucho más que hace tan solo unas décadas y el dominio de otro idioma diferente al natal se ha vuelto indispensable para desarrollarse en diversos ámbitos de la vida.

Crecimiento profesional

Hablar más de un idioma es uno de los requisitos más demandados en el ámbito laboral. Es bien sabido que los profesionales bilingües son reconocidos por su preparación con mejores puestos y mayores salarios.

Mejor toma de decisiones

Un cerebro que sabe moverse rápidamente entre dos idiomas es uno que tiene facilidad para analizar varias situaciones simultáneas, una habilidad indispensable para tomar mejores decisiones. También mejora la habilidad y agilidad mental, pues las personas que hablan más de un idioma suelen pensar en ambos vocabularios.

Aumento de la memoria

Conocer dos o más idiomas requiere de muchas dedicación, atención a los detalles, así como una memoria activa y eficiente que logre retener una gran cantidad de información. Al poner a trabajar la mente, se ejercita la memoria para recordar pronunciación, vocabulario y fonemas.

Reduce la posibilidad de enfermedades mentales

De acuerdo con un artículo de la Universidad Anáhuac, estudios médicos ya han señalado que las personas bilingües fortalecen su cerebro, lo cual provoca que se reduzca la posibilidad y los efectos de padecer enfermedades mentales como Alzheimer y demencia.

Aunque el inglés es la lengua preferida por los estudiantes, hay otros idiomas que también han comenzado a volverse relevantes en el plano mundial. Aprender italiano puede abrir nuevas oportunidades profesionales y académicas, pues Italia es una potencia económica y un destino turístico de renombre mundial. Dominar su idioma puede ampliar las perspectivas laborales, educativas y sociales.

No importa a qué edad se aprende un idioma, si desde la niñez o ya siendo adulto, ser bilingüe o políglota tiene beneficios para el desarrollo cognitivo de las personas.

Valeria González (publicado por Infobae.com el 16/02/2024)

Fuente: ¿Quieres aprender italiano? Gobierno de Italia lanza cursos gratuitos para principiantes extranjeros – Infobae

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