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octubre 2018

La Galería de los Uffizi recurre a un algoritmo para combatir las colas

El turismo de masas y las huestes del palo selfie han transformado la manera de visitar el mundo. Y también, por supuesto, las prioridades de los museos. La revolución, la modernidad, ya no pasa tanto por innovar en el relato de la ordenación de las colecciones, como en los años noventa, sino por algo tan prosaico como la mejora de una experiencia masificada y cada vez más insoportable. La Galería de los Uffizi en Florencia es casi tan famosa por sus obras de Botticelli y Leonardo como por sus colas. Lo mismo le sucede a los Museos Vaticanos en Roma y a tantos otros centros culturales, convertidos en una tortura emocional y climatológica cuando toca esperar más de dos horas a la intemperie. La vida, piensan ahora en Florencia, es demasiado corta para consumirla en una cola.

Cuando Eike Schmidt (Friburgo, 1969) aterrizó en 2015 en los Uffizi, el museo más visitado de Italia (3,4 millones al año), decidió dedicar parte de su esfuerzo a cuestiones del entorno artístico. Era el primer director extranjero de la historia del museo, que no tenía ni página web, y vivía de su leyenda. Primero estableció un sistema variable de tarifas. La temporada alta y la baja no podían costar lo mismo. Eso ayudó. Luego, reordenó la colección e hizo las reformas para regular los flujos de visitantes, a menudo, colapsados delante de obras como La Primavera de Botticelli o la Venus de Urbino de Tiziano. Pero quedaba la peor propaganda que se hacía a sí misma.

El pasado domingo se probó por primera vez un sistema basado en un algoritmo que recoge información científica —como el tiempo de visita medio, la capacidad de las salas, la época del año y la comparativa histórica…— y social. Este apartado es el que le confiere viveza a la máquina, ya que basa su predicción de espera en asuntos como la meteorología, el impacto de determinadas exposiciones temporales o el perfil de los visitantes.

Cuando el sistema se ponga en funcionamiento definitivamente (esta es una versión beta que ha sido testada con los 7.561 visitantes del pasado domingo), nunca más habrá colas. Cada visitante recibirá a su llegada una cita horaria, con un margen de error de 15 minutos, lo que permite aprovechar el tiempo en otros asuntos. De hecho, la galería Pitti, ha aumentado este fin de semana ya un 22% sus visitas. “La gestión de las colas es una ciencia exacta, basada en las estadísticas, la estructura de gestión, la informática… Pero también es una ciencia social, que no tiene que ver con moléculas sino con grupos de personas que se comportan de manera distinta en función del entorno. Hemos podido trabajarlo para tener un modelo estadístico predictivo muy preciso, pero habrá casos en los que no hemos pensado todavía”, advierte Schmidt.

Un 3% pasa cuatro horas

Visitar los Uffizi no será como pedir la vez en la carnicería. La precisión horaria es fundamental para que no vuelvan a formarse colas de gente que espera un turno equivocado. “Hemos analizado el comportamiento de los visitantes fuera, pero también dentro. Hemos visto cuáles son sus estrategias cuando visitan el museo, cómo se agrupan. Cada día hay grupos que pasan 40 minutos en el museo o menos. Quiere decir que entran, se hacen una foto y salen. Luego hay un 3% de visitantes que pasan más de cuatro horas, llegan por la mañana y se van por la tarde. Pero la mayoría pasa entre dos y tres horas. Y eso es un dato muy reconfortante. Habitualmente se piensa que el turismo de masas es superficial, pero no es así”, apunta Schmidt.

El sistema ha sido ideado por un equipo de la Universidad de L’Aquila dirigido por Henry Muccini, presidente del Programa de Estudios de Informática. El objetivo, asegura, no es solo optimizar el uso. “Se trata también de crear sostenibilidad en el turismo. Redistribuye la carga de visitantes, aumenta la calidad de la visita y mejora la visibilidad de la ciudad internacionalmente”. Además, apunta, hay un elemento de seguridad incontestable. “Una cola, lamentablemente, es un objetivo terrorista clarísimo”.

El riesgo de eliminar las filas va implícito en el ADN del turismo de masas. Si no hay gente esperando en la puerta, ¿valdrá la pena lo que hay dentro?

En la foto: Colas ante la galería de los Uffizi, en Florencia, el 29 de junio de 2016

Daniel Verdú (publicado en El País el 10.10.2018)

La verdad sobre el asesinato de Stefano Cucchi

La noche del 21 de octubre de 2009, Stefano Cucchi, un aparejador y toxicómano romano, detenido siete días antes por trapichear con un par de gramos de coca y algo de hierba, murió en una cárcel romana. Estaba delgado como un papel de fumar, tenía dos vertebras rotas, todo el cuerpo amoratado y llevaba días suplicando que le trajesen sus pastillas para la epilepsia. Durante los siete días de arresto dio tumbos por centros de internamiento y calabozos y su familia no pudo visitarle. La escueta nota de la autopsia no señalaba a ningún responsable. Los centenares de horas de procesos, 10.000 páginas de sumarios y 140 personas que tuvieron contacto con él durante esas horas no ayudaron a concluir lo que era evidente. Este jueves, por primera vez, uno de los carabinieri que presenció la brutal paliza que lo mató lentamente durante una semana ha acusado a los responsables.

Francesco Tedesco, el agente que ha roto el muro de silencio, se lo explicó al fiscal en julio y en la audiencia de este jueves ha trascendido su declaración. El giro de guion es importantísimo para una investigación que ha causado un gran impacto en Italia. “Les dije: ‘¡Basta, qué hacéis! ¡Cómo os permitís tratarle así…!”. Tedesco, uno de los cinco carabinieri acusados, describió de esta manera parte de la escena. Uno de sus colegas golpeaba en la cara a Cucchi mientras el otro le daba una patada con la punta del pie. “Fue una acción combinada. Él perdió el equilibrio por la patada de D’Alessandro [uno de los carabinieri], luego lo empujaron y cayó contra un banco. La siguiente patada fue muy dura, recuerdo escuchar el ruido”, puede leerse en su declaración, según recogió la agencia Ansa.

Cucchi tenía entonces 31 años, un fuerte carácter y muy poca fuerza en el cuerpo como para aguantar una lluvia de golpes como la que recibió. Había logrado dejar el consumo de heroína y tenía trabajo. Pero nadie dijo nunca que fuera un santo, como ha admitido su hermana Ilaria, una mujer con una fuerza extraordinaria que logró reabrir el caso y ponerlo en el centro del debate público italiano. Porque, hasta entonces, todo era silencio. Unas 140 personas fueron testigos de su calvario y durante años se tapó la historia y se escondió a los culpables entre la madeja de un farragoso proceso judicial. Su familia se dejó la vida para que el caso no fuera enterrado y aceptó mostrar a la prensa las penosas fotos del cadáver. El caso se cerró y luego se reabrió, sentando en el banquillo a cinco carabinieri acusados de homicidio involuntario y de perjurio. No se esperaba un vuelco tan grande en este momento. Pero ha habido elementos colaterales que han ayudado.

En el pasado festival de Venecia se encendieron los focos. Si alguien quería que esta historia no se supiera, tuvo que asumir que se verá en 190 países a través de Netflix. La repercusión de la película, en la que Illaria Cucchi participó aportando toda la documentación, ha sido espectacular en Italia. De hecho, el filme se ha convertido en una bandera social y se ha proyectado gratuitamente en decenas de plazas y universidades. Un fenómeno que, sin duda, ha tenido una repercusión en el caso.

La hermana de Cucchi colgó en sus redes sociales este mensaje nada más conocer la noticia. “Proceso Cucchi. El muro ha sido abatido. Ahora sabemos y serán muchos los que tengan que pedir perdón a Stefano y a la familia Cucchi”. Su familia está exultante. Pero también parte del cuerpo de los carabinieri, que nunca aceptaron el vergonzoso silencio de sus compañeros y denunciaron el caso. Como Riccardo Casamassima, que ha felicitado a Tedesco por su declaración. “Todas las dudas han sido eliminadas. Bravo Francesco, has recuperado tu dignidad”. Pero este cambio de tercio es solo un primer paso.

En la foto: Fotograma de ‘Sulla mia pelle’, film sobre los últimos días de Stefano Cucchi

Daniel Verdú (publicado en El País el 11.10.2018)

Pompeya ardió dos meses después

Los cadáveres petrificados iban demasiado abrigados, vestían prendas de lana y chaquetas largas que les cubrían el cuerpo. Había braseros en las puertas de las casas y algunos de los frutos carbonizados no correspondían a la fecha de su cosecha. Demasiados elementos no cuadraban con un 24 de agosto, fecha en que oficialmente el Vesubio había entrado en erupción y sepultado para siempre Pompeya. No había muchos más datos, y siempre se terminó encontrando una justificación que hiciese encajar por la fuerza los elementos de aquella apocalíptica escena. El último hallazgo en una de las paredes de las casas que emergen de las nuevas excavaciones en Pompeya, sin embargo, ha mandado millones de libros de historia de nuevo a la imprenta. El Vesubio entró en erupción en otoño, y no en verano como se creía.

Una inscripción a carboncillo descubierta en la pared de una casa ha terminado con las dudas sobre la fecha de la erupción más famosa de la historia. Fue el 24 de octubre, y no el 24 de agosto del año 79 después de Cristo como se sostenía hasta ahora. La mayoría de manuales y libros de historia se agarraban a esa fecha basándose en una carta de Plinio el Joven enviada a Tácito. Sin embargo, algunos expertos ya apuntaban que el monje amanuense que debió transcribir la misiva en la Edad Media —probablemente no entendía ni una palabra de lo que copiaba— pudo haber cometido algunos errores que anticiparon dos meses la fatídica fecha.

La descomunal máquina del tiempo que durante años ha sido Pompeya contenía un error básico de cálculo para viajar hasta aquellos días. Pero ha sido subsanado a través de la inscripción en una de las paredes de las casas que están emergiendo en las nuevas excavaciones de la llamada zona Regio V. El garabato de carboncillo estaba fechado en el “decimosexto día antes de las calendas de noviembre”, que según nuestro actual calendario correspondería al 17 de octubre. Es decir, una semana antes de la terrible erupción. Una época que, esta vez sí, coincidiría con el hallazgo de frutos carbonizados como castañas, granadas o nueces.

El director del parque arqueológico de Pompeya, Massimo Osanna, no tiene dudas de la autenticidad de la corrección. “Había algunas voces que apuntaban en esta dirección. Pero nunca encontramos una prueba así de fuerte. Teníamos dudas por algunos objetos encontrados o por los frutos que portaban. Pero también podían haber sido recogidos en otras épocas para otros usos. Este es un paso decisivo”. La inscripción se hizo en carboncillo porque la casa estaba en construcción y, presumiblemente, los obreros se entretuvieron así con la idea de borrarla cuando estuviese terminada la construcción. “Ahora se explican tantas anomalías, como los braseros para el fuego que encontramos en algunos lugares y que, durante tiempo, se dijo que se usaban para otras actividades. Pero era difícil y muy extraño”. Tanto, que este martes hasta el ministro de Cultura, Alberto Bonisoli, se fue hasta el parque arqueológico para celebrarlo.

Pero la emoción de los descubrimientos va por barrios. Y Mary Beard, historiadora y experta en la antigua Roma, premio Princesa de Asturias 2016 y estrella mediática, responde a EL PAÍS en un correo electrónico algo menos entusiasmada que sus colegas. “La verdad es que desde hacía mucho tiempo se sospechaba que la erupción tuvo lugar en octubre. Esta es una gran pista extra, pero en realidad solo apoya lo que empezaba a ser ya la visión estándar de la situación”. Una visión, en suma, que deberá corregirse ahora en tantos libros, películas y obras teatrales condenados a la papelera de su propia historia.

En la foto: Un arqueólogo muestra algunos de los nuevos frescos descubiertos en Pompeya

Daniel Verdú (publicado en El País el 17.10.2018)

Leonardo da Vinci tenía estrabismo, según un estudio de sus retratos

Leonardo da Vinci pudo ser un estrábico divergente. Esa es la conclusión a la que llega un neurocientífico británico tras analizar varios supuestos retratos y autorretratos del pintor. Va incluso más allá: la exotropía habría facilitado al maestro italiano su genial capacidad para representar la profundidad en superficies planas. Sin embargo, tanto paleopatólogos como oftalmólogos consideran aventurado diagnosticar que da Vinci tuviera estrabismo solo viendo unos cuadros en los que ni siquiera se sabe con certeza si él hizo de modelo.

Si se pudieran juntar en una misma sala la decena de obras analizadas en el estudio, alimentarían aún más las fantasías y leyendas que rodean al genio italiano. Tres estatuas hechas por Andrea del Verrocchio cuando da Vinci era su discípulo usaron a la misma persona, o una muy parecida, como modelo. En las tres se aprecia que uno de los ojos tiene la mirada desviada. Para muchos, entre los que se incluye el especialista en neurociencia visual y autor del estudio, el profesor de la Universidad de la City de Londres Christopher Tyler, la persona que aparece en mármol o en terracota es un joven Leonardo.

La desviación ocular o exotropía es más evidente en dos de los cuadros de Leonardo, su San Juan Bautista, pintado en torno a 1508-1513, y el Salvator Mundila obra más cara de la historia. Incluso en dos de sus míticos dibujos, el renacentista Hombre de Vitruvio y su Autorretrato, ya anciano, Tyler aprecia cierta divergencia ocular. Para él, no hay duda de que la persona que aparece en las distintas obras tenía estrabismo divergente. Incluso, estima el ángulo de desviación observado en cada una de las obras.

De los distintos grados de divergencia, Tyler infiere que da Vinci podía controlar su estrabismo.”El análisis del alineamiento de los ojos concuerda con un diagnóstico de exotropía intermitente, lo que sugiere que Leonardo da Vinci tenía una tendencia exotrópica de unos -10.3º en reposo, pero que podía volver a ortotropía [ambos ojos miran al mismo punto] cuando enfocaba, como cuando revisa su propio rostro para un autorretrato”, escribe Tyler.

En el estudio, publicado en JAMA Ophthalmology, el investigador británico explica que la exotropía intermitente “se asocia generalmente con una buena visión estereoscópica cuando los ojos están rectos” pero se pierde cuando el ojo se desvía. “Si ves el mundo con solo ojo, debido a la supresión del otro cuando se desvía, la escena visual parece mucho más plana y, por tanto, más fácil de trasladar al lienzo”, detalla en un correo Tyler. Así que tener una deficiente visión binocular podría ser una ventaja a la hora de llevar las escenas tridimensionales a una superficie.

“Este tipo de diagnóstico retrospectivo es arriesgado y, en mi opinión, bastante ingenuo”, critica Michael F. Marmor, profesor de oftalmología y biología humana en el Byers Eye Institute de la Universidad de Stanford (EE UU). Y lo es por varias razones. “Primero, es dudoso que estas obras representen a da Vinci. La relación entre estos trabajos es muy circunstancial y dudosa y ¡todas las caras parecen diferentes!”, añade. “Los artistas comenten errores en sus autorretratos. Rembrandt cambiaba la posición del ojo, Van Gogh pintada los suyos unas veces azules, otras verdes y hasta marrones. Las licencias artísticas mandan y los ojos eran, sospecho, añadidos al cuadro en el último momento. Pero sí, incluso las fotografías de gente normal muestran algo de estrabismo cuando miran hacia un lado”, completa el autor del libro The Artist’s Eyes (Los ojos del artista, no editado en español).

Marmor también descarta que, en todo caso, el estrabismo le aportara algo a da Vinci. “Los que tenemos visión normal no tenemos problemas para ver las imágenes en dos dimensiones de los libros o las fotografías y los artistas con buena percepción de la profundidad tampoco los tienen para pintarlas. Los pocos artistas estrábicos que se sabe que lo eran, como Durero o Barbieri, Il Guercino, “pintaron maravillosas obras con fina perspectiva”, explica.

El paleopatólogo italiano Francesco Galassi usa los registros históricos para diagnosticar males que aquejaron a personajes del pasado, como Julio César, el rey visigodo Alarico I o Dante Alighieri. Pero, en el caso de da Vinci, cree que el científico británico va demasiado lejos. “Lo que se puede afirmar sobre este estudio oftalmológico es que en las obras de Leonardo hay ejemplos interesantes de representaciones antiguas de estrabismo, pero considerar estas obras como auténticos autorretratos del maestro me parece exagerado”, sostiene. Para Galassi, solo si se hallara dónde está enterrado Leonardo da Vinci habría una posibilidad de diagnosticar sus enfermedades. Pero no cree que “se pueda reducir la compleja naturaleza del genio a simples elementos biológicos”.

En la foto: un ‘San Juan Bautista’, expuesto en el Museo del Louvre, parece ser estrábico. El problema es que no hay pruebas de que sea el propio Leonardo.

Miguel Angel Criado (publicado en El País el 18.10.2018)

El Teatro Colón fue elegido como el teatro de ópera más importante del mundo

Travel365, uno de los sitios de turismo más destacados a nivel global, eligió al Teatro Colón como el teatro de ópera más importante del mundo por considerarlo “un verdadero monumento del arte teatral, lírico y acústico, sin duda de los mejores de todos los tiempos”.

Así lo indica el ranking Los 15 teatros de ópera más importantes del mundo que confeccionó el prestigioso sitio italiano Travel365 que se dedica adifundir experiencias, información y noticias relacionadas al mundo del turismo.

A nivel mundial, el Teatro Colón ocupó el primer puesto del ranking seguido de teatros como La Scala de Milán y el Teatro Massimo de Palermo.

 

Clasificación Final / Los 15 teatros de ópera más importantes del mundo

  1. Teatro Colón, Buenos Aires, Argentina
  2. La Scala, Milán, Italia
  3. Teatro Massimo, Palermo, Italia
  4. Opera Garnier, París, Francia
  5. Teatro de la ópera, Viena, Austria
  6. Royal Opera House, Londres, Inglaterra
  7. Gran Teatro La Fenice, Venecia, Italia
  8. Metropolitan Opera House, Nueva York, Estados Unidos
  9. Teatro Estatal, Praga, República Checa
  10. Fox Theatre, Detroit, Estados Unidos
  11. Teatro de la ópera, Copenhague, Dinamarca
  12. Teatro Bolshoi, Moscú, Rusia
  13. Opera House, Sydney, Australia
  14. Opera del Margrave, Bayreuth, Alemania
  15. Teatro San Carlo, Napoli, Italia

Breve defensa de la Argentina

Sé que es el momento menos indicado para hacerlo. En unos días se conocerá el índice de inflación del mes de septiembre, y la verdad es que los anticipos dan miedo: dicen que los precios subieron cerca del 7%… ¡en un solo mes! Septiembre habrá sido así el mes de mayor inflación desde 1991. Si se mide de punta a punta, la caída del PBI será mayor al 5% en este año. En 2018, la moneda se habrá devaluado un 100%. El salario real habrá caído alrededor de un 10%.

Encima, es un país con crisis recurrentes que terminan en devaluaciones y cambios de regla muy radicales. Por eso, hace unos días, Jeffrey Sachs, con todo el derecho del mundo, dijo que “la Argentina es como la película El día de la marmota; siempre hay crisis”.

Por eso: es el peor momento para hacerlo. Pero quizá una mirada un poco más amplia permita poner las cosas en su debida perspectiva. Tal vez, pese a su volatilidad, la Argentina no sea un país tan horrible.

En principio, en la Argentina hay cosas que no pasan. No pasa un Jair Bolsonaro, por ejemplo. No hay ni ha habido ningún candidato con alguna probabilidad de éxito que promueva el odio a las mujeres, los homosexuales o los negros, o que proponga la eliminación del sueldo suplementario, o que promueva la tortura. Si un país, en parte, se refleja en los líderes que elige, al menos en eso, la Argentina no es tan desastrosa.

La comparación con Brasil es más rica aún. La líder de la oposición no está detenida: se pudo presentar a las parlamentarias del año pasado, y se podrá presentar a las presidenciales del año que viene. El candidato más popular no fue apuñalado ni reivindica a la dictadura militar. El presidente electo no fue derrocado y terminará su mandato.

Todo eso ocurre en Brasil. Venezuela, por su parte, se ha transformado en una dictadura clásica. El Gobierno nicaragüense acaba de asesinar a cientos de personas para evitar manifestaciones opositoras. En Colombia aún no pueden superar una endémica guerra civil. En México, cientos de candidatos locales fueron asesinados en la última elección.

En la Argentina de hoy, un Bolsonaro, parece imposible. Tanto como un Maduro. O un Donald Trump. Parece poca cosa, que una democracia funcione con normalidad, cuando alguien vive en una democracia que funciona con normalidad: pero basta mirar el mapa político del mundo para saber que esa normalidad no es tan normal.

Hace 35 años, con una enorme incertidumbre, la Argentina salía de la peor dictadura de su historia. En aquel entonces, todos nos preguntábamos cuánto duraría esa primavera. Hoy nuestros hijos ni siquiera saben lo que es vivir con miedo. En aquel entonces, si nos dejábamos de amar no podíamos separarnos. Ahora nos podemos casar incluso entre personas del mismo sexo.

Que una democracia sobreviva en un país desarrollado, es un clásico. En la Argentina, ha sobrevivido a cuatro crisis tremendas, sin que surja ningún liderazgo fascista. Es un récord. De crisis en crisis, la Argentina ha producido un hecho inédito en la historia mundial: la inmensa mayoría de los militares que torturaron y asesinaron en la última dictadura, están detenidos. Y en la Argentina todos los niños pobres reciben un subsidio estatal para que, al menos, puedan sobrevivir en crisis como esta. Los extranjeros, que siguen inmigrando, lo hacen porque el sistema de salud público es gratuito, como lo es la educación, incluido a nivel universitario.

Alguna vez aprenderemos a hacer lo que la inmensa mayoría de los otros países han logrado: controlar la inflación, asegurar un crecimiento sostenido en el tiempo. Eso que nos cuesta, nos cuesta mucho. Y así andamos: aturdidos, golpeados, angustiados por el valor de las cosas, esperanzados en que esta sí, definitivamente, sea nuestra última crisis.

Quién dice.

Ernesto Tenembaum (Publicado en El País el 03.10.2018)

Europa entierra el ‘efecto Lampedusa’ 14.000 ahogados después

Pocos migrantes muertos en el Mediterráneo tienen funeral. Pero los más de 360 ahogados el 3 de octubre de 2013 frente a Lampedusa fueron despedidos con un funeral de Estado en Italia. El suceso horrorizó a Europa. Aquellas filas de ataúdes idénticos de madera, con cuatro minúsculos féretros blancos en primera fila, se convirtieron en un símbolo. Hubo declaraciones políticas grandilocuentes que cristalizaron en un cambio de la política migratoria italiana y europea. Rescatar a quienes se lanzaran a la peligrosa travesía se convirtió en una efímera prioridad. Cinco años y 14.000 ahogados después (los últimos 11, el martes en aguas marroquíes) esto es lo que ha cambiado (y lo que no) en el Mediterráneo mientras 1,8 millones de personas llegaban irregularmente por mar.

Del rescate a la vigilancia fronteriza

Italia desplegó inmediatamente una ambiciosa (y cara) operación de rescate de pateras, Mare Nostrum, con 5 barcos, 2 submarinos y 6 aviones. Pero la clausuró un año después tras salvar miles de vidas porque el resto de Europa se negó a compartir la factura: nueve millones al mes. La sustituyó una operación más modesta de Frontex y con una diferencia sustancial: la prioridad era ahora controlar las fronteras externas de la UE. Unos meses antes llegó el barco de MOAS, la primera de las ONG que se movilizaron con la misión de salvar vidas. En aguas internacionales frente a Libia llegó a haber una docena de barcos humanitarios. La UE fue ampliando los medios y poderes de Frontex, que ahora tiene 26 barcos, 4 aviones y 5 helicópteros patrullando el Estrecho, el Mediterráneo Central y el Egeo. Si reciben un SOS lanzan una operación de rescate pero no es su misión principal.

El balance de la ONU

El enviado especial del Acnur (la Agencia de la ONU para los Refugiados) para el Mediterráneo Central, Vincent Cochetel, resume para este diario el lustro transcurrido desde la tragedia: “Me siento tentado de decirle, ¿qué tragedia? ¿Aquella en la que los líderes europeos dijeron juntos ‘Nunca más’? ¿Queremos acordarnos? La diferencia es que ya no hay testigos, no sabemos cuántos salen de Libia. Los mercantes pueden escabullirse de sus obligaciones. La gente se muere ante la creciente indiferencia lejos de nuestras pantallas de televisión”, afirma tras recordar que los padres de Charles Aznavour, el mítico cantante franco-armenio fallecido el lunes, “llegaron en barco a Marsella como refugiados”.

La expulsión de las ONG

Este martes había una sola ONG en el Mediterráneo Central, la avioneta Colibrí, de Pilotes Volontaires. “Este verano hemos estado solos unas cinco o seis semanas”, explica por teléfono uno de los pilotos voluntarios, que pide preservar su identidad. La campaña de hostigamiento de Italia con el firme apoyo europeo ha logrado echar a la mayoría de los humanitarios. Unas ONG abandonaron la misión, otras tienen sus vehículos varados por jueces o inspecciones y llegar a puertos que acepten a los migrantes requiere travesías más largas desde el portazo de Italia. El Astral, de la española Proactiva Open Arms, está a punto de llegar a la zona cero de los rescates. Será el único barco allí porque el Aquarius, de MSF y SOS Mediterranée, navega a Francia y en cuanto atraque se quedará, salvo sorpresa, sin bandera. Panamá se la quitó por presiones Italianas. “Desde la Segunda Guerra Mundial no habíamos visto que a un barco privado le quitaran la bandera dos veces en un mes (las de Panamá y Gibraltar)”, asegura una portavoz del Aquarius que recalca que “suspender la operación no es una opción”.

Sin testigos

Ahora resulta mucho más difícil saber qué ocurre en las aguas frente a Libia. Más de cien personas murieron ahogadas el 1 de septiembre sin que nadie se enterara hasta diez días después, según denunció Médicos Sin Fronteras. Uno de sus equipos supo de la catástrofe al toparse en un centro de detención libio con supervivientes que tenían hasta el 70% del cuerpo quemado de gasolina. “Llamamos (con un teléfono satélite) a los guardacostas italianos, les dimos las coordenadas, pidiendo ayuda urgente”, les contó uno de ellos. Las lanchas salvavidas que les lanzaron desde el aire solo salvaron a parte del pasaje porque los guardacostas libios tardaron horas en llegar.

El piloto voluntario del Colibrí afirma que últimamente han visto “mercantes que ignoran los avisos (de SOS) y se van, que miran a otro lado porque otros buques que han rescatado gente han tenido muchas dificultades” para dejarlos en tierra. La omisión del deber de auxilio también es ilegal en el mar.

El alto comisionado del Acnur, Filippo Grandi, sostuvo este lunes en un discurso que “los rescates marítimos –un símbolo de humanidad compartida- son rehenes de la política. Devolver a la gente no puede ser la respuesta y negociar cada desembarco buque a buque, incluso si tiene éxito, no es una buena opción”.

Libia y la disuasión

El apoyo económico y técnico europeo ha permitido a Libia crear una Guardia Costera en la que la UE delega. Este mismo martes se graduó un nuevo contingente de guardacostas. Su creciente protagonismo, combinado con las muchas dificultades que Italia ha puesto a cualquier barco que rescatara migrantes, significa menos llegadas a Italia, más interceptados frente a Libia y más ahogados. Los cálculos del investigador del ISPI Matteo Villa indican que septiembre fue el mes más letal en la ruta Libia-Italia desde que hay registros: dos de cada diez murieron ahogados, siete fueron devueltos a Libia y uno llegó a Europa.

Llegadas y rutas

Las llegadas irregulares por mar a Europa están en el nivel más bajo desde 2014. Nada que ver con el pico de más de un millón de personas llegadas en 2015, un éxodo impulsado por la guerra en Siria. Desde enero han arribado 87.000 personas, casi la mitad de ellas por España, adonde han llegado hasta el 30 de septiembre 41.594, según el Ministerio del Interior español. Es un récord histórico que supera los arribados en la denominada crisis de los cayucos en 2006.

En la foto: Los cadáveres de los ahogados el 3 de octubre de 2013 en un hangar de Lampedusa.

Naiara Galarraga Gortázar (publicado en El País el 04.10.2018)

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