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abril 2022

Hacia un peronismo sin Perón – por Ezequiel Toti

Si le preguntamos a un argentino elegido al azar, probablemente independiente de su trasfondo personal, nos dirá que el primer gobierno de Juan Perón realizo las reformas necesarias que la Argentina necesitaba y que de haber finalizado su gobierno con un solo mandato no encontraría detractores en ningún lado.

La industrialización, la auténtica inclusión en materia de derechos laborales, políticos y sociales, la sindicalización y hasta el derecho al voto femenino son el paso que Perón se animó a dar, paso que algun gobernante eventualmente habría dado de todos modos pero que siempre da lustre a quien se anima a darlo.

Las bases del peronismo (originalmente denominado justicialismo) se basaban en el concepto de ”justicia social” acuñado, aunque pocos lo sepan, por los jesuitas; esto sumado la carismática figura de la primera dama Eva Perón creaba un halo de misterio digno de cualquier Casa Real Europea, pues en definitiva Argentina siempre fue considerada la pequeña Europa de America Latina.

Dicho sea de paso, hablando de jesuitas, peronistas y monarcas (porque el Papa es un monarca) vemos que el Obispo de Roma ha querido introyectar sin éxito el carisma del populismo peronista, recurriendo a elevar a los excluídos y darles un rol preponderante. Sin embargo una vez mas la falla cometida por Perón ahora la comete el actual pontífice: una transición populista en la que no se le dan las herramientas (políticas en el caso de Perón) ni catequisticas (en el caso del Papa) a su pueblo, un pueblo que se queda en lo emotivo, lo romántico y sin una base firme.

Décadas de peronismo nos dejaron un pueblo con miedo a no decirse peronista, algo así como el temor de no decirse parte de la clase media, en parte por un sentimiento de culpa inculcado por malos referentes del mundo católico que ven a la prosperidad como algo diabólico, ignorando que la riqueza no es mala por sí misma, sino que es malo el apego a esta.

En una palabra, asistimos a la peronización del cristianismo y no a la cristianización del peronismo, sin duda una gran oportunidad perdida.

Una dominación autoritaria con culto al líder es lo que esta sufriendo America Latina, con ”dictadores benevolentes” y sin el carisma del general Perón, que sea que nos resulte simpático o no, fue sin duda un líder culto, persuasivo y un auténtico estadista.

Lamentablemente el poder en muchos casos hace creer al líder que su persona es indispensable, que es el único capacitado para guiar la vida de los mas necesitados.

Argentina y toda America Latina pagan las consecuencias de la dependencia a un líder ya fallecido, a no permitirse nuevas alternativa y a no cuestionar ni revisar historicamente estos procesos, sirva de ejemplo los gigantes aparatos estatales mayormente inútiles que han ayudado a convertir a parte de la población en trabajadores absolutamente dependientes del Estado y a desocupados aun más dependientes todavia.

El Estado desde una perspectiva cristiana de la política es la ”Familia de Familias” pero cabe preguntarse ¿no hay acaso familias pequeñas pero sumamente eficientes?

¿Qué sucedería con el peronismo con un estado reducido? ¿se volvería el peronismo 3.0 que va a las bases y se olvida del aspecto de culto sectario o desaparecería definitivamente?

Las pandemias y guerras son la crisis que es a la vez oportunidad para la aparición de lideres fuertes, que como dice el prestigioso periodista Michael Charbon: deben dar esperanza a la gente pero diciéndoles la pura verdad y con un proyecto claro.

Sólo el tiempo dirá, después de todo, pese a los autoritarismos y excesos, la democracia sigue viva en America Latina, es sólo cuestión de recordarselo a la ciudadanía.

Ezequiel Toti

La pizza, por las nubes: aumentó más de 140% desde 2020

La pizza de mozzarella aumentó un 143% desde 2020 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), según un relevamiento realizado por el equipo económico del partido “Integrar” que lidera el ex legislador porteño, Daniel Amoroso. Asimismo, en el informe se relevaron otros productos como el pan y la docena de facturas.

“No existen referencias de precios y es difícil determinar qué es caro y barato, en poco menos de dos años la pizza de mozzarella más que duplicó su valor”, criticó Amoroso en referencia a la escalada inflacionaria. En el primer trimestre del año, la suba de precios fue 16,1%.

La muestra se efectuó en más de 80 comercios de 11 barrios de la ciudad y fue efectuada de manera presencial y telefónica, entre el 4 y el 8 de abril. Los barrios incluidos en la muestra fueron Boedo, Caballito, Devoto, Recoleta, San Nicolás, Palermo, Belgrano, Saavedra, Coglhan, Villa Urquiza y Núñez.

La investigación determinó que el precio promedio de la pizza grande de mozzarella de 8 porciones cuesta $1085,75, un 143% más que el valor obtenido en la última muestra realizada en el mes de junio del 2020 ($ 445). También arrojó datos respecto de la dispersión del valor del mismo producto en 11 barrios de la ciudad.

Por ejemplo, en Saavedra la brecha de precios supera el 238% entre dos pizzerías con tan solo trece cuadras de diferencia entre una y otra.

“La escalada de precios se debe al aumento de costos de toda la cadena de valor de este producto y es un fiel reflejo de la distorsión de precios que hay, una pizza de mozzarella vale lo mismo que un mes del servicio de luz de una casa de una familia tipo en Saavedra”, ejemplificó el político porteño.

En el caso del kilo de pan, el precio promedio es de $352,44, mientras que en el caso de la docena de facturas, el precio promedio es de 726,48 pesos, un rubro en el que también hay diferencias de hasta el 80% en un mismo barrio. Por ejemplo, en Coglhan, la docena de facturas más cara supera los mil pesos y la más barata llega a $600.

Fuente: La pizza, por las nubes: aumentó más de 140% desde 2020 | BAE Negocios

La historia olvidada de las mujeres que protagonizaron la Resistencia contra el nazifascismo en Italia

Italia festeja hoy el Día de la Liberación, que conmemora el final la ocupación nazi del país y celebra la Resistencia de los partisanos que se armaron y lucharon contra los invasores de Hitler sus colaboracionistas fascistas.

Una Resistencia que contó con la participación decisiva de miles de mujeres.

Según datos de ANPI (Asociación Nacional de Partisanos de Italia), 35.000 mujeres formaron parte de las formaciones de combate, otras 20.000 tuvieron funciones de apoyo y 70.000 se unieron a los Grupos de Defensa de la Mujer, organizaciones partisanas pioneras del feminismo italiano. 683 fueron fusiladas o asesinadas en combate; 1.750 resultaron heridas; 4.633 detenidas, torturadas y condenadas por los tribunales fascistas; 1.890 fueron deportadas a Alemania. Por su heroísmo y participación en eventos clave de la Resistencia, 16 recibieron la Medalla de Oro al Valor Militar, la máxima condecoración, y otras 17 recibieron la medalla de plata.

Sin embargo, en los libros de historia apenas se menciona su participación. En una sociedad profundamente machista, que todavía no aceptaba el papel de la mujer fuera de los estereotipos tradicionales, los nombres de las más destacadas partisanas italianas cayeron en el olvido pese a que, después de la guerra, muchas de ellas ocuparon importantes cargos en la política nacional.

“Durante muchos años, la participación femenina estuvo relegada sobre todo a un papel completamente secundario y accesorio frente al rol ´fundamental’ que desempeñaron los hombres”, escribió Santo Peli, profesor de historia contemporánea en la Universidad de Padua, uno de los mayores expertos sobre la Resistencia.

Así, los nombres, rostros e historias de estas mujeres son aún hoy poco conocidos.

Ayuda a los guerrilleros y combate en primera línea

La participación de las mujeres en la Resistencia se desarrolló en de dos formas. En primer lugar, fueron ellas quienes asumieron gran parte la organización clandestina del movimiento. Se encargaban de la red de comunicación, acogían a los guerrilleros, los ocultaban y les brindaban sustento. Fue la resistencia civil de las mujeres.

Otras, en cambio, lucharon en la guerra de guerrillas contra las fuerzas fascistas de la República de Saló, un Estado títere de la Alemania nazi, y las tropas de ocupación de Hitler. Se escondieron en los montes del centro y del norte del país. Allí se agrupaban para lanzarse por sorpresa contra algunos objetivos determinados.

Pasar a la resistencia era una decisión difícil de tomar. Implicaba un cambio radical de vida. Era entrar en la clandestinidad y abandonar la vida previa. Se debía dejar a la familia, el trabajo, el hogar. A partir de ese momento, además, pasaban a utilizar un sobrenombre, un nombre de guerra.

La tarea más común en la que se desempañaban las mujeres combatientes era la staffetta (literalmente: el relevo). Llevaban o retiraban armas y enviaban mensajes entre los distintos grupos combatientes. Eran mujeres, en la mayoría de los casos muy jóvenes, que conocían el territorio a la perfección y se movían a pie o en bicicleta. Los riesgos a los que se enfrentaban eran altísimos.

Heroínas de la Resistencia

La partisana más conocida, sobre todo por la trascendencia de su carrera política después de la guerra, fue quizás Tina Anselmi.

Anselmi había visto cómo su padre era perseguido por los fascistas italianos por defender sus ideas socialistas. Con apenas 17 años, fue obligada por tropas de las SS nazis a contemplar junto a un grupo de estudiantes el ahorcamiento de una treintena de jóvenes partisanos. Aquella experiencia le empujó a unirse a la Resistencia con el nombre de guerra de “Gabriella”.

En 1944 se afilió al partido de la Democracia Cristiana y al final de la guerra se matriculó en la Universidad Católica de Milán. Al terminar sus estudios ejerció como maestra de escuela primaria y compaginó su trabajo en el sector de la enseñanza con puestos de responsabilidad en sindicatos cristianos. A partir de entonces desarrolló una intensa carrera política que la llevó en 1976 a convertirse en la primera mujer italiana nombrada ministra, al asumir la cartera de Trabajo. Dos años después ocupó la de Sanidad y en 1981 presidió la comisión que investigó la trama de la logia masónica Propaganda Due (P2), escándalo de corrupción que sacudió al país.

Carla Capponi fue otra de las partisanas que tuvo una participación destacada en la lucha armada.

Llamada “la inglesita”, era originaria de Roma y se afilió al Partido Comunista italiano (PCI) cuando las tropas alemanas ocuparon Italia después del armisticio con los Aliados del 8 de septiembre de 1943. Uno de sus compañeros la describió como una “joven rubia que sale de noche a matar enemigos”. Siempre iba armada y se cree que participó en una docena de operaciones.

En una de ellas abatió a un oficial alemán que portaba documentos con planes para la defensa de la ciudad. Así lo contó ella misma en una carta:

“Fue una experiencia traumática. Estuve a punto de llamarlo, para que se diera vuelta… pero sabía que estaba armado. Parecía imposible que dada mi forma de ser pacífica, contraria a toda forma de violencia, yo fuera a empuñar un arma, apuntarle y dispararle en la espalda. Tomé su portafolios. Estaba en shock… Comencé a correr por la calle aun empuñando la pistola… Llovía y las lagrimas me corrían por el rostro… Luego del shock inicial, y especialmente debido a que nuestros camaradas estaban siendo arrestados y torturados, todos nuestros escrúpulos fueron reemplazados por una firme determinación de pelear por nuestra causa.”

Capponi ascendió rápidamente hasta alcanzar el grado de vicecomandante de una unidad del GAP y participó en el atentado de la calle Rasella del 23 de marzo de 1944, en el que murieron 33 soldados de las SS nazis que marchaban por Roma. Esta acción provocó la ira de Hitler, que ordenó como represalia la que es conocida como Masacre de las Fosas Ardeatinas, en la que 335 civiles italianos fueron asesinados.

Condecorada con la Medalla de Oro al Valor Militar, en 1953 Carla Capponi fue elegida diputada por el Partido Comunista italiano (PCI) en dos periodos legislativos y formó parte del comité ejecutivo de la Asociación Nacional de Partisanos Italianos hasta su fallecimiento en el año 2000.

Otra celebre combatiente fue Teresa Noce. Nacida en una familia de escasos recursos, Noce militó desde muy joven en el Partido Comunista Italiano. Perseguida por el régimen de Mussolini, se exilió en París junto a su marido Luigi Longo, quien décadas después se convertiría en el líder del PCI italiano. Desde allí realizó numerosos viajes clandestinos a Italia para organizar el movimiento opositor antifascista. Al estallar la Guerra Civil en España la pareja se unió a las Brigadas Internacionales, donde ella desarrolló una intensa labor propagandística con el nombre de guerra de “Estela”.

Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Noce fue detenida por las autoridades francesas y trasladada a un campo de concentración que albergaba a los extranjeros considerados indeseables. La mediación de las autoridades soviéticas le permitió ser liberada y en Marsella se unió a uno de los grupos que formaban parte de la Resistencia francesa.

A comienzos de 1943, Noce fue detenida en el transcurso de una misión en París. Encarcelada por los alemanes, los agentes de la Gestapo no lograron descubrir la verdadera importancia de la detenida, lo cual la salvó de una muerte segura. Aún así fue enviada primero en el campo de concentración de Ravensbrück y después al de Holleischen.

Pero sobrevivió y en 1946 fue una de las 21 mujeres elegidas para ocupar un escaño en la Asamblea Constituyente italiana y participó en la Comisión que redactó la nueva Constitución del país.

Teresa Mattei mostró desde muy joven su oposición al fascismo. Iba todavía a la escuela cuando desafió a las autoridades académicas al negarse a ir a clase en protesta por las infames “leyes raciales” aprobadas por Mussolini, que prohibían a los alumnos judíos asistir a los centros educativos. Su rebeldía le costó la expulsión. Afiliada al PCI desde 1942, un año después se unió a la resistencia partisana. En febrero del año siguiente, su hermano Gianfranco se suicidó en una celda de una prisión romana antes de ser torturado para que revelara los nombres de sus compañeros de la resistencia. El sacrificio de su hermano siempre inspiró su lucha.

Bajo el nombre de guerra de “Chicci”, Teresa Mattei se mostró muy activa en los grupos clandestinos que operaban en la ciudad de Florencia. El 15 de abril de 1944 planeó junto a su marido el atentado mortal contra el filosofo Giovanni Gentile, un destacado ministro e ideólogo fascista que Teresa conocía personalmente por haber sido su discípula en la Universidad de Florencia.

Acabada la guerra, tenía 25 años cuando fue elegida diputada de la Asamblea Constituyente. Al igual que Teresa Noce, participó en la Comisión que redactó la nueva Carta magna.

Por otro lado, hubo muchas partisanas que no sobrevivieron a la guerra contra los nazifascistas: 683 fueron fusiladas o asesinadas en combate, según los datos de ANPI.

Gina Galeotti fue una de ellas. Con tan solo 16 años se unió al movimiento antifascista y en 1943 participó activamente en la convocatoria de varias huelgas en protesta contra la guerra. Detenida y torturada por su militancia política, fue puesta en libertad tras la firma del armisticio de 1943. Dirigente del comité provincial del Grupo de Defensa de la Mujer de Milán, fue asesinada el 24 de abril de 1945, un día antes de que la ciudad fuera liberada.

Esa tarde acudía en bicicleta al hospital del barrio obrero de Niguarda, uno de los núcleos de resistencia contra el fascismo en Milán. Pedaleaba junto a su amiga Stellina Vecchio, con la que iba a atender a los partisanos heridos. Ocultos bajo el abrigo llevaban folletos para entregar a sus compañeros en las que se anunciaba el levantamiento para liberar Milán el día siguiente.

Eran las 15:30 cuando las dos mujeres llegaron frente a un edificio rodeado de tropas alemanas y un grupo de fascistas italianos. Al pasar junto a ellos, un vehículo de las tropas de ocupación disparó su ametralladora contra los civiles concentrados. Una de las balas alcanzó mortalmente a Gina. Estaba embarazada de ocho meses.

En su homenaje, un colorido mural recuerda su nombre en las paredes del barrio de Niguarda.

En 2014 se presentó además un proyecto de ley para declarar el 24 de abril, fecha de su asesinato, Día Nacional de la Mujer en ResistenciaLa propuesta nunca se aprobó.

Andrea Bonzo (publicado por Infobae.com el 25/04/2022)

Fuente: La historia olvidada de las mujeres que protagonizaron la Resistencia contra el nazifascismo en Italia – Infobae

Claudia Cardinale, el mito italiano que resiste y el drama que convirtió en lucha

Hubo un tiempo en que el cine italiano era potencia en el arte de construir mitología femenina y exportar esos rostros hasta Marte. Gina LollobrigidaSophia Loren, Anna Magnani, Monica Vitti fueron algunas de las ninfas inmortales de celuloide. Pero hay otra, una que se encaminaba a ser maestra en su Túnez natal, cuando el olfato de un italiano le arrebató a la docencia aquella dulzura.

“Construyámosla como made in Italy“, pensó alguien cuando vio a esos ojos petróleo vencer en un certamen de belleza tunecino. Así, nació artísticamente “La Cardinale”.  

Una banda bordada atravesando su torso, un título de Miss y un viaje al Festival de Venecia como premio. Todo vertiginosamente, como digitado por la magia, casi un cuento. En la ciudad construida sobre el agua la africana Claudia Cardinale, menor de edad, lució de a ratos su túnica típica bereber y de a instantes un bikini.

Los paparazzi dispararon hasta volverla oro. “Fue pazzesco (de locos)”, recuerda, la que al regreso de aquel “safari”, juró que nunca haría películas. Los periodistas la apodaron entonces “La chica que no quería hacer cine”.

Tan exitosa creación al estilo los spaghetti y la Vespa es a los 83 años un tesoro escondido. Monta en silencio una fundación por los derechos de la mujer y por los migrantes que intentan cruzar el Mediterráneo. En la era del #MeToo arrastra un viejo dolor, convertido en bandera.

No está retirada, aunque lo parezca de este lado del océano. Las producciones que la tienen como estrella después de más 150 películas casi no tienen distribución por estas latitudes, pero por estos días podemos verla en Netflix haciendo gala de sus líneas de expresión jamás intervenidas por el bisturí: actúa en Todos los caminos llevan a Roma, de Ella Lemhagen, con Sarah Jessica Parker.

Con pocas pistas en Argentina, desde Clarín iniciamos una búsqueda en Italia. Piano piano finalmente damos con ella en Francia, donde reside. Es su hija, Claudia Squitieri, el puente para responder vía WhatsApp. Nos cuenta que el mito vive entre París y Foresta di Fontainebleau, un bosque ubicado a poco más de 60 kilómetros de la Torre Eiffel, que su vida es “serena” y “absolutamente feliz”.

Una generación se llama Claudia por ella. Tuvo el mundo a sus pies en los sesenta y setenta. Podía estornudar y ser noticia, visitaba al Papa Paulo VI en minifalda y conmocionaba al Vaticano, o viajaba a los Estados Unidos y era recibida en el Congreso, entre joyas obsequiadas por el Vicepresidente Hubert H. Humphrey. “Es una donna tan volcánica, como el Vesubio que destruyó a Pompeya“, la describían los críticos, mientras Hollywood se la disputaba a los estudios Cinecittà.

Detrás de la curva aguda de la sonrisa, el silencio de una sobreviviente, escamas que había desarrollado para esconder un infierno: una violación, de la que nació un hijo al que presentó como su hermano menor.

“No prestaría mi historia al cine. Es un asunto personal”, advierte ahora sobre lo que todavía duele.

Un drama que se transformó en lucha

Hija de un obrero siciliano de ferrocarril y una ama de casa que terminó acompañándola en toda su primera etapa de estrella, la piccola Claudia se acostumbró a lo multicultural temprano. En su casa de La Goleta, en Túnez, se hablaba francés y dialecto siciliano, en el colegio se estudiaba inglés, mientras en el barrio sonaba la música de los vecinos, rusos, griegos, malteses.

La primera participación en cine llegó de la mano de Mario Monicelli, en 1958 (I soliti ignoti o Los desconocidos de siempre). La seguidilla rabiosa de trabajos la llevó a filmar casi treinta películas en seis años y a a mudarse de país. Para entonces ya cargaba con un calvario que mantuvo oculto por siete años.

“Visconti me quería morocha, Fellini rubia, uno me dio alas, el otro me permitía no tener guión, los diálogos eran míos”, festeja la que escribió tantísimos capítulos memorables del cine.

Fue musa en 8½, con Marcelo Mastroianni, de Federico Fellini, fue una dama del 1800 en Il gatopardo, de Luchino Visconti, fue la distinguida Molly filmando en el Amazonas convocada por Werner Herzog (Fitzcarraldo). “Hollywood me quería tener allí, pero no era mi mundo. Yo me sentía europea. Lejana a las luces deslumbrantes de Hollywood”, admite.

No hay lamentos por aquel reino perdido. O no hay, en realidad, pérdida: “Todo cambia y es normal. La industria del cine ha crecido tanto… Las películas son tantísimas y también los actores. La belleza fue una ayuda ciertamente para mí. Pero más que la belleza, yo diría que he sido fotogénica. Para mí, la belleza es la simplicidad“.

“La bambolona”, como la llamaban en una época (una expresión coloquial italiana que daba cuenta de su aspecto de muñeca) visitó Buenos Aires por última vez en enero 1999, antes de volar a Punta del Este para un desfile de Roberto Giordano. Una corrección pública entonces dejó al descubierto su autenticidad. Corrigió a muchos periodistas sobre su año de nacimiento, 1938 -y no 1939, como se repetía en archivos-.

La aclaración de antidiva engrandeció aún más su paso porteño. “Nunca pisé un quirófano. No quise. En el fondo creo que es normal mantenerse siendo uno mismo, creo que lo correcto sería hacer la pregunta sobre el quirófano a aquellos que deciden borrar el tiempo”, suelta. “De la Argentina recuerdo el espíritu vivo, fuerte. Tengo recuerdos bellísimos. Principalmente la calidad de personas y de haber encontrado a tanto italiano”.

“La recuerdo extremadamente educada”, trae al presente aquella visita Teté Coustarot, quien la presentó en aquel desfile en Uruguay 23 años atrás, tras el encuentro cumbre con Valeria Mazza en el Conrad.”Amable con todos, bellísima, lamento no tener una foto de esa comida que hicimos después del evento, en casa de Giordano”, suma.

Sabe Claudia que el mundo que le tocó batallar en sus días de sirena flotando en cámara no fueron fáciles para toda una generación. Abusos silenciados, maquinaria de complicidades, el poder y los millones maquillando una industria salvaje. La propia reina Loren lo vomita enojada a los 87: “Hasta Marlon, mano larga, se quiso sobrepasar. Yo lo miré tranquila, muy tranquila. Lo pulvericé con mis ojos, y le advertí: ‘No te atrevas. No sabes de lo que soy capaz. Deberías tenerme miedo'”.

Para fines de los sesenta, “la chica de al lado”, como le decían por ser una más, nada impresionada ni modificada por el éxito, decidió contar públicamente que tenía un hijo, Patrick, a quien criaba sin cámaras y a quien había hecho pasar por hermano en complicidad familiar para “tapar” una aberración: un ataque sexual en Túnez.

“El nacimiento de mi hijo me empujó a dedicarme al cine para ganarme la vida y ser independiente. Lo hice por él, por ese bebé al que quise tener pese a las circunstancias”, explicaba a Il Messaggero. “Mi agresor continuó persiguiéndome y quería que abortara, pero yo no quise. Los hombres nunca valdrán más que nosotras. Aún no han aprendido a aceptar nuestra emancipación, el derecho a la independencia que hemos conseguido a través de tantas batallas”.

Desde Francia, una entrevista exclusiva

-¿Puede ser considerada una gran feminista?

-“Gran” no lo sé. Seguramente he querido ser parte, he querido ser una mujer libre y defender la libertad de las otras mujeres. Cada uno hace lo que puede.

-¿Qué piensa de Mee Too y de la lenta caída de un sistema perverso?

-Pienso que es una etapa obligatoria para lograr la igualdad. Creo que es muy importante romper el tabú del abuso. Hazle pesar a quien lo cometió y no a quien lo padeció.

-Ha sufrido violencia sexual. ¿Piensa que en tantos años ha cambiado algo respecto a la contención a la victima?

-Sí. Repito, hoy se está levantando un velo. Las mujeres se sienten más libres para denunciar. Esto es muy importante. Yo lo he superado viviendo… Transformando cosas. Recuperando la relación con mi hijo.

Ex pareja del productor Franco Cristaldi, su “gran amor” fue el cineasta italiano Pasquale Squitieri, quien murió cinco años atrás y con quien fue madre de Claudia Jr. Lo conoció en 1974 y trabajaron juntos en una decena de películas, mientras Claudia recibía cientos de invitaciones, desde las de Marlon Brandon hasta la de miles de desconocidos.

Amiga de Rock Hudson, con quien trabajó en Blindfold (1966) lo defendió como nadie cuando el Hollywood más hipócrita rechazaba la homosexualidad. Con Bob Dylan, en cambio, pasó de la amistad a los tribunales: llegaron a un litigio cuando él usó una imagen de ella -sin autorización- en la portada de un álbum.

La adoradora de los diseños de Giorgio Armani volvió a su Túnez en 2018, para la inauguración de la Cinemateca de su país, y regresará en breve porque nombrarán una calle en su honor. Vive intensamente, lejos de aquel final de otro mito, Anita Ekberg (la rubia angelada de La dolce vita que terminó sus días en soledad y en estado de indigencia).

“Hoy con mis hijos estamos montando una fundación para poder continuar las batallas que están cerca de mi corazón, el derecho de la mujer, el medio ambiente y el Mediterráneo. Y pronto deberían salir proyectos que han sido bloqueados por el Covid. Decido trabajar menos, pero si pasa siempre me hace feliz”.

Mas que el juego del misterio, el de Claudia es el de la “normalidad”. Esquiva la polémica, se corre con elegancia de la difusión barata. En 2017, por ejemplo, se vio envuelta en un debate cuando una vieja imagen suya protagonizaba el póster de la 70ª edición del Festival de Cannes. A la foto original le habrían afinado la cintura y el contorno de piernas mediante Photoshop. Claudia no tardó en salir a hablar con altura: “No tengo comentarios respecto al trabajo artístico sobre la foto. Se trata de un póster que, más que representarme a mí, representa un vuelo. La imagen ha sido retocada para destacar ese efecto de ligereza y transportarme hacia un sueño: es una sublimación. Como feminista convencida, no veo ataque al cuerpo de la mujer. Hay cosas mucho más importantes para debatir en este momento en el mundo. Esto no es más que cine”.

Brigitte Bardot su contracara – recluida, hosca con la prensa y retirada desde hace casi medio siglo- es su gran amiga. Lejos quedaron para ambas los tiempos de protagónico a dúo en Las petroleras, aquel western de 1971 dirigido por Christian-Jaque en el que los productores parecían querer enfrentar a duelo sus bellezas. “Tengo la estima de siempre por Brigitte. De vez en cuando nos hablamos. Nos queremos mucho”, cuenta C.C escueta, como para evitar cualquier repregunta sobre B.B, quien en 2020 volvió a las portadas por sus controversiales dichos sobre el coronavirus (“es algo bueno, una especie de autorregulación de una superpoblación que no somos capaces de controlar”).

Embajadora de la UNESCO, en su mansión frente al Sena repite el rito de mirar el agua. El río le permite recordar cómo era esa niña que en Túnez pasaba horas hechizada por lo acuático. Con aquella hipnosis del agua aprendió, tal vez, a fluir, a aceptar. Como desde aquel día en que entendió que la juventud era una circunstancia, “un momento imposible de perpetuar”: corría 1964 y Rita Hayworth, su compañera de rodaje en Circus World, entró a su motorhome y se puso a llorar: “Yo también fui joven y hermosa”, le dijo salpicándole las lágrimas. C.C no lucha contra el tiempo, lo abraza.

Marina Zucchi (publicado por Clarín el 05/04/2022)

Fuente: Claudia Cardinale, el mito italiano que resiste y el drama que convirtió en lucha (clarin.com)

El difícil equilibrio entre el ‘boom’ de las exportaciones agrícolas y la pobreza en Argentina

Desde que Rusia comenzó la guerra en Ucrania, a finales de febrero, el precio internacional del trigo y el maíz ha subido cerca de un 25%; el de la soja, un 5%. Para Argentina, uno de los grandes agroexportadores mundiales, supuso una entrada extraordinaria de divisas: en marzo, este sector aportó 2.984 millones de dólares, el mejor registro para ese mes en lo que va de siglo, y rozó los 8.000 millones de dólares en el primer trimestre, una cifra récord que supone un 18% más que el año pasado. Las proyecciones auguran que Argentina podría llegar a ingresar hasta 10.000 millones de dólares más en esta campaña que en la anterior y llegar a los 44.000 millones. Sin embargo, la buena noticia para el endeudado Estado argentino queda empañada por el impacto interno en un país donde casi cuatro de cada diez personas son pobres y la inflación supera el 55% interanual. Bajo presión por la subida de los commodities en los mercados internacionales, los alimentos en el mercado interno han subido en marzo un 7,2%.

De cara a la próxima siembra, el aumento del precio internacional del trigo hace pensar que Argentina aumentará la superficie cultivada de este cereal tan demandado. Sin embargo, los productores ponen en duda esa posibilidad. “Argentina cultiva más de seis millones de hectáreas de trigo y se podría ir a ocho, lo que significaría casi siete millones de toneladas extra y el ingreso de muchas más divisas. Aún es un poco temprano para definirlo, pero no hay señales de que esto vaya a pasar”, dice el secretario de la Sociedad Rural Argentina, Carlos Odriozola. Para él, sería necesario que antes el Gobierno acompañase con incentivos que permitiesen bajar costos para que los agricultores optasen por el trigo.

“Hay mayores precios internacionales pero también mayores costos, los márgenes no aumentaron, de hecho están por debajo del año pasado. Hay que mirar la película completa para saber si se va a sembrar más y no creo que sea necesariamente el caso”, coincide Emilce Terré, la jefa de de Estudios económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario. Entre los costos que se dispararon están los fertilizantes —algunos, como la urea, han triplicado su precio— y los combustibles, que encarecen tanto la producción como la distribución.

Los productores están en plena cosecha de soja y maíz, los dos principales cultivos del país, pero el trabajo se ha visto obstaculizado desde el lunes por una huelga de transportistas que exigen cobrar más debido a la subida del precio de los combustibles. Según la empresa de logística AgroEntregas, el miércoles ingresaron 13 camiones a los puertos del país, frente a los 4.500 que lo hicieron en la misma fecha un año antes.

La medida de fuerza ha ralentizado ya los embarques al exterior: en los últimos tres días dejaron de ingresar 450.000 toneladas de granos y hay cerca de medio centenar de buques varados a la espera de poder cargarlos. De extenderse varios días más, se paralizará también la producción de aceite y empezará a faltar en los supermercados.

“[La huelga] provoca problemas de producción en las fábricas e incumplimientos de contratos con el exterior, con las graves consecuencias que ello implica para la reputación del origen argentino y, como si ello fuera poco, también corta el flujo de ingresos de divisas”, señalaron desde la Cámara de Puertos Privados Comerciales.

“Todo esto afecta a la matriz productiva, pero las mayores dificultades son las retenciones (impuestos a la exportación), el desdoblamiento cambiario y la falta de previsibilidad”, señala Odriozola desde la Sociedad Rural Argentina. Por cada tonelada de maíz y trigo que se exporta, el Estado recauda el 12% de su valor. En el caso de la soja, la estrella del campo argentino, el impuesto asciende al 33%. A eso se le suma que los productores están obligados a liquidar al valor oficial del dólar (equivalente a 118 pesos), que es casi la mitad de la cotización paralela. De acuerdo a los cálculos de Odriozola, el productor agrícola argentino se queda con un tercio del valor de la materia prima que exporta.

Desde que el campo argentino ganó la pulseada librada contra el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en 2008 por un nuevo impuesto que al final no se aplicó, muchos grandes productores se han convertido en duros opositores a los sucesivos gobiernos peronistas, a los que acusan de entorpecer su trabajo con medidas intervencionistas en vez de facilitarlo.

El enfrentamiento tiene difícil solución: Argentina depende del campo para mantenerse a flote. El expresidente Mauricio Macri, amigo del campo, eliminó algunos impuestos a las exportaciones agropecuarias y redujo otros al inicio de su mandato; más tarde tuvo que dar marcha atrás porque no daban los números.

En 2021, cuando el país creció un 10,3% después de tres años de recesión, casi siete de cada diez dólares que ingresaron por exportaciones fueron producto de la cadena agroindustrial. Este año, gran parte de la recaudación extraordinaria que obtenga el Estado por los mayores precios internacionales de las materias primas desaparecerá después de pagar la abultada factura energética —por las importaciones de gas y los subsidios— y el aumento de las ayudas estatales con las que sobreviven millones de personas.

El acuerdo de reestructuración de la deuda con el Fondo Monetario Internacional obliga al Gobierno de Alberto Fernández a reducir los subsidios energéticos, pero se expone a que crezca la conflictividad social. “La situación social se agrava día a día”, subrayó el referente del Polo Obrero Eduardo Belliboni este miércoles en medio de la multitudinaria movilización de organizaciones sociales y partidos de izquierda en el centro de Buenos Aires. “La bronca crece y se hace carne en la gente. No puede ser que la crisis la paguen los que menos tienen”, advirtió.

Los alimentos subieron un 7,2% en marzo respecto a febrero, y cuestan casi el 60% más que un año atrás. Productos básicos como el pan han visto incrementado su valor más de un 70% y las organizaciones sociales pelean por fondos que permitan al menos comprar la canasta básica, cada vez más inaccesible. Una pareja con dos hijos y vivienda propia necesitaba en febrero casi 84.000 pesos (711 dólares al valor oficial) para no caer bajo la línea de la pobreza. El sueldo mínimo en Argentina es de 33.000 pesos (280 dólares al cambio oficial), así que ni siquiera la suma de dos trabajos precarios es garantía suficiente para adquirir bienes básicos como alimentos, ropa y medicinas.

El kirchnerismo desde dentro del Gobierno y las organizaciones sociales y los partidos de izquierda, desde fuera, piden un mayor esfuerzo al campo para sortear este nuevo temporal. Los productores y el resto de la oposición se oponen con firmeza.

Mar Centenera (publicado por El País el 14/04/2022)

Fuente: El difícil equilibrio entre el ‘boom’ de las exportaciones agrícolas y la pobreza en Argentina | Economía | EL PAÍS (elpais.com)

Paseos gratis en Buenos Aires: tres imperdibles propuestas para hacer turismo en la Ciudad

Los paseos gratis en Buenos Aires son unos de los atractivos de la Ciudad Autónoma que atrae a miles de turistas, tanto locales como extranjeros, que están en búsqueda de experiencias inolvidables o tienen ganas de aprovechar los feriados y fines de semana de una manera distinta.

En la Ciudad de Buenos Aires hay cientos de lugares con historia, arte y entretenimiento gratuitos o para gastar poco dinero. Desde crónica.com.ar te proponemos tres paseos para que planifiques qué hacer durante la semana o en tus días libres.

1. Caminito, La Boca

La primera opción para recorrer gratis en la Ciudad de Buenos Aires es el paseo Caminito, ubicado en el barrio porteño de La Boca. Este lugar combina la historia argentina y la pasión por el fútbol, y está a casi 40 minutos desde Constitución.

Los conventillos, Boja Juniors y Caminito hacen de este barrio porteño un punto muy atractivo para miles de turistas. La Calle Museo Caminito es uno de los paseos más emblemáticos de la Ciudad que tiene una longitud de casi 150 metros en la que hay opciones gastronómicas.

En este paseo se encuentran los conventillos de chapa y de diferentes colores que fueron habitados por los primeros inmigrantes que llegaron a Argentina a fines del siglo XIX y principios del XX. El trazado de este lugar, algo curvo, se debe a que sigue el cauce de un arroyo que fluyó por allí hace 100 años.

Décadas atrás, a la zona de Caminito se la conocía como “puntín”, el cual es un diminutivo de puente en idioma genovés, y también formó parte del recorrido del ferrocarril que iba hasta Ensenada, pero en 1928 fue clausurado y pasó a convertirse en un callejón abandonado.

Por suerte, ese cruel destino de abandono quedó atrás por iniciativa de un grupo de vecinos que logró recuperar en la década del 50 el terreno y lo convirtió en un paseo peatonal y en un museo. El pintor Benito Quinquela Martín fue uno de los impulsores de poner en valor aquel lugar y quien propuso el nombre de “Caminito”, por un tango compuesto por Juan de Dios Filiberto y Gabino Coria Peñaloza.

2. Museo Histórico Nacional

La segunda opción para ir a visitar es el Museo Histórico Nacional que está ubicado en Defensa 1600, sobre el Parque Lezama, a tan sólo 15 minutos desde Constitución. El ingreso al lugar es gratuito, pero los visitantes pueden aportar el monto que consideren equivalente a una entrada para contribuir.

La propuesta del museo es promover la “reflexión sobre la historia argentina a través de la conservación, investigación y exhibición de objetos, piezas de arte y documentos históricos”, como así también actividades culturales y educativas para pensar y debatir la conformación de nuestro país.

En el museo se realizan diferentes exhibiciones por tiempo limitado, una de ellas es Los 80. El rock en la calle que estará disponible hasta el 30 de mayo. Allí los visitantes podrán ver la muestra que incluye más de 800 instrumentos, foto, discos, vestuarios, diseños, afiches, entre tanta otras cosas más que recorren la historia del rock nacional de la década del 80.

El horario de visita al Museo Histórico Nacional es de miércoles a domingo de 11 a 19 horas, con excepción del viernes que permanece abierto hasta las 21:30 horas. En cuanto a la historia, el lugar propone recorrer las culturas de los pueblo originarios, la conquista colonial, la Revolución de Mayo, el Cruce de los Andres, entre otros momentos históricos de nuestro país.

Entre los objetos exhibidos están la bandera argentina de 1812 que acompañó a Manuel Belgrano durante las batallas del Alto Perú y el sable corbo que usó José de San Martín en las luchas por la Independencia.

3. Cementerio de la Chacarita

Uno de las últimas recomendaciones para visitar sin cargo en la Ciudad de Buenos Aires es el Cementerio de la Chacarita, conocido originalmente como Cementerio del Oeste, que tiene 95 hectáreas y es uno de los más grandes de la ciudad porteña. Su ingreso está ubicado sobre la Av. Guzmán 680. 

Las principales necrópolis surgieron a partir de epidemias y ese fue el caso del Cementerio de la Chacarita. El tiempo estimado desde Constitución al lugar es de casi 50 minutos, todo depende del medio de transporte elegido.

La epidemia de la fiebre amarilla sacudió a la ciudad en 1871 y se hizo necesaria la construcción de cementerios porque los existentes no daban a basto. Desde 1887 se realizaron inhumaciones y con el paso de las décadas se convirtió en un punto de turismo.

En el Cementerio de la Chacarita descansan los restos importantes figuras del mundo de la actuación, música, las letras y el deporte. Entre ellas Aníbal Troilo, Adolfo Pedernera, Benito Quinquela Martín, Luis Sandrini, Norberto Napolitano (Pappo) Alfredo Alcon. 

Se puede visitar de lunes a domingos de 8 a 17 horas. El segundo y cuarto sábado de cada mes se realizan visitas guiadas gratuitas a las 10 horas.

Fuente: Paseos gratis en Buenos Aires: tres imperdibles propuestas para hacer turismo en la Ciudad | Crónica | Firme junto al pueblo (cronica.com.ar)

 

Tres restaurantes familiares de tradición italiana en Buenos Aires

Ya se sabe, los sabores nos transportan sin necesidad de movimiento, y la gastronomía en Italia es casi tan imperdible como la catedral de Milán o el Coliseo de Roma. Comer en un restaurante italiano es visitar con los sentidos ese país que enamora. Muchos de nuestros abuelos y abuelas llegaron en barco desde aquellas tierras y nos transmitieron de generación en generación sus costumbres. Pero desde hace décadas que la gastronomía italiana no se apoderaba con tanto ímpetu, como lo está haciendo ahora de las cocinas de Buenos Aires.

Sin embargo, son solo algunas las propuestas que si bien abrieron hace años sus puertas, mantienen hasta el día de hoy “al dente” algunas de las cartas más deliciosas del país. Estos negocios familiares cuentan muchas historias al mismo tiempo, construyen comunidad, hablan de un legado que se transmite de generación en generación; de la historia de un país con sus costumbres, contratiempos y alegrías (y si se trata de Argentina mucho más aún). Cuentan también la historia de quienes trabajan allí, algunos de los cuales llegaron muy jóvenes y hoy les están pasando la posta a sus hijos para que continúen escribiendo un futuro compartido.

Tres restaurantes familiares de tradición italiana

Broccolino

La historia de Broccolino, un restaurante familiar ubicado en el Microcentro, se escribe desde 1985, donde se festejaron cumpleaños, ascensos, mundiales, elecciones, donde hubo despedidas, declaraciones de amor e inesperadas visitas ilustres, todo alrededor de una mesa, y de un rico plato porque, como bien sabemos, nada une como la comida.

Luego de la pandemia, el Microcentro comienza a recuperar su ritmo y Broccolino sigue alimentando los fuegos de su horno pizzero que se mantuvo encendido durante 38 años y las cacerolas volvieron a cocinar las pastas que gritan familia como pocos platos.

El restaurante abrió sus puertas por primera vez en febrero de 1985, en el local donde estaba la agencia de publicidad familiar. El nombre es un homenaje a los italianos que se instalaron en Brooklyn luego de las primeras olas migratorias. En Argentina, con el recetario de Luciana y la nonna que venían de Livorno, Italia, la familia se embarcó en una nueva aventura gastronómica. Arrancaron con la tradicional pizza italiana y fueron con el tiempo sumando platos hasta contar con una de las cartas más auténticas del país.

Hoy, Alejandro Ballabeni, hijo de Luciana, lidera un equipo que fue creciendo y por el que pasaron hijos, nietos y sobrinos, y donde continúan trabajando luego de más de 25 años, cocineros y mozos que son parte del corazón del restaurante. Broccolino fue creciendo y sumó un salón y un área de producción, donde se amasan las pastas frescas que alimentarán a locales y turistas que entran atraídos por el aroma que se cuela hasta la vereda.

¿Qué pedir? Las pastas son las estrellas del lugar. Frente a la nutrida carta es difícil no tentarse con una pasta rellena como los ravioles de ciervo con salsa Alfredo que trae hongos y pesto. Muchos eligen los clásicos tagliatelle all’amatriciana o alla puttanesca para quien quiere un poco de picante y para aquellos a los que les gusta compartir, hay una selección de pastas que trae cuatro variedades con cuatro salsas a elección.

Antes de las pastas, pocos se resisten a los Calamaretti Broccolino que vienen flambeados en vino blanco, o a la cebolla Broccolino, un plato tradicional que se fríe abierta y se sirve en forma de flor. Tampoco faltan las berenjenas alla parmesana y la caprese fior di latte.

Entre las carnes, la saltimbocca alla romana es un clásico del lugar junto con el lomo a la pimienta, sabores nostálgicos que sobreviven en el menú. Y como buen restaurante italiano no puede faltar el risotto en sus distintas variedades. Para el momento de los postres, nada de sutilezas: el Pecatto di Cardinale es una oda al goloso indeciso, un poco de todo para el cierre de una comida all uso nostro, suculenta y sabrosa, ¿por qué elegir si se puede tener todo?

– ¿Dónde? Esmeralda 776, Microcentro

Fettuccine Mario

En 1943, Mario Bianchi y su mujer, Ana, abrieron las puertas de su restaurante en Pilar. Con un salón elegante, una atención muy buena y personalizada, y respetando sus tradiciones italianas, deleitaron a toda la ciudad con sus menús caseros. Sin embargo, los fundadores no dieron con su prestigio y popularidad desde el principio.

“Te imaginás que en 1943 el único asfalto que había en Pilar era el de alrededor de la plaza. Por la zona, pasaba un auto por día o a lo sumo dos, solo porque estábamos ubicados al lado de una estación de servicio. Un día los dueños de la propiedad le ofrecieron a mi padre comprar el negocio porque no lo podían mantener. Aunque sonaba disparatado, mi madre lo convenció para hacerlo”, recordó sobre los comienzos de Fettuccine Mario, Atilio Bianchi, su hijo.

Los primeros años fueron muy duros pero les alcanzaba para pagar la cuota del negocio que casi sin pensarlo habían comprado. De a poco, aquellos que tenía campos en Pergamino, Capitán Sarmiento o San Antonio de Areco realizaban como parada obligatoria de almuerzo una visita al restaurante.

Aunque de nacionalidad italiana, su madre nació en Yugoslavia. Su padre, por su parte, era un boloñés fanático de la pasta. “Al principio mi padre cocinaba bifes de lomo con papas fritas y huevo. Hasta que un día uno de los clientes de siempre se acercó un domingo mientras nosotros almorzábamos en el restaurante y preguntó: ‘¿Qué es eso que comen?’. Eran los fettuccine con salsa de ragú de mi madre, una creación de fusión triestina e italiana. ‘Quiero eso’, sugirió casi sin dudarlo. Cuando lo probó aseguró que nunca había comido algo por el estilo en ninguna parte del mundo, corrió la bola entre sus amigos y así fue que empezamos a servir nuestros famosos fettuccine”.

El restaurante se encuentra ubicado en la inmediaciones de los clubes de polo más conocidos de la ciudad. Atilio recuerda que por dos meses, todos los días, un italiano, el príncipe Ruspoli, hacía que su taxi que lo traía del centro de Buenos Aires lo esperara mientras asistía a un espectáculo del deporte de élite y luego mientras comía fettuccine en su establecimiento. Un día, cuando se despedía de Atilio para regresar a Roma le dijo que quería que le preparara un plato especial para él. “Casi sin dudarlo, le dije que sí”, contó.

Al otro día cuando regresó, lo vio y recordó su promesa. Fue a la cocina, agarró los fettuccine al ragú de su madre les agregó un toque de crema y champiñones. “Le gustaron tanto que me pidió que los nombrara en su honor. Hoy es uno de los más vendidos”. Aunque no quiere compartir la receta, Atilio asegura que para la pasta “Príncipe Ruspoli” la cocción de seis horas del ragú es la clave. El hijo de Mario come pastas todos los días y solo come carne en las salsas o rellenos. Para él, una buena salsa es fundamental para unas buenas pastas. En el restaurante sirven las pastas con el queso mezclado, si el comensal pide más queso, Atilio no se lo sirve, y si prefiere las pastas sin queso, le dice que sin queso no la sirve.

– ¿Dónde? San Martín 299 y Ruta Nacional 8, Pilar

La Locanda Ristorante

La Locanda, conducido por el chef Daniele Pinna, es uno de los restaurantes más respetados y conocidos de la cocina italiana en la Argentina. El cocinero tuvo restaurante en Italia, trabajó en Barcelona, Málaga, La Toscana y Cerdeña, y abrió este lugar no hace mucho, cuando vino en 2010 acompañado de sus padres que lo ayudaron a montarlo.

Hijo de un chef y dueño de restaurante en Italia, Daniele cocina desde que tiene catorce años. Aprendió las técnicas básicas de la mano de su padre, las que luego perfeccionó en las cocinas del mundo. Hoy intenta todos los días agasajar a los comensales con su propia visión de la cocina italiana.

Entre los platos más amados del menú, están: el Antipasto Sardo, con jamón di parma, aceitunas negras, salame y queso pecorino; el Pulpo Tostato, pulpo español a la parrilla con papas; el Maccheroni alla romana con salsa alla carbonara; el Risotto ai funghi porcini; y, de postre, el mousse de chocolate y el tiramisú, el orgullo de la casa.

¿Cómo tiene que ser un plato para que me sienta satisfecho? Tiene que estar rico. No necesitás grandes cosas para lograrlo, no tiene que ser estrafalario ni muy fifí. Eso sí, la materia prima tiene que ser buena. A partir de un buen producto podés hacer lo que sea”, sostuvo en una entrevista con este medio algunos años atrás Pinna.

– ¿Dónde? Pagano 2697, Recoleta

Fuente: Delicioso legado: tres restaurantes familiares de tradición italiana en Buenos Aires – Infobae

Primo Levi, el escritor que sobrevivió a Auschwitz

Si esto es un hombre relata sus días en Auschwitz. Es un libro descarnado, honesto y conmovedor. Pero no conmueve desde la adjetivación ni desde el golpe bajo. Cuenta con detalle la vida y las sensaciones de un Häftling, un detenido sin privilegios en un Lager. Relata sus padecimientos y sus pensamientos más íntimos (cuando los había; llega a describir a un hombre como “demacrado… en cuyo rostro y cuyos ojos no se distingue indicio de pensamiento”). El estilo del libro es seco y llano. No hay énfasis, subrayados ni adjetivación. No es necesario. El horror no requiere de eso para ser narrado. Todo es verdad: los artificios no son necesarios. No hay, tampoco, odio en el que escribe. Existe una descomunal voluntad por contar lo sucedido. Transmitirlo. Sin juzgar pero sin dejar de establecer con claridad los roles: quién es la víctima y quién el victimario.

Si esto es un hombre es la obra de un químico que analiza la composición de ese organismo siniestro que fueron los Lager. Es Primo Levi, un químico y escritor que además es sobreviviente. Nació en 1919 y hasta su jubilación fue gerente de una de las fábricas de pintura más importantes de Italia. Fue autor de novelas, cuentos y antologías literarias. Sin embargo, sus obras más importantes son las referidas a la experiencia como víctima de los campos de concentración alemanes. Además de diversos cuentos, fue autor de una trilogía excepcional sobre su experiencia bajo el sojuzgamiento nazi: Si esto es un hombre antecede a La tregua y Los hundidos y los salvados.

Tenía 24 años cuando creyó que era el momento de entrar en acción. Se dirigió con sus camaradas a las colinas. A formar parte de la Resistencia. En ese tiempo no bastaba con pensar en lo que estaba mal, en la mera oposición ideológica. Había que combatir activamente. Era la única forma de actuar. Ser partisano. El fascismo había desquiciado a la sociedad italiana. Él, además, sufría la segregación. Había que entrar en acción. Pero la inexperiencia les jugó una mala pasada. A los pocos días fueron apresados por la fuerzas del régimen.

El intento fue noble pero candoroso. Sin apoyo económico, armas ni entrenamiento. Trescientos soldados fascistas los encontraron de noche. De casualidad. No los buscaban a ellos, sino a una célula más importante. Después de la detención, sabían lo que sobrevendría. Los golpes, la tortura, la larga prisión. Debe haber pensado, entonces, que lo ocurrido era inevitable. Al menos para él. No tenía que analizarlo demasiado. El cuerpo endeble, los anteojos, la licenciatura en química, su pasión por la literatura. No era un hombre de acción. Sólo contaba a favor con el entusiasmo y la convicción.

Comenzaron los interrogatorios. Preveía lo peor. Dio su nombre y se declaró como ciudadano italiano de raza judía. Los interrogadores no preguntaron más. Les solucionó un problema. Que otros se encargaran de él. Ese escuálido químico no podía ser un subversivo. Lo enviaron a Fossoli, a un campo de concentración para judíos. Al llegar él, había en Fossoli alrededor de ciento cincuenta judíos italianos. Un par de semanas después llegaban a seiscientos. Los soldados alemanes se ocuparon de ellos. Los subieron a un tren. Sin pasaje de regreso. De los sesenta italianos que se hacinaron en el mismo vagón que él, sólo cuatro sobrevivieron a la experiencia. Un vagón, comparado con otros, con alta tasa de sobrevida.

En Levi, el hombre, el químico, el sobreviviente y el escritor son inseparables. Allí, en Auschwitz, a su pesar, aprende innumerables cosas. De las buenas y de las malas. Su capacidad de observación, alguna habilidad (sus conocimientos científicos), su fortaleza moral y su suerte le permitieron sobrevivir. La experiencia es atroz, inimaginable. Sin embargo fue absolutamente real. Él la transmite vívidamente. Pero sin gritos ni proclamas. Lo hace con tranquilidad sin darle espacio al rencor o la venganza. Eligiendo cuidadosamente cada una de las palabras para transmitir lo inefable. Para hacerle justicia a aquellos que, según él, son los verdaderos testigos: los Muselmann (o los “musulmanes”, como los llamaban en los campos de concentración a los que no podían más, a los exhaustos), los hundidos. Los que no pudieron volver, los muertos.

“La demolición terminada, la obra cumplida, no hay nadie que la haya contado, como no hay nadie que haya vuelto para contar su muerte- escribe Levi en Los hundidos y los salvados-. Los hundidos, aunque hubiesen tenido papel y lápiz, no hubieran escrito su testimonio, porque su verdadera muerte había empezado ya antes de la muerte corporal. Nosotros hablamos por delegación”. Los hundidos. Esos son los que constituyen la regla, los sobrevivientes son la excepción, una anomalía.

La trilogía de Auschwitz es la obra que lo hizo inmortal. Una trilogía involuntaria que se fue escribiendo con el tiempo. Bajo el signo de la necesidad. De la necesidad de contar, de ser escuchado, de ser comprendido.

Si esto es un hombre se inicia con el apresamiento de Levi. Página a página va relatando la experiencia en Auschwitz desde el traslado en tren hasta la liberación por parte de los soldados rusos al fin de la Segunda Guerra Mundial. Cuenta el ingreso, el tatuaje en el brazo del número de prisionero –la marca indeleble, el mensaje unívoco: de aquí no se sale-, las condiciones inhumanas, las relaciones entre ellos, las prevaricaciones, las ilusiones, los trabajos esclavizantes y la muerte, que impregnaba todo lo demás. En un Lager nada más cotidiano que la muerte.

El libro comienza con un breve poema. (…) Considerad si es un hombre / Quien trabaja en el fango / Quien no conoce la paz / Quien lucha por la mitad de un pan / Quien muere por un sí o un no / Considerad si es una mujer / Quien no tiene cabellos ni nombre / Ni fuerzas para recordarlo / Vacía la mirada y frío el regazo / Como una rama invernal / Pensad que esto ha sucedido (…)

Se publicó en 1947 en Italia. Al principio pasó desapercibido. Casi no encontró lectores. Pero tuvo repercusión diez años después cuando fue reeditado. A partir de ese momento se convirtió en un texto imprescindible para entender un tiempo inentendible, un tiempo feroz y sin lógica. Una obra maestra de la literatura y de la ética.

La tregua, segunda parte de esta trilogía, comienza donde terminó el libro anterior, con la liberación del campo, la huida de los nazis y la llegada de los rusos. En las primeras diez páginas se produce el cambio. La necesidad sigue siendo extrema, las condiciones físicas lamentables, pero sin la opresión, aún en la anarquía y confusión de los primeros días, los hombres recuperan la humanidad.

Primo y su compañero, muy enfermos (por eso habían quedado en el Lager y no habían sido trasladados con los demás) ayudan a los demás que están peor que ellos. Entierran los cadáveres. Comparten los alimentos que logran conseguir. Un muerto había dejado de ser aquello que posibilitaba un nuevo par de zapatos, una camisa menos deshilachada que la propia o una ración más de pan para ese día. El trato con la muerte, por más habitual en que se hubiera convertido, los hizo percatarse de la recuperación de la humanidad. El resto de los prisioneros fueron embarcados en La Marcha de la Muerte. A ellos, paradójicamente, los salvó su mal estado de salud. Otro golpe de suerte.

El tiempo que pasan en el campo de concentración, deambulando por él en busca de la subsistencia ante la fuga de los nazis, es una especie de Robinson Crusoe fúnebre, siniestro. Luego llega el traslado. Y una nueva oleada de muertes; hasta la comida era peligrosa para esta gente que había sobrevivido al inframundo de Auschwitz. El regreso a su hogar después de un año. Subirse a un tren de nuevo, siendo unos de los pocos que consiguió pasaje de regreso. Aquello que en condiciones normales hubiera demorado un par de días, a ellos les tomó varios meses. Es un libro de aventuras. De aventuras tristes, iniciáticas y de supervivencia.

La libertad, la improbable, imposible libertad, tan lejana de Auschwitz que sólo en sueños osábamos esperarla, había llegado; y no nos había llevado a la Tierra Prometida. Estaba a nuestro alrededor, pero en forma de una despiadada llanura desierta. Nos esperaban más pruebas, más fatigas, más hambres, más hielo, más miedo”, escribió. Los sobrevivientes estaban regresando a la superficie, saliendo a flote en un camino que había que sortear, no libre de dolor y crueldad.

En esos trenes que iban hacia ninguna parte, que como en un macabro Juego de la Oca, que en cada viaje se alejaban varios cientos de kilómetros de su destino final, él sufre pesadillas. En esos sueños no recrea las noches heladas, los días sin comer, la muerte presidiendo cada momento, la crueldad de sus capturas. Su pesadilla recurrente consiste en que cuenta lo sucedido y nadie le cree ni lo escuchaLa tregua finaliza con el regreso a su madre y a su hogar.

En 1987, Primo Levi finaliza la trilogía con Los hundidos y los salvados. Allí analiza con profundidad la experiencia de los Lager. Retoma los temas de los libros anteriores, pero en este caso analizándolos en profundidad. Para Levi no hay venganza ni olvido. Sólo justicia. Admite que puede perdonar a aquel que sinceramente reconozca y se arrepienta de sus errores y crímenes. Quien reconoce sus faltas ya no es su enemigo, dice. Pero claro, solamente los cometidos contra su persona. Nadie pueda perdonar por lo sufrido por otro. Es imposible el perdón universal. Por eso afirma que el homicidio es imperdonable.

Los hundidos y los salvados representa uno de los análisis más certeros y valientes de la experiencia de los lager. El libro molesta, inquieta. Siempre con el medio tono, la humildad y el razonamiento como premisa, disecciona los elementos más controvertidos de la experiencia en cautiverio.

“Dejemos las confusiones, los freudismos mezquinos, la morbosidad, la indulgencia -escribe Levi en el primer capítulo-. El opresor sigue siéndolo, y lo mismo ocurre con la víctima: no son intercambiables; el primero debe ser castigado y execrado (pero, si es posible, debe ser también comprendido)”.

Los temas que trata son complejos, no admiten simplificaciones ni maniqueísmos. Levi indaga en ellos con su humanismo y honestidad de siempre. El recuerdo de los ultrajes, la comunicación en los campos y la comunicación de la experiencia, los intelectuales en Auschwitz y la violencia inútil son algunos de los asuntos que despacha con su pensamiento claro.

El último capítulo lo dedica a transcribir y comentar la correspondencia que mantuvo con los lectores alemanes tras la traducción de su libro. Otra vez la condición humana al desnudo. Sin embargo, el capítulo central del libro es en el que indaga sobre aquello que él llama “la zona gris”. Comienza preguntándose por una de sus obsesiones, por aquello que lo llevó a escribir por primera vez sobre el tema cuarenta años antes.

Primo Levi se pregunta si los sobrevivientes han sido capaces de comprender y hacer comprender su experiencia. Y contra eso, sostiene, atenta que, por lo general, se asocia comprender con simplificar. Pero existen situaciones en las que simplificación lleva a errores de juicio graves. Por eso, por más incómodas que resulten, Levi se sumerge en ellas. Como siempre no iguala, diferencia. Y se esfuerza por comprender. Por su prisma implacable pasan los Sonderkomando, los Consejos judíos, los Kapos y también, los de su condición, los Häftlings. Los extremos, la reducción impiden comprender. Esa es su lección.

Muchos grandes escritores han dejado testimonio sobre los campos de concentración. Jean Amery, Imre Kértez, Elie WieselJorge Semprún y Víctor Klemperer entre otros. Pero es Primo Levi quien se erige en el testigo. Rememora. Impide olvidar. Le da voz a los que ya no pueden contar.

Jorge Semprún alguna vez escribió: “Contar bien significa: de manera que sea escuchado. No lo conseguiremos sin algo de artificio”. A lo largo de su obra Levi parece polemizar con él. En una entrevista declaró: “Escribí de la manera más natural escogiendo deliberadamente un lenguaje no demasiado sonoro. No había necesidad de subrayar el horror. El horror estaba allí”.

Primo Levi combatió contra ese fantasma, contra esa tendencia a olvidar, a no enterarse. Su obsesión, su vocación más profunda fue transmitir la experiencia, recuperarla. Para que nadie olvide. Para que no se volviera a repetir.

Primo Levi murió el 11 de abril en 1987. Cayó por el hueco de la escalera de la casa de Turín en la que vivió toda su vida, a excepción del año que pasó en Auschwitz. Sus familiares y amigos hablaron de un accidente. Alegaron que pudo haber sufrido un desvanecimiento y como consecuencia de él cayó al vacío desde varios pisos de altura. Se aferran a que él que dejó testimonio de todo, no dejó ninguna nota dirigida a sus familiares de despedida ni que explicara su decisión. Otro argumento: su condición de químico, su pensamiento científico, contradicen que hubiera elegido un método tan poco fiable para matarse.

Sin embargo, todo parece indicar que se trató de un suicidio. Tenía 67 años y había expresado que su tiempo como escritor había terminado, que se había secado, que se había quedado sin cosas para contar. La depresión era una presencia constante en su vida. Algunos problemas físicos derivados de una operación de próstata, la deteriorada salud de la madre de casi cien años (con la que convivió toda la vida), los fantasmas de Auschwitz (Elie Wiesel escribió: “Primo Levi murió en Auschwitz cuarenta años más tarde”).

Los motivos profundos de cualquier suicidio son insondables. Lo cierto, en el caso de Levi, es que, como sostiene el lingüista y crítico literario Tzevetan Todorov, el suicidio no es, en modo alguno, la culminación lógica de la reflexión de Levi. Luchó toda su vida contra la idea de que lo vivido en Auschwitz era una condena a muerte de por vida, que no podía superarse, que no había forma de sobreponerse. Discutió públicamente con Jean Amery por el tema y hasta lo criticó luego que este se suicidara a fines de los setenta. El italiano había escrito que los objetivos de la vida “son la mejor defensa contra la muerte, y no sólo en el Lager”. Tal vez, esa mañana de abril de hace 35 años creyó haberse quedado sin ellos.

Lo enterraron en el cementerio de su ciudad natal. La lápida es sencilla. Sólo tiene sus datos. Los años de nacimiento y muerte: 1919-1987. Su nombre: Primo Levi. Y un número: 174517. El número tatuado en su antebrazo izquierdo. Su identidad como Häftling. El número que fue su nombre durante el año en Auschwitz. El número que Primo Levi nunca quiso borrarse. Del que no se vanagloriaba ni avergonzaba, el que no exhibía ni ocultaba.

Del que escribió en Los hundidos y los salvados: “Muchas veces me preguntan por qué no me lo borro, y es una cosa que me crispa: ¿Por qué iba a borrármelo? No somos muchos en el mundo los que somos portadores de tal testimonio”.

Matías Bauso (publicado por Infobae.com el 11/04/2022)

Fuente: Primo Levi, el escritor que sobrevivió a Auschwitz: su extraña muerte 40 años después del horror y la trilogía que lo hizo inmortal – Infobae

El aumento del gasto militar fractura el Gobierno italiano

El sismógrafo de la política italiana llevaba muchas semanas sin registrar movimientos. Las constantes crisis del Gobierno transalpino han pasado a un segundo plano en medio del conflicto de Ucrania. Pero justamente a cuenta del gasto militar pactado en el seno de la OTAN a raíz de esta guerra se ha vuelto a abrir una brecha importante en el Consejo de Ministros, una herida que amenaza con provocar la primera gran crisis del año. El Movimiento 5 Estrellas (M5S) amenaza con votar este jueves en el Senado en contra del aumento de la partida de Defensa hasta el 2% del PIB, como ya ha anunciado que hará el primer ministro, Mario Draghi. Se trata de dar cumplimiento a las directrices acordadas en la OTAN, fijadas como máximo para 2024. Pero el líder del M5S ha asegurado que este objetivo no es una prioridad para los italianos y amenaza con fracturar la mayoría de Gobierno. El Ejecutivo ha decidido este miércoles someter la aprobación de un decreto sobre el envío de ayuda y armas a Ucrania a una cuestión de confianza.

El M5S es el partido con mayor representación parlamentaria en el Ejecutivo de unidad italiano. Giuseppe Conte, su líder, perdido en el día a día de la política desde que se puso al frente del partido populista, intenta ahora recuperar perfil oponiéndose al aumento del gasto militar. El problema es que su propio relato político no le acompaña. El ex primer ministro gastó más en defensa que el actual jefe del Gobierno —en 2021 hubo un aumento del 17% de la inversión pública en esa partida respecto a la de 2018—, pero las encuestas señalan que los italianos no quieren ahora invertir ese dinero en armas y prefieren afrontar otras prioridades. “Un aumento del gasto militar ahora sería impropio. Nuestra seguridad no depende de 10.000 o 14.000 millones de euros más. Seguiremos debatiendo sobre esto”, dijo Conte tras reunirse el martes en Roma con Draghi.

Los grillinos, necesitados de un empujón en los sondeos, señalan en público que esos recursos deberían destinarse a frenar el alza de los precios energéticos o a inversiones sanitarias. Pero, en privado, muchos de ellos reconocen que hay una estrategia política detrás de una negativa que podría provocar una crisis de Gobierno. “Es un tema complicado y tampoco hay unanimidad dentro del partido. Pero es evidente que la jugada va más allá del contenido del decreto”, señala un diputado del M5S. Efectivamente, el gasto militar no se encuentra en el Decreto Ucrania que ha aprobado el Ejecutivo, y debería rechazarse a través de otros mecanismos. El partido tiene ahora mismo un 13% en intención de voto en las encuestas, algo más de 20 puntos menos que el resultado obtenido en las elecciones de marzo de 2018. Conte, además, no logra hacerse con el control de la formación y su liderazgo se pone en cuestión en cada decisión que yerra.

La amenaza del líder grillino causó enorme malestar en el actual primer ministro, que se marchó inmediatamente después a explicar la situación al presidente de la República, Sergio Mattarella. En el palacio Chigi, sede del Ejecutivo, aseguran que lo hizo porque el jefe del Estado también lo es de las Fuerzas Armadas y, además, es el garante de los acuerdos internacionales asumidos por Italia. Las mismas fuentes muestran cierto malestar por una maniobra que consideran falta de sustancia (10 países europeos ya lograron el objetivo en 2021).

“Italia tiene un compromiso de llevar gradualmente el gasto militar al 2% del PIB. Un recorrido realizado por todos los presidentes del Consejo. El año pasado ya lo hizo Draghi con el mismo grado de aumento. Por eso, el primer ministro ha dicho que no se pueden cuestionar los compromisos internacionales tomados por Italia. Rediscutirlos pone en riesgo el pacto de la coalición”, señalan fuentes de la presidencia del Consejo de Ministros a este periódico.

El Gobierno ha decidido someter la medida, que se votará este jueves en el Senado, a una moción de confianza. Un mecanismo parlamentario que permite medir la solidez del Ejecutivo y de la mayoría que lo conforma. En caso de votos contrarios, se abriría una crisis política en un momento de extrema volatilidad para Italia. Algo que, al menos de puertas hacia afuera, ha sido muy criticado por el líder del Partido Democrático, Enrico Letta. “Italia dejaría atónito al mundo entero si abriese ahora mismo una crisis de gobierno. Sería perjudicial para nosotros, para todos nosotros. Y sería tremendamente negativa para el proceso de paz y para quien sufre la guerra. Trabajamos para evitarla”. El Ejecutivo, en ningún caso, podría caer en estos momentos, justo cuando se diseña la ley de presupuestos e Italia intenta buscar una solución a la crisis energética asumiendo un papel más relevante en la crisis ucrania.

Draghi mantuvo, precisamente el miércoles por la tarde, una conversación telefónica con el presidente de Rusia, Vladímir Putin, que duró alrededor de una hora. El mandatario ruso expuso al italiano los motivos por los que Moscú ha tomado la decisión de cobrar su gas en rublos y le aseguró que esto no afectará a las compañías europeas, según el Kremlin. Los dos líderes abordaron los pasos dados en las negociaciones de paz en Estambul. Draghi subrayó “la importancia de establecer cuanto antes un alto el fuego para proteger a la población civil y apoyar el esfuerzo negociador”, según explican fuentes del Gobierno italiano.

Daniel Verdú (publicado por El País el 30/03/2022)

Fuente: El aumento del gasto militar fractura el Gobierno italiano | Internacional | EL PAÍS (elpais.com)

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