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junio 2021

Argentina cierra sus fronteras ante el riesgo de una tercera ola por la cepa Delta

El gobierno argentino reducirá de 2000 a 600 la cantidad de personas que podrán ingresar al país por día para evitar la circulación de la cepa Delta del coronavirus, variante originada en la India que demostró una altísima capacidad de contagio y la posibilidad de sortear la inmunización de aquellos que han recibido sólo la primera dosis de la vacuna.

La asesora presidencial Cecilia Nicolini había dicho este viernes que el Gobierno estudiaba incluso la posibilidad de implementar la obligatoriedad de imponer una cuarentena en hoteles durante diez días para quienes regresen de un viaje al exterior.

Sin embargo, finalmente el Gobierno argentino determinó que serán las provincias las que decidan si quieren obligar a quienes regresan del exterior a cumplir el aislamiento en hoteles. La Casa Rosada eludió así el costo político de una decisión muy resistida y transfirió la responsabilidad a las provincias.

Migraciones de la Argentina detectó la semana pasada que el 40% de la personas que ingresaban del exterior no cumplía la cuarentena obligatoria. El impacto de la variante Delta en poblaciones que no estan completamente vacunadas es un riego que México comparte con Argentina. Chile con más de la mitad de su población con las dos dosis también cerró las fronteras por la variante india.

La ministra de Salud, Carla Vizzotti, dijo que “sigue vigente el cierre de fronteras para el turismo extranjero y solo está permitida para argentinos o residentes, quienes deben realizarse un PCR antes de embarcar hasta 72 horas previas al viaje, hacer un test antígenos al llegar y, en caso de dar positivo, aislarse en un hotel, todo a cargo del pasajero”.

“Para minimizar los riesgos y retrasar el ingreso la variante Delta, que está en 70 países, se disminuye ese cupo hasta el 9 de julio a 600 personas”, agregó Vizzoti.

La ministra admitió de este modo lo que en el Gobierno ya dan por descontado, que es que la cepa Delta sea la mayoritaria en adelante. Fernán Quirós, su par porteño, dijo este viernes que “no hay ninguna duda de que tenemos por delante una nueva ola, probablemente vinculada a las nuevas variantes”.

El principal temor es por el efecto que esta variante tiene aún en las personas que ya están vacunadas. El Reino Unido reveló hace dos semanas que la primera dosis de AstraZeneca es sólo 33% eficaz contra la variante Delta. Para que la cobertura sea del 90%, se deben contar con las dos dosis.

Por eso en el Ejecutivo preocupa que esta variante complique la estrategia de vacunación diseñada por Vizzotti, que se centró en aplicar mayor cantidad de primeras dosis antes que inmunizar por completo a un sector más reducido de la población. Es por ese motivo por el que en la Ciudad decidieron esta semana suspender la vacunación de menores de 40 años, para avanzar con las segundas dosis.

La situación que genera la cepa Delta es motivo de preocupación en el mundo. En Chile, el país más avanzado en el plan de vacunación de Latinoamérica, determinaron este viernes que las fronteras estarán cerradas hasta el 14 de julio luego de que una mujer que volvía desde Estados Unidos diera positivo en la variante Delta. Sidney, en Australia, impuso una cuarentena total; mientras que Israel volvió a hacer obligatorio el uso de tapabocas en lugares públicos.

Fuente: Argentina cierra sus fronteras ante el riesgo de una tercera ola por la cepa Delta (lapoliticaonline.com.mx)

Argentina, tierra de emigración y de sueños inconclusos

Algo más de un millón de argentinos están radicados en el exterior, cifra que no incluye a la segunda o tercera generación de nacidos fuera del país, lo que llevaría ese número casi al doble.

Más extendida aun es la expectativa de emigrar, que no todos podrán concretar, pero que para muchos se erige como única salida posible frente a las sucesivas frustraciones y el sentimiento creciente de que ningún esfuerzo o sacrificio individual podrá vencer las adversidades.

“Ojalá hubiera razones para decirles no se vayan por esto, esto y esto, pero no hay motivos ni argumentos para retener al que se quiere ir, porque esto se inscribe en una suerte de declinación estructural de la Argentina, en todas sus variables duras: tasa de desocupación, valor del salario, PBI, pobreza”, dijo a Infobae el sociólogo y analista Eduardo Fidanza, director de Poliarquía.

En esta nota, otros especialistas consultados analizan qué factores impulsan la emigración de argentinos y Lelio Mármora, ex director de Migraciones y por varios años representante para el Cono Sur de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) explica por qué Argentina debería tener una politica de Estado de retención y reequilibrio de su población en prevención de riesgos geopolíticos.

EMIGRACIÓN CALIFICADA

Según la OCDE, Argentina está en el top 30 de las naciones con emigrados de alta calificación. En los años 60, 70 e incluso 80, el país sufrió esencialmente una fuga de cerebros que nunca se ha detenido del todo. Pero actualmente, el fenómeno se amplía socialmente y se diversifica. Desde los empresarios que enfrentan un clima hostil –”tener una Pyme es agotador porque te cambian las leyes todos los días”, dice por ejemplo el ingeniero industrial Leonardo Pirillo (45) que hoy vive en Miami- hasta jóvenes que aun sin concluir una carrera sienten que no vale la pena esperar y deciden empezar de cero en otro lado, como Ivanna Kosaruck (25), una estudiante de abogacía a la que le faltaban 10 finales para recibirse, pero dejó la carrera y partió a Italia: “Tuve que juntar coraje para desistir por una vida mejor: inseguridad e inflación, nunca más”.

En Miami, Pirillo ya inauguró una franquicia de gimnasios Tuluka fitness: “Vinimos para lograr estabilidad y asegurarle a mi hija un crecimiento”. Y para Ivanna Kosaruc, que emigró con su novio, aunque el desarraigo fue durísimo, hubo una ganancia invalorable: “Caminar sin miedo nos bajó el nivel de estrés al que los argentinos estamos tan acostumbrados que ya no percibimos”.

“Caminar por la calle sin miedo no tiene precio”, coincide Verónica Ayala (39), que decidió irse después de sufrir un secuestro violento. “Nunca más volví a dormir tranquila. No hubo momento que no quisiera dejar Buenos Aires”, dice la mujer que hoy vive en la Costa del Sol, donde encontró “seguridad y una calidad de vida que desconocía; no vine a buscar mucho más que eso”.

Para Gabriel González (40) ingeniero civil, “la Argentina no está lista para emprendedores”. El Happy Hostel de este cordobés a punto de emigrar a Alemania no resistió la pandemia. “Yo fui un capitán que quiso llevar un barco a puerto. Vino la tormenta, y se estrelló”. A casi un año de haber cerrado, sigue pagando deudas y se tuvo que mudar a lo de sus padres. “Me voy del país, porque afuera puedo trabajar de lo que estudié, acá el título universitario cuelga en mi placard. Me da tristeza, pero te invitan a irte”.

La familia formada por Cristian Cerini (40), diseñador gráfico, Yanina Pintos (34), administrativa, y Luca (2) recuperó la “expectativa de futuro” que había perdido. “Emigrar es un desafío difícil, costó, pero los frutos se ven rápido. El día a día no lo terminamos con queja constante o frustrados”, dicen hoy desde Valencia.

“La Argentina no da para más -afirma Gabriela Fontana (58), docente y abogada, que se instalará en Barcelona el año próximo-. Mi lugar ya no era la Argentina por la inestabilidad diaria, estoy cansada. No me voy enojada. Simplemente quiero disfrutar los años que me quedan con serenidad”. En instagram creó una comunidad en torno a la emigración -@miproyectoconalas -, que cada día suma más gente con el mismo deseo. “Me impresiona la cantidad de personas interesadas en irse, no solo jóvenes, sino gente en edad jubilatoria. Se arriesgan a volver a empezar”.

Otros se van pensando en sus hijos. Josefina Prieto (29), diseñadora de indumentaria y madre de dos niños, no soportó criar hijos en la inseguridad y en la inestabilidad. “Mi esposo salía a las cinco de la mañana todos los días para ir a trabajar y yo siempre pensaba y si no vuelve más qué hago…” Hoy vive en Málaga, pero fue un desgarramiento: “Me sentí triste de Argentina… Ojalá que todo se solucione y algún día pueda volver a casa”.

Luciano Ruben (35), ingeniero civil, y Eva Butti (37) dejaron Santa Fe para instalarse en Bournemouth, Reino Unido: “Nunca encontré una oportunidad en mi nicho que es la metalurgia, fue desmotivante”. Allá ya tiene trabajo estable. Su novia también pudo insertarse laboralmente: “El desarrollo profesional trae aparejado una mejor calidad de vida, estabilidad económica, proyección a futuro”.

“Allá mi novio tenía 3 trabajos para poder vivir”, recuerda Micaela Allasio (26), estudiante de ingeniería que partió hacia Palma de Mallorca, convencida de que encontraría mejores oportunidades. “En La Pampa tenés dos caminos: empleado público o trabajar en el campo. En Palma tenemos estabilidad, capacidad de ahorro e invertimos nuestro dinero”. En sus redes (@micaonboard) recibe miles de consultas: “Noté un boom desde que estalló la pandemia, recibo varios mensajes preguntando por ofertas laborales, alquileres y qué papeles se necesitan”.

Lucas Deges (27), licenciado en Administración, estaba de vacaciones en la Riviera Maya cuando decidió mandar el telegrama de renuncia: “Fue una apuesta, porque tenía un trabajo estable que me gustaba”, reconoce. “Pero acá todo es más sencillo, el trabajo es valorado y bien remunerado”.

“Mi única salida fue buscar trabajo en el exterior”, dice Tomás Raimon (24), fotógrafo, que después de un año en “que el rubro del arte estuvo parado, sin eventos, sin presentaciones musicales, sin actividad”, logró reactivar su profesión en Miami. “Con algunos contactos y mi experiencia, que hay mejores propuestas en los Estados Unidos. Ya estuve en la fiesta de los Montaner ..”, cuenta.

LUCRO CESANTE

“El narcisismo inmigratorio que teníamos se terminó”, decía en 2017 Lelio Mármora, uno de los principales especialistas en migraciones del país, hoy director del Instituto de Políticas de Migraciones y Asilo (IPMA), de la Universidad de Tres de Febrero. Aludía al hecho de que nuestro país, que completó su poblamiento con grandes flujos migratorios, especialmente europeos, se ha convertido hoy en uno de los de mayor emigración de la región.

“Los últimos datos, de 2019, daban que un millón de argentinos están radicados en el exterior -dijo Lelio Mármora a Infobae-. De ese millón, 400 mil están en Europa, en España en primer lugar”. Ese país absorbe más de un 25 por ciento de la emigración argentina.

“En el último censo, los españoles se sorprendieron por la cantidad de italianos que tenían, más que en la época de los romanos: eran argentinos con doble nacionalidad”, bromea Mármora. “Mucha gente saca la doble nacionalidad por las dudas, sobre todo europea, que permite un movimiento más fácil”, acota.

“En Estados Unidos hay unos 300 mil -más de 21%-, pero también hay muchos en los países limítrofes, algo que no se tiene tanto en cuenta. En Chile, por ejemplo, hay muchos, por el desarrollo que ha tenido ese país. Uruguay sabemos que promueve la migración argentina. En los últimos años Paraguay resultó atractivo, en especial para empresarios. También Bolivia. No sólo recibimos migrantes de la región, también hay argentinos asentados en esos países”, señala Mármora.

En Europa, Francia es el segundo destino más elegido, luego Reino Unido, Italia y Alemania. Además, hay un número importante de argentinos en Israel y Australia.

“A futuro, la perspectiva es un incremento de la emigración -pronostica Mármora- Una encuesta de 2017, en la Universidad Tecnológica Nacional, mostró que el 60 por ciento de los estudiantes decía que una vez logrado el título se irían a trabajar al exterior. Esto confirma que la emigración argentina es calificada y representa un costo para el país, en formación, en desarrollo”. Una suerte de lucro cesante…

EL FACTOR DESALIENTO

“El país no está ofreciendo un horizonte más allá del día a día para proyectar un plan de vida. Lo digo a nivel de los jóvenes especialmente”, responde el sociólogo Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), ante la consulta de Infobae. Interviene un factor que llaman “control externo”: el sentimiento de que los cambios o las posibilidades de mejora en la vida no dependen de cada uno. “Por más que se esfuercen no van a salir adelante; es la sensación que se tiene. No se ve un horizonte en el cual poner la energía para progresar”.

Aunque no tienen mediciones, Salvia dice que “lo que aparece en estudios cualitativos referidos a la problemática de la inserción laboral es una fuerte expectativa de emigración en los jóvenes de clases medias y medias altas”. “Estos jóvenes -agrega-, que completaron estudios técnicos o profesionales o que están estudiando, piensan su futuro laboral en clave de irse a otro país en busca de mejores perspectivas profesionales. En el imaginario, la solución está afuera. No quiere decir que sea cierto, pero aparece como una necesidad psicológica”.

Esto sucede “aunque la información sea hostil”, especifica. “En algunos ensayos les hemos presentado un escenario negativo -vivir en casas más chicas o con presupuestos más ajustados-, pero el elemento en juego para desear emigrar es pensar que hay un futuro diferente; el presente puede ser doloroso o difícil pero con otra perspectiva para llevar adelante su proyecto de vida, con condiciones de mayor estabilidad, mayor racionalidad económica”. Y concluye: “El aspecto socio antropológico interesante es que no importa tanto que las condiciones de partida puedan ser negativas como la expectativa de movilidad social, la posibilidad de futuro para sí mismo o para su descendencia”.

En opinión de Shila Vilker, directora de Trespuntozero, la aspiración de partir ha conocido una ampliación etaria y de clase en los últimos años: “La especulación con la posibilidad de irse aparece no solamente en los jóvenes sino también en la voz de los adultos, pensando en los hijos. Y también hay una expansión social: por lo general, era una aspiración de los sectores medios y medios cómodos y vemos hoy que eso se está expandiendo a sectores de clase media baja, aunque sea como sueño, posibilidad, idea. Está en el discurso cotidiano. Sin estudiarlo específicamente, el tema aparece en los grupos focales. No es masivo pero está presente”.

“Los testimonios que circulan en los medios y en las redes son de gente joven que dice ‘no hay inflación, no hay inseguridad’ -señala por su parte Eduardo Fidanza-; proyectan en otro país las expectativas que acá ven frustradas. Algunos datos de la Argentina son dramáticos. La inseguridad y la inflación son dos elementos expulsivos”. Aún así, Fidanza distingue entre “migraciones más racionales, de quienes se van con dinero para invertir o porque consiguieron un buen trabajo”, de cierto “idealismo aventurero” del que va “a probar suerte, a hacer lo que sea, o por deseos de conocer”. Un nomadismo favorecido por “una familiaridad y una cercanía con el mundo que no existía hace 50 años”.

Para el consultor Ricardo Rouvier, el fenómeno se explica porque “las posibilidades de movilidad social en la Argentina se han reducido mucho y cada nuevo pobre es un miembro de la clase media que se cae”. “Muchos dicen que quieren irse y luego no lo hacen, pero si ese deseo existe tiene que ver con la crisis socioeconómica y el estado psicosocial de la población. La franja con mayor interés en abandonar el país se encuentra entre el final del secundario y los 45 años. Y es predominantemente de clase media media hacia arriba”.

¿Qué factores podrían cambiar esa perspectiva? “Que la situación del país mejore, que la actividad productiva vuelva a pleno y que se reinicie la demanda laboral”, responde, pero también introduce un elemento político: “Otra cosa que influiría, aunque no sabemos cuánto, es que la grieta fuese administrada por alguien que logre una tregua en las pasiones. Hay demasiada violencia simbólica en las redes que ventea energía y desgasta el ánimo”.

ÉXODOS

¿En qué momento empezó la Argentina a expulsar a sus hijos?

El fenómeno se inició en torno a la década del 60, con un éxodo de profesionales formados y científicos, y desde entonces se fueron sucediendo las oleadas, al ritmo de la recesión económica o la crisis política o una combinación de ambas. Con un denominador común: es una emigración calificada, lo que representa una grave pérdida para el país.

Está la tristemente célebre Noche de los Bastones Largos -29 de julio de 1966- cuando la Policía reprimió a bastonazos la protesta de estudiantes y profesores de cinco facultades de la UBA contra la intervención de la universidad decidida por la flamante dictadura de Juan Carlos Onganía. Trescientos científicos e intelectuales emigraron luego de ese episodio, entre ellos, el físico Rolando García, el filosofo Risieri Frondizi, el historiador Tulio Halperín Donghi y el epsitemólogo Gregorio Klimovsky.

Más tarde, fue la dictadura de 1976-1983 la que forzó al exilio a una cantidad de entre 40 y 50 mil argentinos. Sólo en México, uno de los grandes receptores de ese exilio, se radicaron entre 6 y 8 mil compatriotas.

La mayoría de esos expatriados regresó al restablecerse la democracia. “Hubo programas para fomentar ese retorno -recuerda Mármora-, desde la posibilidad de traer todos los bienes adquiridos, hasta apoyo para la educación de los hijos, pasando por la reválida de títulos, seguro médico por un año, etcétera”.

“También en los 80 hubo emigración -señala la ingeniera Águeda Menvielle, que fue directora del Programa Raíces hasta 2016- porque durante la época de Alfonsín, si bien volvió la democracia, faltaban formaciones de posgrado de alto nivel, entonces muchos iban a completar su formación al exterior y algunos eran seducidos para quedarse allá”. “En los 90 -sigue diciendo-, siguió el éxodo, por la falta de trabajo y los bajos salarios, por ejemplo, en el Conicet. No había fondos para investigación”. Este proceso, explica, se vio facilitado “porque la gente formada tiene contacto con colegas en el mundo que le dicen ‘si no estás bien allá, venite para acá’”.

Más fresca en el recuerdo está la crisis de 2001/2002, que generó una avalancha de argentinos en las puertas de los consulados en busca de visas o ciudadanías extranjeras. Desde entonces, con excepción de una breve reversión de la tendencia -cuando alrededor de 2010, se produjo un importante retorno, por la crisis europea y especialmente española- el movimiento no se ha detenido y se viene intensificando desde 2015; ahora la pandemia lo ha contenido pero de ni las restricciones preventivas por el Covid lo han frenado del todo.

El programa Raíces, iniciado en 2003/4, que logró repatriar a 1300 científicos y tecnólogos, tenía otras aristas interesantes, como la de promover la cooperación científica a través de los argentinos radicados en el exterior.

“El programa no es sólo de repatriación -aclara Menvielle-; es de cooperación, de proyectos: capacitaciones, orientación, intercambio entre instituciones; también hubo donaciones de equipamiento, de aparatos. Todas estas líneas de acción eran sugeridas por los mismos exiliados. No es necesario que vuelvan para cooperar con su país”.

El programa de retorno “estaba dirigido sólo a científicos y tecnólogos, a gente formada al máximo nivel, doctorado o posdoctorado, universitarios, investigadores. Se daban fondos, se les buscaban cargos, trabajo para la pareja -muchos volvían casados con personas de otra nacionalidad-, etcétera. Los que volvieron se distribuyeron en todo el país. El programa se interrumpió con la anterior gestión [Macri] porque fue desfinanciado. Pero sigue existiendo ya que lo convertimos en Ley [n° 26.42] en el año 2008”. Es decir, que podría ser reactivado.

Para Lelio Mármora, que fue representante de la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) para la Argentina de 1987 a 1993 y para el Conosur entre 1993 y 2002, la promoción del retorno “debería ser una política de Estado, y no sólo hacia los científicos sino también hacia aquellos que están en el mundo de los negocios”. A la vez, no cree que sea posible sin recuperación económica. “Hay gente que se va pero que si tuviese la posibilidad de volver lo haría, con perspectivas de reinserción laboral, de desarrollo personal”.

Así lo confirman algunos testimonios como los que, desde México, dan dos exponentes de dos éxodos diferentes. Diana Míguez, que dejó Argentina en 1996 y ha vivido en Japón, España, Estados Unidos y ahora en México, con una capacitación que le ha permitido siempre trabajar, dice: “¿Volver? Siempre es una posibilidad. Podría hacerlo inmediatamente teniendo trabajo o condiciones que me permitieran vivir como lo hago aquí. Estar lejos no es fácil. Sigo siendo argentina. Naturalizarme, me alejaría aún más de mi familia, de mis amigos, de mis raíces”.

“Me hubiera gustado no tener que venirme empujada por el miedo -dice Laura P. que emigró junto a su marido en 1976-, pues en Córdoba todo el 75 fue de terror. Nosotros alcanzamos a salir un mes antes del golpe del 76. Volver a la Argentina siempre estuvo como algo pendiente pero era desarraigarnos de México, nuestro país de asilo. No hemos podido decir ‘no volveremos nunca más’. Tengo dos tierras, la definición de ‘argenmex’ me queda muy bien. Me importa mucho el destino de los dos países. Hubo una muy buena época en que íbamos mucho a la Argentina y dábamos cursos allá y hacíamos vida docente mientras visitábamos amigos y parientes. Cuando voy allá, siento que es mi país. Me da pena que persista esa tendencia a irse pensando que en otros lados todo es mejor. Es triste que sea así, pero es algo muy acendrado”.

POLÍTICOS Y CIENTÍFICOS

En lo que hace a la emigración calificada, ¿no hay también una falta de valoración, de reconocimiento, a los hombres de ciencia? En el país hay mucha inteligencia, mucha expertise, lo que parece fallar son los vasos comunicantes entre ese conocimiento y la política, la función pública, la administración.

“Es cierto que no hay suficiente utilización de los recursos calificados que tenemos por parte de los políticos -responde Lelio Mármora-; esto es porque no necesariamente para tener éxito en política hay que tener una buena carrera profesional. Se asciende por relaciones y por manejos pero no por la capacidad para resolver problemas, para gestionar. Eso se viene arrastrando desde hace décadas”.

Lelio Mármora fue Director de Migraciones en el tercer gobierno de Perón, 1973-74. “El de Perón fue el último plan integral de desarrollo que hubo en la Argentina. Nunca más hubo uno. Y en aquel plan había un capítulo referido a las migraciones que contemplaba el retorno de los argentinos. Perón estaba muy interesado en eso. Y en la Conferencia de Población de Bucarest la Argentina llevó una posición muy interesante frente a la tendencia neomalthusiana de aquel momento”, recuerda.

“Hoy no hay una política de población como la que hubo a principios del siglo XX. Peor aun, se han ido deshabitando pequeños pueblos rurales. El ferrocarril está muy ligado a la distribución de población. Es una deuda que tenemos: una política de población, de recuperación de pequeños pueblos, está la posibilidad de hacerlo, no nos falta territorio ni tampoco actividades que puedan ser productivas. Ojalá un día podamos hacerlo en serio, ahí entra todo, migración, retorno, políticas de retención de la población, reequilibrio”.

Además de los abundantes recursos naturales, la mano de obra calificada y la materia gris, hay algunos fenómenos nuevos que podrían ser aprovechados, siempre que se tenga una política.

Por un lado, el trabajo virtual, señala Mármora, que se ha incrementado con la pandemia. “Eso abre nuevas posibilidades; hay que tenerlo en cuenta porque puede ser un factor de retención de población. Se puede conseguir trabajo en el exterior sin tener que dejar la Argentina. Eso puede cambiar el panorama, sobre todo para gente calificada que se iría por motivos de trabajo. Incluso para el que lo contrata es más conveniente, se ahorra los costos de traslado e instalación”.

El otro elemento es una tendencia que Mármora dice haber notado en el último año. “Es impresionante la cantidad de gente que se está mudando hacia los suburbios o hacia el interior. Es interesante ver cómo se ha incrementado la salida de la gran ciudad. También facilitado por el trabajo remoto”.

El otro dato importante es que la Argentina, pese a expulsar población, sigue siendo un país receptor de inmigrantes, destacándose entre los demás del Cono Sur por su capacidad para atraer población: de hecho, si bien un millón de argentinos reside en el exterior, lo que representa entre el 2 y el 3 por ciento de los habitantes, la cifra de inmigrantes extranjeros radicados en la Argentina duplica esa cantidad -2,2 millones, casi 5 % de la población total del país– siendo cerca del 85% ciudadanos originarios de naciones limítrofes.

Todo esto lleva a pensar que si el país no tiene una política demográfica activa es sólo por la desidia o la falta de visión estratégica de su clase política.

Si la Argentina no se da una política de retención, sus jóvenes y sus adultos jóvenes serán cooptados por los programas de países como Estados Unidos o Canadá y otros, advierte por su parte Mármora: “Estos países desarrollados tienen un bono demográfico muy bajo [N. de la R: proporción de población en edades activas -15 a 59 años- sobre el total] como en Japón, que los lleva a poner cupos de atracción de gente hacia sus países, necesitan gente joven. En los años 90, España regularizó a 350 mil inmigrantes lo que le permitió soportar las cajas de seguridad social”.

“Pero entre nosotros, el tema demográfico o migratorio ya no existe. Vivimos en un país vacío, con grandes concentraciones urbanas aisladas. Desde el punto de vista geopolítico, en 20, 30 años, y con tan buenas relaciones con China, creo que puede llegar a ser un problema, y no me quiero adelantar en nada.”

Claudia Peiró y Camila Hernández Otaño (publicado por Infobae.com el 27/06/2021)

Fuente: Argentina, tierra de emigración y de sueños inconclusos – Infobae

Un peso argentino, un caramelo ‘Mini’

El grupo alimentario Arcor, el mayor de Argentina, envuelve sus caramelos Mini con una frase: “Ideales para el vuelto”. Ya es muy frecuente que en lugar de monedas casi sin valor ni circulación, el consumidor reciba el vuelto de su pago en billetes y caramelos. Un peso, la divisa del país, vale al cambio real menos de un centavo de dólar o la mitad de un céntimo de euro. Apenas nada. Con una inflación que subió el 3,3% en mayo y acumula un 21,5% desde enero, el peso sigue devaluándose.

El Ministerio de Economía y el Banco Central realizan todos los esfuerzos posibles para “planchar” el dólar, es decir, contener su subida frente al peso. El plan consiste en evitar nuevas devaluaciones bruscas de la moneda argentina al menos hasta noviembre, cuando están previstas las elecciones generales. A partir de ahí se abre un escenario ignoto: habrá que negociar por fin en serio la deuda con el Fondo Monetario Internacional, habrá que aplicar algún tipo de ajuste presupuestario y, muy probablemente, habrá que permitir que el peso se deslice hacia la enésima devaluación de acuerdo con la inflación acumulada.

Entretanto, el gobierno del presidente Alberto Fernández y de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner (cada vez más la segunda, cada vez menos el primero) quiere evitar desastres que perjudiquen sus perspectivas electorales.

La inflación es una constante en la economía argentina desde hace décadas. El alza continua de los precios corroe la moneda y la capacidad adquisitiva de los ciudadanos, pero también evita, gracias a que licúa las deudas en pesos, que el Estado caiga en la bancarrota. La falta de crédito internacional, pese a la discutida reestructuración de la deuda pactada con los acreedores privados, obliga al Banco Central a imprimir pesos de forma incesante para financiar el déficit presupuestario en el contexto de la pandemia. Y el empeño en mantener bajo control la cotización del peso frente al dólar ha contribuido a elevar hasta los 341.000 millones de dólares la deuda de las administraciones públicas. Ambos factores fomentan la inflación.

El alza de los precios es una realidad inocultable. El Gobierno, sin embargo, se niega a reconocerla creando billetes de valor más alto. La unidad de pago más alta sigue siendo el billete de mil pesos, que, al cambio real (el que se obtiene en el mercado negro, al margen del circuito bancario) equivale a unos 6,3 dólares o 5,2 euros. Eso da una idea de la cantidad de papel que se ve obligado a manejar el consumidor argentino si quiere hacer pagos en efectivo.

La inflación de mayo resultaría alarmante en casi cualquier otro país del mundo. Para Argentina, tras una serie de subidas fortísimas (4,8% en marzo, 4,1% en abril), el alza del 3,3% el mes pasado constituye casi una buena noticia, matizada por el hecho de que la inflación subyacente permanece fija en torno al 3,5%. En lo que va de año, los precios han aumentado el 21,5%. En los últimos doce meses, el 48,8%. La previsión establecida en el presupuesto para 2021, del 29%, carece ya de sentido.

El Gobierno deposita ahora sus esperanzas antiinflacionarias en los mecanismos de control de precios, basados en acuerdos con las grandes empresas (especialmente las alimentarias) y en las inspecciones a centros de venta para detectar encarecimientos “injustificados”. Los controles de cambio (el llamado “cepo”) son un instrumento adicional. La receta monetaria clásica, la de subir los tipos de interés, se descarta por completo, al menos hasta pasadas las elecciones, porque tendría un efecto recesivo en una economía ya en situación crítica.

De momento, un peso vale un caramelo Mini. Al ritmo actual, dentro de un año valdrá medio caramelo.

Eric González (publicado por El País el 16/06/2021)

Fuente: Inflación en Argentina: Un peso argentino, un caramelo ‘Mini’ | Economía | EL PAÍS (elpais.com)

¿Puedo vacacionar por Europa si soy de América Latina?

La Unión Europea (UE) está coordinando actualmente los esfuerzos y medidas de los países del bloque para reforzar su capacidad de superar la actual crisis sanitaria. Para ello, la UE ha emitido y actualizado periódicamente sus recomendaciones a los Estados miembros durante la pandemia de COVID-19.

Las últimas directrices abordan la flexibilización de las restricciones a los viajes desde terceros países. “Con el avance de las campañas de vacunación en la UE y en todo el mundo, pronto volverán algunos viajes no esenciales”, adelantaron.

A su vez se introdujo el Certificado Digital Verde, que facilitará los viajes entre las naciones del bloque europeo.

¿Cómo lo coordinan? A través de ETIAS, por sus siglas en inglés, es el nuevo Sistema de Información y Autorización de Viajes (SEIAV). La Unión Europea ha creado este sistema para los ciudadanos de países que actualmente están exentos de visa para visitar el Espacio Schengen, es decir el área que comprende a 26 países europeos que han abolido los controles fronterizos en las fronteras comunes.

¿Cuáles son las naciones que forman parte de la UE? Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Islandia, Italia, Letonia, Liechtenstein, Lituania, Luxemburgo, Malta, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, República Checa, Suecia y Suiza.

Se estima que ETIAS estará listo para fines de 2022. Será un sistema electrónico que va a determinar si se autoriza o no la entrada a cualquier país que se encuentre dentro de la zona Schengen.

La autorización de su solicitud quedará a consideración de las autoridades pertinentes. En caso de recibir una denegación se le informará el motivo y dependiendo del mismo podrá volver a intentarlo nuevamente.

El formulario ETIAS para viajar a Europa fue creado para reducir la espera por trámites para ciudadanos que no necesiten de una visa para viajes de un máximo de 90 días dentro de la Unión Europea, costará un aproximado de 7 euros por solicitud y los menores de 18 años no pagarán ninguna tasa. Estará disponible el pago con tarjeta de crédito o débito.

El organismo persigue con esta medida reforzar la seguridad al saber quienes viajan a Europa y determinará así si su entrada al espacio Schengen no conlleva riesgos.

Uno de los objetivos principales es que el permiso ETIAS contribuya a la seguridad de las fronteras europeas. Este permiso de viaje europeo facilitará la identificación de posibles amenazas y riesgos asociados con las personas que desean viajar a cualquiera de los países en la Zona Schengen.

Este permiso de viaje será necesario por parte de países sudamericanos como Argentina, México y Colombia entre otros para entrar en los países miembros del Espacio Schengen. Según especifican desde el organismo, desde fines de 2022 todos los visitantes extranjeros exentos de visa tendrán la obligación de tramitar la autorización ETIAS. La introducción de este permiso no modificará el tránsito libre, pero si será un requisito obligatorio de entrada a Europa.

El año pasado la UE impuso medidas estrictas para contener los brotes de COVID-19, pero los 27 embajadores de la región dicen que se pueden mitigar muchas de las restricciones sobre viajes no esenciales. Específicamente, acordaron permitir el ingreso de turistas que han recibido todas las dosis de ciertas vacunas.

Este bloque ha dado un paso más hacia la reactivación de la libre circulación tras alcanzar un consenso provisional sobre un pase sanitario o “pasaporte COVID” para la Unión Europea.

Tras llegar a un acuerdo político recientemente, el Parlamento Europeo y el Consejo tratarán ahora de formalizar la legislación propuesta. Se espera que esto marque un punto de inflexión en la pandemia reactivando el turismo y evitando el caos normativo al que se enfrentaron los viajeros el año pasado, con normas diferentes entre cada país y a veces hasta entre diferentes regiones del mismo Estado miembro.

Por otra parte, el Certificado COVID Digital de la UE, antes llamado Certificado Digital Verde, permitirá eliminar las restricciones de viaje en los 27 Estados miembros, y también estará disponible para los países del Espacio Schengen no pertenecientes a la UE.

Dará información sobre el estado del pasajero; si está vacunado, si tiene una prueba negativa o si se ha recuperado después de haber pasado la COVID-19. Formulado como un código QR, la persona que viaja puede optar por llevar un certificado digital o en papel.

Para los viajeros de fuera de la Unión Europa, cada país está elaborando un sistema de listas de países seguros, que no requieren normas específicas y otros para los que se incluyen algunas restricciones.

Se cree que el reglamento podría entrar en vigor el 1 de julio y tendrá un periodo de introducción de seis semanas para los Estados miembros que necesiten más tiempo.

Sin embargo, la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, declaró recientemente que el sistema estará listo a nivel de la UE “en los próximos días”, lo que significa que los Estados miembros podrán empezar a implantarlo en breve.

El Certificado COVID Digital de la UE sería gratuito y reconoce a todas las vacunas COVID-19 autorizadas por la Agencia Europea del Medicamento (EMA), entre ellas están las desarrolladas por Pfizer/BioNTech, Moderna, Oxford/AstraZeneca y Johnson & Johnson y las avaladas por la OMS, Serum Institute of India y Sinopharm. Los Estados miembros también podrán decidir por sí mismos si aceptan otras vacunas.

De todas formas aclaran: “No se discrimina a las personas que no están vacunadas”, según una hoja informativa publicada por la Comisión. “Las personas que no están vacunadas deben poder seguir ejerciendo su derecho a la libre circulación, cuando sea necesario, con limitaciones como la realización de pruebas o la cuarentena/ autoaislamiento”.

¿Qué pruebas se aceptarán? Se reconocerán las llamadas pruebas NAAT de amplificación de ácidos nucleicos (incluidas las pruebas RT-PCR) y las pruebas rápidas de antígenos. Por el momento, esto no incluirá las “autopruebas”.

¿Puedo utilizar mi certificado para ir al resto del Espacio Económico Europeo (EEE), Reino Unido o Suiza? La UE ya ha dicho que está abierta a que el Certificado COVID Digital de la UE se aplique en los países del Espacio Económico Europeo (Islandia, Liechtenstein y Noruega), así como en Suiza.

Tanto Noruega como Suiza se han comprometido a crear sus propios certificados de vacunación para que sean compatibles con la UE, mientras que Islandia ya permite la entrada a los turistas comunitarios vacunados desde hace varios meses.

Por su parte, el Reino Unido aún no ha llegado a un acuerdo con el bloque, y actualmente está implantando sus propios certificados de vacunación a través de su Servicio Nacional de Salud (NIH).

Fuente: ¿Puedo vacacionar por Europa si soy latinoamericano? – Infobae

La inestabilidad laboral de los hogares en Argentina, la otra epidemia que afecta a los niños

Entre tanta incertidumbre provocada por la covid-19, ya hay una certeza: la pandemia profundizó los niveles de pobreza de niños, niñas y adolescentes. Esto generó mayores probabilidades de que abandonen la escuela, ingresen tempranamente al mercado laboral, consuman menos alimentos y de peor calidad, vean restringido su acceso a los servicios de salud, o sean víctimas de violencia. Unos 3,5 millones de hogares argentinos con chicos a cargo tienen sus ingresos laborales reducidos. Esta pérdida afecta la capacidad financiera de madres, padres y cuidadores para acceder a bienes y servicios esenciales para satisfacer las necesidades de los menores de edad.

“Desde que empezó la pandemia, los 20 de cada mes ya no tengo dinero. Aunque mi sueldo tuvo ajustes por la inflación, no alcanza. Hago malabares”, expresa Lourdes, quien preserva su apellido, en un testimonio recogido en una investigación de Unicef Argentina. Desde abril del año pasado, el organismo realiza encuestas sobre el impacto de la covid-19 en hogares donde viven niños. Entre el 24 abril y 12 mayo de este año se realizó el cuarto informe.

La primera encuesta a las familias fue en abril de 2020. Allí se observó que seis de cada diez hogares había sufrido una caída de sus ingresos por la pandemia. Esto quiere decir que 3.6 millones de hogares pasaron por una situación similar a la de Lourdes. En julio de 2020, se repitió y en ese entonces se observó un mejor resultado:el 45% de los hogares tenía menos ingresos.

En el tercer estudio, a principios de noviembre de 2020, se verificó que los indicadores eran positivos. Para a fines del año pasado, cuatro de cada diez familias tenían menos dinero. En la última encuesta la tendencia se revirtió y nuevamente el porcentaje volvió a subir hasta alcanzar al 56% de los hogares. El impacto fue aún mayor para los que reciben la Asignación Universal por Hijo (AUH). Allí el indicador se incrementa al 60%. La AUH es una transferencia que se otorga a las familias más desfavorecidas a cambio de que justifiquen que cursan sus estudios y están al día en revisiones médicas y vacunas.

En este momento, más allá de la apertura de actividades, el problema persiste en una proporción significativa de familias con niños y adolescentes. A su vez, la encuesta refleja que el 38% de los hogares atravesó situaciones de inestabilidad laboral durante el 2020, como desempleo o cambio de un trabajo formal a uno informal. “Esta situación repercute fuertemente en la economía familiar y, en consecuencia, en el bienestar de la población infantil”, afirma Luisa Brumana, representante de Unicef Argentina. Jesica, que también preserva su apellido, enfrenta esta realidad y cuenta: “La pandemia al principio me trató bastante mal y ahora la estoy piloteando. Cuando no podíamos salir y no podía trabajar empecé a preocuparme. Ante la incertidumbre, comencé a cocinar y a vender cosas dulces”.

Ayuda del Estado, pero insuficiente

Los datos de la encuesta marcan que, en la situación de emergencia actual, en la que más de la mitad de los chicos vive por debajo de la línea de pobreza, continuar fortaleciendo los sistemas de protección social es clave para evitar que crezca la indigencia. En 2020, el Estado argentino implementó una serie de medidas económicas y de protección de ingresos para mitigar los efectos de la pandemia en la población más vulnerable.

En primer lugar, se incrementó el monto de las transferencias a los hogares con niños a través de la AUH. Luego, la Tarjeta Alimentar, un beneficio que se otorga para que todos accedan a la canasta básica alimentaria y está dirigido a madres o padres con hijos e hijas de hasta 14 años. Una medida de gran impacto para la coyuntura fue la puesta en marcha del Ingreso Familiar de Emergencia, una transferencia económica para los trabajadores independientes en situación de informalidad que vieron sus trabajos paralizados por las medidas de aislamiento social.

Esta prestación económica llegó a más de nueve millones de personas, que se desempeñan en la economía informal, trabajadoras de casas particulares y personas que se encuentran desempleadas. Al mismo tiempo, se vio una ampliación de las transferencias de ingresos a otros grupos como adultos mayores, la continuidad y expansión de los apoyos alimentarios y la implementación de políticas amigables para el cuidado de las familias. Además, se implementaron políticas de protección de empleo y los salarios, y se fortalecieron los programas de prevención de violencia en el hogar y contra las mujeres. El esfuerzo fiscal del paquete de asistencia y contención ante la pandemia equivale al 6,6% del PIB.

“Si bien se ve una fuerte presencia del Estado, es importante sostener y reforzar los programas de protección social que apoyan a las familias para compensar la caída o pérdida de sus ingresos. Necesitamos respuestas universales, no condicionadas y con capacidad de protección suficiente para cubrir todas las necesidades de las niñas, niños y adolescentes”, enfatiza Brumana.

Otro problema que se observa es que la pérdida de ingresos se traduce en muchos casos en un aumento de los niveles de endeudamiento: un 28% de los hogares reporta tener al menos una deuda. Aún más preocupante, un 25% tuvo que recurrir a algún préstamo o fiado para la obtención de alimentos por parte de algún comercio y un 41% tuvo que dejar de comprar algún alimento por no tener dinero. “Esta situación podría agudizar la situación de inseguridad alimentaria en Argentina en el corto y mediano plazo”, expresa Brumana.

Si bien desde el Estado se brindaron apoyos alimentarios, eso no impidió que el 34% de los hogares que perciben la Tarjeta Alimentar tuviera que recurrir a un préstamo. Es evidente que la cantidad de dinero proporcionado es insuficiente para cubrir las necesidades. “Me dan un 6.000 pesos argentinos (50 euros) mensuales para comprar carne, verdura y fruta. Me la entregaron el año pasado cuando arrancó la pandemia”, expresa Florencia, una de las beneficiarias de esta medida, al responder la encuesta de Unicef.

Del total de los hogares que se endeudaron, más del 70% pertenecen a los estratos socioeconómicos más desfavorecidos. “El impacto de la pandemia en los ingresos de los hogares también generó que el 25% de aquellos con niños dejasen de pagar al menos un servicio como la luz, el gas o internet”, advierte Sebastián Waisgrais, economista, especialista inclusión social de Unicef.

Otra consecuencia directa sobre los adolescentes, producto de la inestabilidad laboral de los adultos es que en mayo 2021 el 23% declaró realizar actividades orientadas al mercado. El 43% comenzó esas tareas durante la cuarentena. Además, un 13% busca empleo.

También, los adolescentes se ven sobrecargados con tareas del hogar. Un 43% dice cuidar a niños o personas mayores que convive, un 70% hacer las compras y un 86% limpiar o cocinar. En este sentido, no es de extrañar que en un 6% de los hogares, alguno de los menores de edad abandonó la escuela durante 2020. Son al menos 357.000 chicos, de los cuales el 19% no retornó en 2021. “Es de la mayor importancia avanzar con estrategias de búsqueda activa y re-vinculación escolar de aquellos que no han retornado a la escuela y, asimismo, fortalecer las instancias de acompañamiento para garantizar que ninguno quede atrás y continuar priorizando las condiciones para asegurar la mayor presencialidad en las aulas”, expresa Brumana.

Los sentimientos de miedo, angustia y depresión reportados por los adolescentes aumentan. Entre los menores de seis años, persisten las alteraciones en el sueño y con las comidas y aumentan significativamente los problemas de comunicación. Con la prolongación de la pandemia se nota un creciente agotamiento de la capacidad de adaptación de los niños y aparecen dificultades para procesar simbólicamente lo que ocurrió, lo que se refleja en estados de mayor irritabilidad, mal humor, enojo, fastidio e intolerancia. “Es central que el personal de salud del primer nivel de atención, docentes, trabajadoras del cuidado y responsables de programas dirigidos a las familias cuenten con herramientas para ayudar a los chicos y chicas a elaborar y simbolizar las emociones. Los adultos tienen que identificar signos de alerta y activar mecanismos de referencia a servicios, en caso de ser necesario”, explica Brumana.

Además, las situaciones de aislamiento agudizan los riesgos y la exposición de niñas, niños y adolescentes a la violencia y maltrato en el interior del hogar. Por eso desde Unicef, recomiendan reforzar los mecanismos de atención, denuncia y respuesta contra vulneraciones de derechos, además de asegurar un seguimiento cercano de los casos de violencia anteriores a la pandemia y surgidos durante ella para evitar que se agudicen.

Florencia Tachin (publicado por El País el 18/06/2021)

Fuente: La inestabilidad laboral de los hogares en Argentina, la otra epidemia que afecta a los niños | Planeta Futuro | EL PAÍS (elpais.com)

Hace 100 años, Yrigoyen inauguraba el monumento a Colón, homenaje de Italia al Centenario

Hace cien años, el 15 de junio de 1921, miércoles, fue declarado feriado nacional por decreto del presidente Hipólito Yrigoyen. No era para menos: se inauguraba el lugar histórico que recordaría a las futuras generaciones el empuje sin igual que aportaron los millones de inmigrantes que habían poblado nuestro país en las décadas precedentes.

Según el Censo Nacional de 1914, la mitad de la población de la ciudad de Buenos Aires era de origen extranjero, del mismo modo que casi un tercio de los habitantes de toda la nación. Esto alteró totalmente nuestra composición demográfica, que se nutrió de la “primera generación de argentinos”: los hijos de esos inmigrantes.

Al acercarse el Centenario de la Revolución de Mayo, la Nación recibió con beneplácito los regalos conmemorativos que ofrecieron las principales colectividades, en forma de monumentos, los cuales se ubicaron en la Ciudad de Buenos Aires, en la línea de la antigua barranca al río. Así fueron incorporados al patrimonio cultural e histórico de la Nación Argentina, en 1910 el monumento de los franceses, en 1914 el de los suizos, en 1916 el de los británicos –la llamada Torre de los Ingleses, ahora Torre Monumental–, en 1918 el de los alemanes –la Fuente alemana–, en 1921 el de los italianos, llamado “Monumento a Colón”, por la figura que corona las 14 esculturas ‘humanas’, y en 1927 el de los españoles, denominado “A la Carta Magna y las cuatro regiones argentinas”.

La primera colectividad en ofrecer su donación fue la italiana, y por Ley Nacional 5105 del año 1907, el Congreso Nacional dispuso que dicho conjunto escultórico fuera erigido en la explanada frente a la Casa de Gobierno, en el llamado Parque Colón, para que así fuera recordado por la posteridad. En su mármol quedó grabada la dedicatoria: “Los italianos en la Argentina / a la Nación que nos recibió / en el primer Centenario / de su independencia” (en italiano en el original).

No es de extrañar la importancia que tenía el lugar elegido: italianos y españoles habían aportado al engrandecimiento del país, sus asociaciones de socorros mutuos estaban en cada pueblo, y formaron ‘milicias ciudadanas’ que ayudaban a mantener el orden en las ciudades. Además, los primeros habían contribuido con cuerpos militares como la Legión Italiana, que defendió Buenos Aires cuando el sitio de la Confederación, y que luchó en la Guerra de la Triple Alianza. También fueron italianos quienes crearon colonias para sostener y defender las nuevas poblaciones; tal fue el caso de la Colonia agrícola-militar Nueva Roma, cerca de Bahía Blanca.

Esta es la historia que es recordada por este monumento: la historia argentina de fines del siglo XIX y principios del siglo XX y de allí la importancia del lugar donde se encontraba. Al mirarlo, uno se preguntaba qué hacía ese conjunto escultórico frente a la Casa de Gobierno, pues no refería a Italia ni a su historia, y entonces surgía la respuesta: recordaba la importancia de la inmigración en la Historia Argentina.

En el mundo hoy en día se considera que los monumentos forman una unidad con el sitio donde se encuentran, y que ese sitio histórico tiene un significado particular, por lo que no se deben separar –ver ICOMOS, Carta de Burra, 1999–. Si trasladáramos la Torre de los ingleses, por ejemplo, tanto el lugar como la torre perderían su sentido histórico.

Lamentablemente, no muchos recuerdan que el sitio en que se emplazó el monumento donado por Italia se eligió específicamente para ubicar este homenaje a la Nación, y que el escultor diseñó todo el conjunto para que estuviera en ese sitio en particular.

El conjunto de las quince estatuas y sus ornamentos fue solventado en parte mediante dos colectas públicas, a las cuales aportaron ciudadanos argentinos –hijos de inmigrantes italianos y también de otras nacionalidades, pues éste era el primer monumento de los inmigrantes a la Nación. El escultor Arnaldo Zocchi dio forma a sus quince estatuas y otros ornamentos en Roma, y el transporte fue pagado por el rey de Italia, Vittorio Emanuele III.

El monumento fue contemporáneo a Puerto Madero, y a la hermosa construcción donde funcionaba el Museo Nacional de Bellas Artes en Plaza San Martín –el ‘Pabellón Argentino’ de París, que se había desmontado y se había reconstruido en Retiro, aunque en 1933 se lo desmanteló en forma definitiva–. En aquellos tiempos el Obelisco no existía: fue erigido quince años después.

Así nació el lugar histórico que recuerda los orígenes de la Argentina del siglo XX: la Plaza Colón, nombrada Lugar Histórico Nacional por decreto 1137 del 21-7-2014. Quienes sabemos lo que realmente representa, al cumplirse cien años, lo recordamos en su Lugar, el que le dio sentido a su existencia: el Parque Colón frente a la Casa Rosada.

Mario Chiesa (publicado por Infobae.com el 15/06/2021)

Fuente: Hace 100 años, Yrigoyen inauguraba el monumento a Colón, homenaje de Italia al Centenario – Infobae

Italia elimina las restricciones contra el coronavirus en la mayor parte del país

Italia acelera su avance progresivo hacia la nueva normalidad. Desde este lunes, dos de cada tres italianos estarán en zona blanca, una categoría que implica eliminar casi todas las restricciones contra el virus. La medida se aplica a la mayor parte del país, donde viven 40,5 millones de personas, y en la práctica se traduce en la supresión del toque de queda, que hasta ahora estaba fijado a las 23.00 o a las 00.00, dependiendo de los datos de cada región; también en la desaparición de las limitaciones en el número de comensales en las terrazas de los restaurantes, donde hasta el momento solo un máximo de 4 personas podía compartir mesa. La restauración podrá abrir sin límites de horario en estas zonas y para las consumiciones en el interior, el máximo de comensales se amplía a 6. Y además reabren piscinas cubiertas, balnearios, ferias, congresos, centros culturales, parques temáticos y de atracciones y salas de bingo. Se espera que la próxima semana el 95% del país pueda disfrutar de estas condiciones.

Las discotecas, que llevan cerca de 15 meses cerradas, y los locales de ocio nocturno, vuelven a abrir, aunque seguirá prohibido bailar dentro. Se puede solamente escuchar música y consumir comida o bebida. Esta modalidad no ha gustado en el sector del ocio de la noche, que ha redoblado en las últimas semanas la presión sobre el Gobierno para reabrir completamente. La cuestión de permitir los bailes, al menos al aire libre, continúa sobre la mesa y es motivo del constante tira y afloja entre los empresarios de este ámbito y el Ejecutivo. Una de las hipótesis que se barajan en las negociaciones es que el pasaporte sanitario pueda servir también para acceder a las pistas de baile de las discotecas y bares de noche. Lo ha propuesto recientemente la asociación que representa a las empresas del entretenimiento en Italia de cara a la temporada estival. El Ejecutivo ya ha aprobado que este salvoconducto, que certifica que el portador o bien ha recibido la vacuna o ha superado la infección recientemente o se ha realizado una prueba de coronavirus con resultado negativo en los últimos días, sirva para acceder a celebraciones como bodas y otros eventos similares.

En las zonas blancas se mantiene la prohibición de crear aglomeraciones y la obligación de mantener la distancia interpersonal y de usar la mascarilla siempre en lugares cerrados y al aire libre cuando no se pueda garantizar la distancia de seguridad.

La decisión del Ejecutivo forma parte del plan gradual de reapertura y responde a los criterios que el país utiliza desde hace meses para establecer las restricciones y que consiste en una especie de semáforo que regula la gravedad de la situación. El rojo, el naranja y el amarillo hasta ahora han marcado el impacto de la pandemia y las limitaciones que cada área debe seguir. El blanco se introdujo como señal de optimismo y con cautela el pasado marzo, pero solo Cerdeña pudo disfrutarlo, aunque el experimento fracasó en apenas tres semanas y poco más de un mes después de la reapertura casi total la isla pasó a ser zona roja.

En esta ocasión, el blanco se extiende a más de una docena de regiones, entre ellas Lombardía, Piamonte, Emilia-Romaña, Lacio, Apulia, Los Abruzos, Liguria, Umbría, Veneto, Molise, Friuli-Venezia Giulia y Cerdeña, que ya llevan una semana sin casi restricciones. Otras regiones como Toscana, Calabria, Campania o Sicilia continuarán en zona amarilla.

En la última semana, todas las regiones del país han tenido una incidencia de nuevos casos por debajo del umbral de 50 contagios semanales por cada cien mil habitantes, -la media nacional se sitúa en 26 casos por cada cien mil habitantes- pero para poder pasar a zona blanca es necesario que los datos se mantengan durante tres semanas consecutivas. Por eso, si la próxima semana se confirma esta tendencia, prácticamente todo el país quedaría sin apenas restricciones, salvo el Valle de Aosta, en el norte, que la semana anterior tuvo peores datos.

El domingo 13 de junio, el país registró 1.390 nuevos casos y 26 muertes, datos a la baja respecto al sábado, aunque en general durante el fin de semana se realizan menos pruebas de detección. En total, desde el inicio de la pandemia, Italia ha contabilizado 4.244.872 contagios y 127.002 muertes.

La presión hospitalaria también continúa bajando en el país transalpino y actualmente hay 565 pacientes en unidades de cuidados intensivos, respecto a los 774 del sábado y 3.542 pacientes hospitalizados frente a los 3.655 del día anterior.

El 3 de junio Italia empezó a vacunar sin restricciones de edad, aunque en la práctica cada región decide cuándo poner este sistema en marcha y no todas han comenzado aún. En total, el país ha suministrado más de 41 millones de inyecciones, y casi 14 millones de personas han recibido el ciclo completo de inmunización, lo que supone el 25% de la población mayor de 12 años.

Lorena Pacho (publicado por El País el 14/06/2021)

Fuente: Italia elimina las restricciones contra el coronavirus en la mayor parte del país | Sociedad | EL PAÍS (elpais.com)

La nueva ruta porteña de la ‘vera’ pasta italiana

Las masas viven un boom. Primero fueron las panaderías: desde panes de masa madre hasta la popularidad del croissant o el pain au chocolat. Luego tomaron la posta las pizzerías, con exponentes de todas las tradiciones (neoyorquina, napolitana). Ahora le llegó el turno a las pastas.

Lo disruptivo va más allá de la materia prima de calidad, ya que desde hace años hay trattorias y ristorantes que utilizan huevos orgánicos en sus masas o tomates italianos en sus salsas. La gran apuesta pasa por rescatar las raíces de la vera pasta italiana: desde el uso de un producto clave, como la sémola de grano duro, hasta la promoción de un cambio de costumbres a la hora de comerlas.

“Desde que llegué al país me maravillé con la cultura gastronómica de los argentinos. En AMBA hay más fábricas de pastas que en toda Italia“, señala Mario Sciolla, chef del embajador italiano y uno de los responsables de Fresca, una boutique de pastas que abrió en Las Cañitas a fines de 2020.

“Acá se come mucha pasta, pero poco tiene que ver con la manera en que la comemos en Italia: rellenos excesivos, masas gruesas, sobre cocción, harinas 0000, excesos de salsas y también de queso rallado”.

Ante ese panorama, Sciolla y sus socios se propusieron “cambiarlo todo: cuestionar toda la cadena de valor del negocio, desde la materia prima y la tecnología hasta el packaging, las recetas y el modelo de atención”.

Todas las pastas se elaboran con sémola de grano duro y huevos de campo. Hay: ravioli quattro formaggi, lingotti di bondiola al malbec, raviolini di kale e ricotta, lasagna ragù di manzo y cannelloni di zucchine, patate e prosciutto.

Aperturas de pandemia

La cuarentena les dio un empujoncito a las pastas por varias razones. Por un lado, era necesario descomprimir el combo de home officezooms escolares y tareas de la casa; en ese sentido, las pastas siempre fueron una solución a la hora de cocinar rápido. Además, en pleno confinamiento, las fábricas de pastas permanecieron abiertas al público y, como muchas tienen una oferta estilo gourmetse convirtieron en una de las pocas opciones para darse un gusto culinario.

Eso hizo que la pandemia acarreara varias aperturas en el rubro. Biasatti, ubicada en el barrio de Belgrano, es un ejemplo. Milton Bertoni, chef y socio de esta casa de pastas, pensaba abrir como restaurant y tener un sector de despacho para comprar y llevar, pero el Covid-19 cambió los planes. “Decidimos abrir directamente como casa de pastas porque no podíamos seguir esperando, y nos empezó a ir tan bien que eso demoró el proyecto del restaurante y al día de hoy todavía no nos dieron los tiempos para abrirlo“, explica.

En su local también cuentan con un almacén, donde venden vinos, quesos, aceites, panes y otros productos como para pasar y resolver la cena o el almuerzo en una sola compra.

Al usar solo sémola de grano duro (que cotiza en dólares) y huevos de campo, entre otros ingredientes premium, sus precios son un poco más elevados si se los compara con las fábricas de pastas tradicionales, pero aun así se mantienen competitivos. Ahí radica otra de las razones que apuntalan el boom, según Bertoni: “Sin dudas, uno de los grandes motivos es que las pastas son más accesibles para el bolsillo del consumidor, por eso abrieron varios lugares durante la pandemia”.

Sebastián Dante reconoce que el panorama generado por el Covid-19 le dio envión a una vieja idea. “Hace años quería abrir una casa de pastas, aunque la apertura de Dante viene de la mano de la pandemia porque tanto a nivel local como mundial hubo una vuelta a las bases, a los oficios, a los ingredientes familiares: el pan, la harina…”, asegura.

Con pocos meses de vida, Dante ya posee dos sucursales, una en Belgrano y otra en Núñez.

A Lucas Villalba, en cambio, la pandemia lo sorprendió con una cafetería y un restaurante en funcionamiento, Moshu y Jornal, y tuvo que buscar una veta para salir adelante. “En abril empezamos take away solo con nuestros productos de panadería y un buen croissant de manteca, nos fue bien y entonces pensamos qué más podríamos hacer que tuviera harina y ahí surgieron las pastas boutique”, cuenta.

Contrató a un chef de un hotel cinco estrellas que es experto en pastas y abrió esta nueva unidad de negocios dentro de Jornal. Para Villalba, esta reivindicación de las pastas se enmarca en un fenómeno más general. “Lo gourmet, en el mejor sentido de la palabra, sigue avanzando; gourmet sin estupidez, ocurrió y va seguir ocurriendo en diversas áreas, las pastas son lo más reciente“, indica.

Las nuevas viejas pastas

En las fábricas de pastas barriales suelen utilizar harina y agua. A medida que se mejora en calidad, hay otras opciones como sémola y agua, semolín con huevo y agua, semolín y agua, pero lo top es la sémola de grano duro, un producto poco visto por estos pagos. Lo mismo sucede con el huevo: muchos usan la versión en polvo, pero en el tope de la lista están los huevos orgánicos.

Esas diferencias se perciben con todos los sentidos, no solo en el paladar. La sémola de grano duro aporta características únicas a la masa, desde el color amarillento hasta textura más firme y el sabor más intenso.

En la Argentina las pastas suelen considerarse un plato pesado y eso tiene que ver no solo con la los rellenos y las salsas, también con el uso de la harina de trigo, que es pesada y difícil de digerir. La sémola de grano duro, en cambio, tiene un índice glucémico menor y una mayor proporción de proteínas.

“Todavía muchos argentinos creen que la pasta engorda y no es así. En Italia forma parte de todos los almuerzos y las cenas, es el primo piatto, y después viene el plato principal. Si fuera cierto, todos estaríamos excedidos de peso, lo que pasa es que depende mucho de la materia prima”, indica Manuel Urbano, director Comercial de Fresca, también italiano.

Otra diferencia está en el punto de cocción, el dente de acá no es el de allá y en esto también está involucrada la sémola de grano duro, porque es más firme. Tampoco desprende tanto almidón como la harina y tiene mayor porosidad, un atributo fundamental para que la salsa se adhiera mejor.

En Fresca los packagings vienen con una leyenda que calcula los minutos exactos de cocción según se busque un punto a la argentina o a la italiana, bien al dente.

Y, claro, la materia prima no es todo: en estos locales el proceso se lleva la misma atención.

En Jornal se revaloriza la mano del hombre. “La única máquina que usamos es una sobadora para evitar amasar con palote, todo el resto es mano y técnica. Las pastas rellenas se hacen una por una, un resultado imposible de igualar con una máquina”, asegura Villalba.

En Dante también se amasa y se prepara todo a mano. “Entre las nuevas generaciones hay personas que trabajan muy bien la pasta, que respetan el oficio y uno como consumidor, como espectador, disfruta más sabiendo que hay manos que pueden cometer errores, pero que preparan la pasta de manera natural y con mucha pasión”, detalla el creador de la marca.

En Fresca empaquetan la pasta a mano; los ravioles, por ejemplo, no vienen en plancha, sino ya separados, por eso diseñaron un packaging especial, de forma alargada, que permite volcarlas al agua al mismo tiempo. Como plus, cada caja informa el valor nutricional, los ingredientes y la forma de preparación.

El bonus track

En estos nuevos espacios, la experiencia de compra es distinta. Como sus clientes suelen ser consumidores informados, el personal está capacitado y puede atender esas inquietudes.

Para nosotros es muy importante explicarles y enseñarles a nuestros clientes qué diferencia hay, por ejemplo, entre la sémola de grano duro y la harina 0000, cuáles son los tiempos de cocción; todo eso es clave”, señala Bertoni.

Cualquiera que pase por Fresca y no preste demasiada atención, puede creer que se trata de una boutique de ropa o de un bazar sofisticado, y al poner un pie adentro se llega a Milán sin subirse a un avión. Desde el “Buongiorno” que sale de la boca del personal de seguridad mientras toma la temperatura de los clientes hasta la música y la ambientación.

“Hicimos Fresca para nosotros, los italianos, pensando en que podríamos ponerlo en el centro de Milano, Firenze o Roma y funcionaria de la misma manera. No somos italianos, somos Made in Italy“, cuenta Sciolla. Importan todo de Italia, incluso el tomate, el aceite de oliva y la sémola de grano duro.

Otro de los mitos que esta revolución de la pasta quiere derribar es aquella idea de que la pasta debe ser un plato barato.

“Si usamos ingredientes buenos para elaborarla, deja de ser barata”, cuenta el chef italiano Leonardo Fumarola, dueño de L’ Adesso. En su restaurante utilizan tomate italiano, aceite de oliva italiano y eso se refleja en el precio. “hay que darle a la pasta la importancia que merece”, concluye.

Mara Paula Bandera (publicado por Apertura el 11/06/2021)

Fuente: La nueva ruta porteña de la ‘vera’ pasta italiana – Noticias económicas, financieras y de negocios – El Cronista

La insistencia constante por la reafirmación de la identidad nacional

Medio mundo se ha reído o abochornado con la frase que soltó el presidente de Argentina, Alberto Fernández, ante el español Pedro Sánchez. Eso de que los mexicanos vienen de los indios; los brasileños, de la selva, y los argentinos, de los barcos procedentes de Europa. Una ironía del mexicano Octavio Paz fue simplificada en una canción por Litto Nebbia y de ahí llegó, en cita textual, a los labios presidenciales. El pobre Fernández no deja de pedir disculpas desde el miércoles, e incluso ha presentado un texto de descargo ante el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo.

En suma, un episodio bastante ridículo. Suele terminar así cualquier incursión en el jardín proceloso de las procedencias e identidades colectivas, en especial cuando se habla de las ajenas. ¿Qué pasaría si yo dijera ahora que los argentinos muestran cierta propensión a meterse en esos jardines? No lo digo, por supuesto.

Si ya es difícil delimitar el concepto de “identidad” en una persona, imagínense en una sociedad entera. La pulsión identitaria es uno de los efectos secundarios de las construcciones nacionales, porque en ellas se requiere definir de alguna forma cómo somos “nosotros” para distinguirnos de “ellos”, los de otras naciones. Cuanto más reciente es una nación, más severos los efectos secundarios. Cuanto más nacionalista es quien se adentra en el terreno pantanoso del “nosotros” y “ellos”, más absurdos suenan sus argumentos.

Ese es un problema con el que deben manejarse los hoy pujantes movimientos políticos identitarios. ¿Cómo autodefinirse colectivamente? Para evitar sonrojos, la nueva derecha de la “identidad” tiende a cargar el peso de la prueba sobre “ellos”, “los otros”, los extranjeros, los inmigrantes, los que no son “nosotros”, los que amenazan nuestra supuesta esencia. La xenofobia constituye el recurso fácil. El asunto resulta más complejo cuando un régimen nacionalista e identitario asume el poder.

La identidad a la que se refieren los identitarios no es otra cosa, en el fondo, que los recuerdos de infancia. Como casi todo. El paisaje geográfico y humano con el que se familiarizaron. Por más que se desee que ese paisaje no cambie jamás, cambia. Los grupos humanos cambian continuamente. Quienes se empeñan en que España (o Francia, o Argentina, o Brasil, o cualquier otro país) es blanca, católica y heredera directa de yo qué sé quién, sólo tienen que salir a la calle y mirar.

En la extensa explicación con la que el pobre Fernández intentó salvar la cara y dar por resuelta la metedura de pata, acabó diciendo que Argentina es “resultado de un diálogo entre culturas”. Eso equivale a no decir gran cosa y es lo correcto: cuanto menos se diga sobre un asunto tan inefable, mejor.

Enric González (publicado por El País el 12/06/2021)

Fuente: Enric González: La identidad nacional | Ideas | EL PAÍS (elpais.com)

Argentina, la república en el alambre

El alambre es el gran recurso argentino. Si una silla se rompe, la atamos con alambre. ¿Problemas con la cisterna? Ponemos un alambre. Techos, señales de tráfico, puertas, carteles o motores funcionan gracias a quien tuvo la ocurrencia de poner ahí un alambre. “Atar con alambre” es una metáfora muy argentina. Quiere decir “salir del paso sin mucho esfuerzo”. La bendición del ingenio criollo. También su maldición. “Atar con alambre” se resume en una palabra más contundente: chapuza.

La combinación de una pandemia con casi 80.000 muertos, hasta ahora, vacunación lenta y acusaciones de corrupción o inoperancia, pérdida de imagen del Gobierno por sus idas y sus vueltas, desempleo creciente, alta inflación, fábricas a medio gas, inmensas deudas públicas y privadas y 3 millones de nuevos pobres en el último trimestre, según datos de la Universidad Católica Argentina (UCA), muestra los límites de la improvisación en la que tantas veces vive Argentina, sea cual sea el gobierno.

Cambios recurrentes de normas, de impuestos, de políticas, de organización, de condiciones o, simplemente, de alambre. Hasta el propio Presidente de la República respondía, durante una entrevista, con toda una declaración a la pregunta de por qué no había plan económico: “Los odio. Nunca se cumplen”.

Una larga cola de 19 millones de pobres multiplicados a lo largo de décadas representa hoy un 42% de la población argentina, según el Instituto de Estadística y Censos (INDEC). Todo un golpe al elevado ego nacional. La lupa convierte el porcentaje del INDEC en tragedia: en el cinturón de ciudades que rodean la capital, el llamado conurbano, la mitad o más de los vecinos es pobre, una cantidad que puede llegar a 5 millones de personas. De cada 10 niños, 6 o 7 viven en la pobreza. Junto a ellos, la clase media camina también por un delgado alambre: el 75% de las familias está endeudado, según los datos del Banco Central.

Hay perdedores de los perdedores, los que ya no tienen ni un alambre para sujetarse. Como los 25 vecinos de Anfama, una aldea de montaña en Tucumán, que caminaron 12 horas por el lodo y bajo la lluvia para trasladar a Flora Balderrama, 80 años, paralizada por la picadura de un alacrán. Podía haber ido un helicóptero sanitario, pero no estaba en servicio. Podía haber ido una ambulancia, pero el camino era inaccesible. En una zona boscosa, húmeda y montañosa, nada estaba preparado para la inclemencia del tiempo.

Decidieron armar una camilla con ramas, envolvieron a Flora en mantas y la ataron para que no caiga. Caminaron durante 40 km hasta encontrar, por fin, la ambulancia. Eso sí, en Argentina no hay final feliz: no había enfermeros ni médicos. Solo un chófer. “¿Por qué nunca hay un plan para asistirnos si nos pasa algo?” se preguntaba exhausto uno de los aldeanos. “En Anfama no hay médico más que una o dos veces por mes. La escuela tiene wifi, pero queda apagado parte del día. Para comunicarse hay que llamar a una base por radio y de ahí a un teléfono”, cuenta Mariana Romero, una periodista que narró en directo la travesía.

“La decadencia de los últimos 50 años en nuestro país es autoinfligida. No supimos lograr estabilidad institucional, con partidos políticos fuertes y consolidados, ni un modelo de desarrollo consensuado”, reflexiona Alfonso Prat-Gay, ministro de Economía en el anterior gobierno de Mauricio Macri. “Nuestro PBI per cápita ahora es el mismo que el de 1970”, remata.

El 60% de la población piensa que la economía, su economía, irá a peor en los próximos meses y que no hay plan para el futuro, según una encuesta de mayo hecha por la consultora Management&Fit. En un estudio de la UADE (Universidad Argentina de la Empresa), entre las diez primeras palabras para definir el estado de ánimo, sólo dos eran positivas: optimismo o tranquilidad. El resto iba de mal en peor: desde mal humor a ansiedad, pasando por el decaimiento, la tristeza y mucha, mucha incertidumbre.

“Nos quedamos anclados en el ensoñación de lo que fuimos”, dice Fabio Quetglas, diputado de la oposición y economista especializado en desarrollo. “No logramos pensar a largo plazo y el resultado es un país que no tiene un plan para desarrollarse y gestionar con inteligencia sus recursos”. “Argentina lleva más de 40 años sin entender el mundo que nos rodea. Después de la crisis de 1929, se recuperó en dos o tres años, antes que Estados Unidos. Había un plan. La Pampa fue el motor del desarrollo y se integró al mundo. Había tecnología, normas de propiedad, genetistas para mejorar el ganado y una élite que había tocado fondo, que necesitó adaptarse. Duró décadas pero quebró con la crisis del petróleo en 1975”, explica Quetglas.

En ese año aproximadamente llegó el señor Ávalos a Buenos Aires. Uno de los miles de niños que emigraban desde el norte hacia la ciudad de las promesas. Con su madre, encontró unos metros cuadrados de tierra, hicieron un techo y empezaron a dar vueltas por la vida porteña: a veces un empleo, a veces no. A veces un poco de carne, a veces arroz. Un día mejor, otro día peor. La vida de Ávalos nunca fue mucho mejor que eso. Precaria. En esa precariedad nació hace 34 años su hijo, Mariano. En 1987, antesala de la hiperinflación más grande de la historia argentina, al final del Gobierno de Raúl Alfonsín. Jugaba a la pelota en los años noventa, cuando el ex presidente, Carlos Menem, anunciaba que un peso era un dólar, presentaba un sistema para viajar a la estratósfera liderado por Argentina y crecían rápido las riquezas en cada esquina.

A Mariano Ávalos nunca le tocó ni una pepita de aquella fiebre. Por no tocarle, ni siquiera le tocaba salir de excursión al Museo de Ciencias Naturales, porque no tenía ni DNI. En su barrio, en la villa de la Cava, no necesitaba documento, un peso era un peso y la única riqueza que se veía eran las camionetas de los propietarios de talleres textiles clandestinos. Cuando ya le tocaba buscar trabajo y seguir estudiando, le cayó encima la crisis del 2001 a los 14 años. Vio en la televisión cinco presidentes en una semana. Su padre sin trabajo, él y sus ocho hermanos, sin esperanzas. La vida iba en bajada.

Pero Argentina, tanto como se hunde se recupera. Así fueron los primeros años del nuevo siglo, con cuentas equilibradas y un boom de soja entre desde 2003. Parecía que las cosas mejoraban: logró documentarse, estudiar gastronomía y emplearse en una Municipalidad. Ahora subía.Y tanto como se recupera se hunde. Un nuevo golpe económico, entre 2015 y 2018, empobreció más a Mariano. Estaba entrenado para sobrevivir y siguió adelante. Hasta que llegó la pandemia en 2020. Entonces, sintió el golpe como un derechazo a cámara lenta. Se quedó sin trabajo, su vida se ha detenido. “Ya no tengo sueños”, dice Mariano. “Quiero trabajar de lo que sea, ordenarme la vida”.

“La economía Argentina rebota después de cada crisis pero ese sube y baja deja siempre la pobreza un escalón más arriba que en el inicio del ciclo anterior”, explica Prat-Gay. “Esa inercia decadente se quiebra sólo con un Programa de Desarrollo que transforme el rebote ocasional en crecimiento genuino y que destierre para siempre el estancamiento y la volatilidad”.

Argentina ha pasado por inflaciones, endeudamientos, hiperinflaciones, corralito, más inflaciones y quiebras. Cuanto está a punto de caer al precipicio aparece un viento favorable que la salva. Nada se arregla verdaderamente, pero la rueda sigue rodando.

“Es como el jugador en una ruleta. Tras una mala noche pierde sus ahorros, vende el coche y se sube a un taxi, borracho, pensando cuándo lo echarán su mujer y sus hijos de casa, pero entonces… encuentra una billetera olvidada. Dinero fresco! Logra ocultar el desastre a su familia, vuelve a jugar y vuelve a arruinarse, a la espera de encontrarse con otro milagro”, cuenta Fabio Quetglas.

Juan Mamani se siente perdedor en este casino. Hombre, 38 años, se manifiesta en el Obelisco, el centro simbólico del país, por no tener trabajo. “Hasta 2019 fui empleado 10 años en una empresa tabacalera. Nos echaron a mí y a 200 compañeros más. En mi pueblo, esa fábrica era la vida. Tuve que venir a Buenos Aires para encontrar otro trabajo. Yo tenía planes en mi pueblo. Pero en Argentina no podés planear nada”, explica Mamani. “Ni una noche mirando la televisión porque donde vivo te cortan la luz siempre”.

Florencio Varela, donde vive Juan, a unos 25 km del centro de Buenos Aires y 120 minutos en transporte público. Es uno de los distritos más pobres del país. 70% de los menores vive en la pobreza. Las ambulancias no llegan si te enfermas, la policía tampoco llega si te roban. Calles de barro. Barrio de ranchos. “Ni siquiera hay cloacas”, aclara Mamani.

En Argentina, un tercio de la población carece de cloacas, un tercio padece inseguridad alimentaria, un 12% no tiene agua corriente, un 24% vive entre basurales, según el Informe Deudas sociales en Argentina, de la Universidad Católica Argentina (UCA) que lleva décadas midiendo la pobreza. “Nos hemos acostumbrado a que un 40% de la población viva en la pobreza sin que esto despierte indignación. Es el reflejo de la incapacidad de la clase dirigente de nuestro país para encontrar un desarrollo económico inclusivo y sustentable”, dice Prat-Gay.

“Tenemos un estado tan ineficaz que transforma miles de millones de pesos formales del presupuesto público (un 75% va a gastos sociales) en dinero negro. Primero, en efectivo que sacan de los cajeros quienes reciben ayudas. Y luego usando ese dinero ennegrecido en los comercios del barrio. Todo un estímulo a la precariedad y a la pobreza”, dice Jorge Alvarez de IADEPP, una ONG enfocada en argentinos indocumentados. Según un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), la evasión de IVA va de entre 3.000 a 4.000 millones de USD. La economía en negro es el gran territorio en el que se mueven casi 20 millones de argentinos

“No vas a arreglar la pobreza haciendo que las personas usen su tarjeta, pero al menos es un camino para salir de la informalidad y de la pobreza”, dice Gabriel Bizama, consultor de Naciones Unidas sobre inclusión financiera. “Podría permitir que haya acceso al crédito para mejorar una casa o armar un negocio. En Argentina no hay crédito o las tasas son altísimas”. El diagnóstico suele estar claro en este país. El problema es cómo se hacen las cosas. Consume horas de debates y discusiones desde hace décadas. De esas tertulias sobre qué hacer con este país había muchas en el Café La Puerto Rico.

En su salón de techos infinitos y columnas de mármol hasta hace poco escuchabas eso tan porteño sobre “lo que pudimos ser y al final no fuimos”. Se fundó hace 100 años, cuando Argentina era una de las potencias del planeta. En sus ventanales se refleja un país distinto. La ciudad esplendorosa se ha llenado de familias en portales, niños malnutridos y adolescentes arrastrando carretas llenas de cartón. El Café cerró sus puertas por la pandemia de la covid. Sus reliquias deben estar a la venta, como un viejo poster publicitario que colgaba de sus paredes: “A los campeones argentinos”, conmemoración del Mundial 78. El póster hoy se remata a 5,9 dólares en Mercado Libre, el Amazon latinoamericano.

Carlos Celaya (publicado por El País el 04/06/2021)

Fuente: Argentina, la república en el alambre | Opinión | EL PAÍS (elpais.com)

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